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Opinión 3 de julio de 2015

Ahora bien, el cultivo de la memoria tiene ciertas particularidades que deben ser respetadas. Sabemos que la memoria no puede ser nunca el resultado de una imposición. No recordamos el pasado de determinada forma porque se nos ordene hacerlo; recordamos el pasado porque este es relevante para nuestro presente, responde a nuestros dilemas y a nuestros proyectos actuales. La memoria solo puede ser tener vigencia como experiencia honesta de asumir lo ya vivido.

La propuesta pedagógica elaborada por Idehpucp responde a esos principios generales. Y me detengo a señalarlo porque este es un asunto que trasciende la práctica de la memoria y que debería ser una orientación general de nuestro sistema de educación. Me refiero a que este planteamiento pedagógico no ha sido elaborado en un gabinete y, después, entregado a los docentes para que sea aplicado. Por el contrario, es una propuesta elaborada de principio a fin con docentes de escuelas de Ayacucho y de Junín y que se halla por tanto enraizada en las realidades locales.

El trabajo creativo con los docentes es una ausencia mayor en nuestro sistema de educación. Desde hace décadas la figura del docente ha sufrido de una injusta devaluación. En el ámbito económico eso se expresa en sueldos misérrimos; en el ámbito profesional o intelectual, lo que tenemos es una planificación vertical que muy rara vez acude a los docentes para construir estrategias pedagógicas a partir de sus saberes. Los docentes suelen quedar relegados al papel de repetidores de un guion elaborado por otros. Y eso no solamente afecta a las prácticas pedagógicas en el aula sino que reproduce y ahonda la desvaloración del maestro de escuela.

Por ello, la propuesta pedagógica sobre memoria de Idehpucp merece ser analizada con detenimiento. Ella no consiste en decirle a los docentes qué deben enseñar sobre el conflicto y cómo deben hacerlo sino que les presenta una ruta y un conjunto de materiales para que sean los docentes en diálogo con sus alumnos los que planifiquen su trabajo sobre memoria. Eso es indispensable en este caso específico, pues, como se dijo antes, la memoria sólo puede estar viva si tiene sus raíces en nuestra experiencia individual, familiar o local.

Finalmente, este enfoque participativo, dialógico, de elaboración anclada en lo local, tendría que ser considerado a partir de una premisa más general: nuestra educación necesita una apreciación y un reforzamiento del papel del docente, una restauración de su rol protagónico en el aula. Eso implica reconocer su condición de profesional e intelectual con capacidades propias, así como también atender a su biografía personal, a su conocimiento del entorno y de la historia vecinal. Sólo a partir de tal revalorización del docente se hará posible forjar nuevos modelos pedagógicos en los que la memoria contribuya a una experiencia educativa más genuina.

Revisa las propuestas pedagógicas elaboradas por IDEHPUCP en Huancasancos y Mazamari con el apoyo de MISEREOR