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Opinión 4 de noviembre de 2016

Con tal ocasión este año el Ministerio de Cultura de nuestro país ha decidido hacer un reconocimiento a la Filmoteca de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Al mismo tiempo que expreso mi agradecimiento por esta distinción a una entidad a la que estoy estrechamente vinculado, me permito señalar las tareas que ella, silenciosamente, realiza.

La PUCP asumió hace trece años, en 2003, la responsabilidad de cuidar y ampliar los fondos fílmicos y documentales de la que hasta entonces era la Filmoteca de Lima. Desde entonces se puede decir que esa misión ha sido atendida con esmero al mismo tiempo que se ha desplegado una intensa labor de difusión de nuestra cultura cinematográfica mediante la organización de numerosos ciclos que obedecían a variados criterios culturales.

Como es natural, la memoria de nuestro país es conservada por ella en muy diversos formatos. Las maneras en que el Perú entiende y define su paisaje, su historia, su cultura, la diversidad de los pueblos que lo componen, sus artes académicas y populares, todo ello, y más, está contenido en esa memoria. Y, hay que confesar que, a pesar de su importancia, no siempre han existido en nuestro país instituciones y autoridades preocupadas por el cuidado necesario para preservar esa Memoria, de modo que se la pueda mantener accesible para investigadores, para especialistas y para el público en general. Esta es una primera y fundamental tarea que cumple la Filmoteca PUCP.

Pero además de memoria, la cultura es también invención, fantasía, sueño, ficción. Y esa dimensión del cine tiene también un lugar central en las tareas de nuestra institución. Ella busca dar al cine que se produce en nuestro país cierto protagonismo promoviendo el diálogo cultural y permitiendo que los peruanos se reconozcan en esas ficciones que, en gran medida, intentan descifrar las claves de nuestro ser y estar en el mundo.

Sabemos que ninguna creación cultural se expande o se enriquece cerrada sobre ella misma. Nuestro cine requiere de un diálogo permanente y activo con las distintas tradiciones cinematográficas del mundo. Esto vale no solamente para quienes hacen cine sino también para quienes lo disfrutan. Un mejor cine requiere de un público más conocedor y exigente. Y esa es otra de las tareas permanentes de la Filmoteca: traer a nuestro país las diversas tradiciones no solo de Latinoamérica sino también las de otras regiones del mundo.

Conservar, preservar, difundir, dialogar: esos son, creemos, los requisitos indispensables para que un patrimonio cultural no se petrifique sino más bien se convierta en fuente de constante renovación y creación. La Filmoteca PUCP está empeñada en esa tarea desde hace ya largo tiempo y formula en la hora presente una invitación, que ha de entenderse permanente, para que cada vez más esfuerzos estatales y privados la acompañen en su misión.

Escribe: Salomón Lerner Febres, presidente ejecutivo del IDEHPUCP, para La República

(04.11.2016)