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Nacional 27 de febrero de 2014

El último viernes, a las 10:00 de la mañana, Salomón Lerner Febres, expresidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, nos recibió en su oficina del Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Estaba escuchando música clásica y sentimos un ambiente de paz.

Las clases de Filosofía que él imparte recién empiezan en marzo, por lo que, digamos, tenía tiempo libre para conversar. ¿El tema? La evidente campaña política y legal del fujimorismo para traerse abajo la sentencia de 25 años de prisión que le impuso la Sala Penal Especial que presidió el juez César San Martín.

En algún momento del diálogo Lerner Febres recordó una de las contradicciones del fujimorismo: “Si se pide el indulto (a favor de Fujimori) es porque se está aceptando la culpa, ¿no es cierto?”. Respondí con una pregunta: ¿no hay otra posible interpretación? “No”, sentenció. Ni siquiera la filosofía, que él quiere tanto, podría cuestionar ese hecho concreto.

Con un tono de voz calmado –como siempre–, Lerner Febres sostiene que “más prejuicios tiene Javier Villa Stein que César San Martín. (Villa Stein) no ha demostrado prudencia”. Él, además de ser doctor en Filosofía, se graduó en Derecho. A continuación sus apreciaciones sobre el caso Fujimori.

-En las últimas semanas, el fujimorismo, desde todos sus frentes, ha vuelto a cuestionar al juez César San Martín y la sentencia que emitió en contra de Alberto Fujimori…

Es evidente que hay una campaña (en contra de San Martín) que desgraciadamente mezcla lo político con lo judicial, que son ámbitos bien diferentes. Esta especie de intromisión no es aceptable porque se mezclan los criterios y, además, a partir de una cierta postura política, se cuestiona lo que es la recta administración de justicia, lo que es, a mi juicio, lo que ocurrió en el caso Fujimori.

-En términos jurídicos, ¿se puede cuestionar el fallo que condenó al expresidente a 25 años de prisión?

Desde un punto de vista legal, nosotros estamos hablando de cosa juzgada, ratificada en las más altas instancias, y la sentencia ha sido reconocida internacionalmente por su fundamentación. Además, resulta paradigmático tratándose de un enjuiciamiento a un jefe de Estado. Todos los principios fueron respetados en el juicio, que además fue público. La sentencia fue absolutamente razonada y se estableció que no hay impunidad y eso honra a la justicia peruana.

-Pero la defensa legal de Fujimori tiene el derecho de solicitar un pedido de revisión de la sentencia.

El derecho a solicitar una revisión lo tienen, pero creo que la justicia tiene que pronunciarse no en función del derecho que uno pueda tener, sino analizando con objetividad el estado de la cuestión y ver si ese derecho efectivamente puede ser atendido o no.

-Si no existe un motivo legal para que se revise la sentencia…

Legalmente no hay razones, pero políticamente sí. Es evidente para cualquier peruano que se está buscando la libertad del señor Fujimori. Incluso se movió mucho la cuestión del indulto, con lo cual se aceptaba, por parte de aquellos que pedían el indulto, que Fujimori era culpable. Si se pide el indulto es porque se está aceptando la culpa, ¿no es cierto? Hay una serie de movimientos políticos tratando de desprestigiar a personas que son intachables desde el punto de vista del ejercicio de su función, como jueces, para así tratar de cuestionar una sentencia que está racional, legal y éticamente fundada.

-Comprendo que existe una cuestión política que, además, es respaldada por un sector de la población. Pero también tenemos al juez Javier Villa Stein, quien constantemente critica el fallo y a San Martín.

Pero es un juez muy especial, ¿no? La rebaja de la pena a los miembros del grupo Colina, tratándose de crímenes realmente terribles y en donde la justicia internacional les negaría esa especie de beneficio; eso de algún modo no habla muy bien de su conducta. Y yo lo escuché el otro día en radio adelantando opinión sobre ciertas cosas y utilizando algunos adjetivos que una persona que administra justicia pues debería tener mucho cuidado en usarlos. Hablaba de los caviares y esas cosas. Eso indica una serie de prejuicios en alguien que tiene que hacer juicios.

-Incluso existe la posibilidad de que se llegue a anular la condena a Fujimori…

Yo no soy un perito en materia judicial, pero en nuestro país son posibles muchas cosas que parecieran imposibles en otro lado. Pero creo que en el fondo, si sé que actúa con un mínimo de objetividad, eso no podría pasar. Cometerían una barbaridad y sería una vergüenza nacional si se anulara la sentencia.

-El abogado de Fujimori, William Castillo Dávila, critica el fallo por una serie de correos y consultas que hizo San Martín a juristas españoles.

Los mails por los cuales se cuestiona a San Martín han sido adulterados. Y el hecho de que se consulte para de esa manera tener mayor ilustración, llegado el momento de dar una sentencia, es una práctica común. Eso indica, más bien, la conciencia que tienen los jueces de estar mucho más empapados en materia jurídica y no es la autosuficiencia de aquel que dice yo lo sé todo.

-Entonces, ¿por qué cuestionan la sentencia utilizando esos argumentos?

El juicio y la sentencia obedecen a lo que llaman los juristas el principio de legalidad. Él ha sido condenado por homicidio, por torturas. ¡Por Dios! No pueden llegar a decir que porque se ha usado el término “lesa humanidad” en algún momento (del fallo), eso invalida el pronunciamiento judicial.

-Fujimori ha dicho que como él no fue extraditado de Chile por “lesa humanidad” no debió de ser juzgado por eso. Su abogado ha sostenido lo mismo. Pero ha quedado demostrado que “lesa humanidad” no es un delito que está tipificado como tal en nuestro país. ¿Es un argumento válido o cree que somos tontos y quiere tomarnos el pelo?

No es un argumento, esa es una excusa y se están buscando excusas desde hace tiempo. Si este fuera un real argumento, el señor (César) Nakazaki, que creo que como abogado tiene bastante más pericia, calidad y sagacidad que el actual abogado del señor Fujimori, ya lo hubiera sacado mucho antes. Se está buscando anular el juicio porque Fujimori desea, a pesar de que es un reo que tiene una situación privilegiada en la cárcel, salir libre y me imagino que para seguir haciendo política.

-¿Qué consecuencias podría generar la revisión de la sentencia y una posible anulación de la misma?

¡Uy! Yo creo que ese día el prestigio del Poder Judicial, por causa de unos pocos magistrados, va a caer por los suelos. Quizás en el Perú los fujimoristas se alegren, pero no se trata del número de personas, sino de aquello que se va a pensar en el extranjero sobre el Estado de derecho, que implica la independencia de poderes, y si algún poder tiene que ser el primero en lo que toca a independencia ese es el Poder Judicial.

-Si el pedido de revisión del fallo llega a la sala que preside Javier Villa Stein, ¿es posible que anule la condena de Fujimori?

De acuerdo a la conducta que él ha tenido hasta ahora, eso sí es posible, porque creo que es un poco exaltado el señor.

-¿Eso se puede evitar? Porque él también tiene el derecho, al ser un juez supremo, de tomar esa decisión y para ello debería tener argumentos…

¿Pero qué argumentos? Dígame…

-Bueno, ya lo hizo reduciendo la pena al grupo Colina y donde le quitó el calificativo de “lesa humanidad” a sus crímenes.

Pero esos no son argumentos, pues, esas son triquiñuelas y leguleyadas.

-Pero a lo que voy es a que eso ya ocurrió…

Ocurrió. Y podría ocurrir, con lo cual se pondría en cuestión no un fallo que ha sido alabado y juzgado de manera muy positiva por la comunidad internacional, sino que se caería también la opinión que se tiene sobre la justicia en el país por culpa de un señor que tiene cercanía política con el fujimorismo, porque eso es claro, ¿no? Hay que ver sus declaraciones.

-Él (Villa Stein) puede tener una inclinación política.

En absoluto. Él tiene derecho a la opción política que buenamente elija. A lo que no tiene derecho es a mezclar su militancia política y sus simpatías por determinadas personas con su labor jurisdiccional.

SOBRE POLITICA NACIONAL

Antes de concluir la entrevista, Salomón Lerner Febres comenta que está releyendo “El pez en el agua”, de Mario Vargas Llosa. “Vea quiénes eran los que rodeaban a Mario Vargas Llosa en el Movimiento Libertad. Veía, por ejemplo, al señor (Rafael) Rey, que luego ha pasado por todos lados”, reflexiona.

-¿Usted cree que eso invalida a Rey como político?

Tiene derecho a cambiar las veces que desee, pero no del modo tal que en la nueva postura que asuma se coloque en las antípodas de aquella en que estaba.

-Pero eso pasa mucho…

Sí, pasa mucho y, de repente, ellos son muy íntegros moralmente, yo no puedo ponerme a juzgar. Pero lo que le digo son hechos. Hay gente que va cambiando de camiseta según las circunstancias sean más o menos favorables. Hay la libertad de pensar que es por interés político.

-¿Confiaría en un político así?

No, no, decididamente creo que la libertad no significa libertinaje, exceso y el hacer lo que me dé la gana. Un principio fundamental en la vida de los hombres es la coherencia y la lealtad a las ideas. Uno no puede defender ciertas ideas y luego pasarse y defender otras. Y aquí no se trata de ideas, se trata de personas.

-Eso dicen de Martha Chávez, por ejemplo. Le reconocen su consecuencia y lealtad a Fujimori

Yo respeto su consecuencia, relativa. Porque aquí cuando era alumna de la universidad era de la izquierda extrema. Ha madurado y se ha convertido al fujimorismo, que tiene como ideología “honradez, tecnología y trabajo”. Que yo sepa no hay otra ideología detrás. Y, bueno, sobre la honradez yo pondría mis reparos.

-A usted le dicen caviar, ¿le molesta?

No me molesta. Además porque ahí hay, a través de etiquetas, el intento de definir y tipificar a alguien.

-¿Ese tipo de etiquetas no reducen las posibilidades de un debate serio?

Tratan de hacer daño y tratan de reducir el debate y de anatemizar. De antemano lo que puedas decir no tiene sentido porque ya tiene su punto de vista y no lo va a cambiar y es un izquierdista, casi comunista, prosenderista probablemente.

-En 2016, existe la posibilidad de que en la segunda vuelta se enfrenten Alan García y Keiko Fujimori.

Las cosas apuntarían a eso…

-¿Cómo interpreta esa posibilidad?

Eso habla de que no tenemos memoria o la tenemos muy frágil. La política entendida en su sentido más recto no la comprendemos, no la practicamos, no la enseñamos, no tenemos partidos políticos. Keiko es el fujimorismo con la ideología de esos tres conceptos (honradez, tecnología y trabajo) y García de alguna manera no puede reclamarse de toda la doctrina del aprismo, que es una socialdemocracia. Su segundo gobierno no ha sido socialdemócrata, ha sido un gobierno más bien que se acercaba a un gobierno liberal o neoliberal; liberal en el sentido peruano de la palabra.

-¿Qué haría usted como ciudadano si tiene que optar por uno de los dos?

Fuera de llorar (suspira). ¿Hasta cuándo vamos a estar votando así, por descarte o por default?

-¿Pero se anima a votar por alguno de los dos?

Me hace usted una pregunta que invade mi privacidad, pero sí, al igual que usted, yo espero que no se dé esa situación, pero votaría por García porque finalmente ha guardado más las formas democráticas que Fujimori.

-Se habló de Gastón Acurio. ¿Él no representa la falta de líderes? ¿Se puede promover una candidatura así a pesar de que carezca de actividad política?

Claro que debe tener algo más, que es no una formación como gastrónomo sino como político. Pero actividad política en el sentido estricto de la palabra no la ha tenido.

-Si bien lo ha descartado, imaginemos que postula. ¿Eso no reforzaría la idea de una informalidad en la política peruana?

Vivimos en la informalidad política. No tenemos partidos políticos y seguimos en pleno siglo XXI a la deriva, con la vigencia de los caudillismos: el fujimorismo, el aprismo se ha convertido en alanismo, en el PPC la figura de Lourdes Flores.

-¿Cómo describiría el gobierno de Ollanta Humala?

Anodino. Yo esperaba una actitud menos inerte, menos pasiva de este señor. Hay ciertas cosas que finalmente no son ni de derecha ni de izquierda, sino de sentido común, que se tienen que hacer y no se hacen. Yo supongo que el poder encapsula a la gente y no te hace ver con claridad cosas que todos aplaudirían. Tiene que estar a la altura aquel que lidere un país, sin que el país se vuelva humalista.