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Entrevistas 23 de agosto de 2013

En su ponencia en el Seminario Internacional Políticas en Justicia Transicional, mencionó la importancia que ha tenido el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú dentro de los procesos de justicia transicional en el mundo. ¿A qué se debe la buena imagen internacional del trabajo de la CVR?

El libro más conocido sobre comisiones de la verdad se titula Verdades innombrables, escrito por Priscilla Hayner, investigadora estadounidense. Cuando se publicó la primera versión, la CVR peruana recién se estaba negociando. En la segunda edición, puesta a la venta hace aproximadamente tres años, ella incluye a la comisión de la verdad peruana como una de las cinco más sólidas entre los más de cuarenta grupos de trabajo de este tipo que han existido, junto a las comisiones de Sudáfrica y Guatemala.

La razón es sencilla. La comisión de la verdad peruana surge en un momento en que estas instituciones se complejizan. Hasta ese momento, estos grupos investigaban una o dos violaciones de derechos humanos ocurridas en un periodo relativamente corto. La CVR examina un amplio espectro de vulneraciones de derechos fundamentales, en un periodo largo y cruzado por dos fenómenos ligados pero distintos: la violencia armada generada por los grupos terroristas y la instalación del régimen autoritario de Alberto Fujimori.

¿En qué consiste la complejidad de la labor emprendida por la Comisión de la Verdad y Reconciliación?

La comisión hace varias cosas a la vez. Generó un reporte bastante amplio y comprehensivo y hace actividades públicas en todo el país. Todo ello en un periodo de 23 meses. Administrativamente se hizo un manejo racional de varias demandas. Si bien no tuvo una amplitud mayor, fue la primera comisión de la verdad que tuvo una perspectiva de género integrada. Fue el primer grupo de trabajo en su género que, en América Latina, realizó audiencias públicas e hizo un trabajo de protección de testigos. 

Desde el principio, se prepararon casos para presentar ante el Poder Judicial. Hay que tener en cuenta que el informe de la Comisión de la Verdad ha sido utilizado tanto para el proceso en contra de Alberto Fujimori, como para el juicio que se hace contra Abimael Guzmán. Es un documento que proporciona una plataforma de acción interesante, lo que ha sido útil para otras comisiones de la verdad que se crearon en años posteriores.

¿Por qué la Comisión de la Verdad y Reconciliación peruana se convirtió en un ejemplo para grupos similares creados en años posteriores?

Fue una comisión muy visible. Hay que tener en cuenta que la comunidad internacional acompañó mucho el proceso peruano. Cuando, años después, la CVR terminó su trabajo, la labor emprendida ha sido asimilada por la comunidad internacional de derechos humanos. Poco tiempo después, se lanza la comisión de la verdad en Marruecos que, sobre la base de la experiencia peruana, decide hacer audiencias públicas. Las comisiones de la verdad de Sierra Leona, Kenia, Liberia, Islas Salomón, Tailandia se nutren, de alguna u otra manera, del fenómeno peruano. Si no ha trascendido más el trabajo emprendido, es porque no se ha traducido masivamente el informe final de la CVR al inglés.

Incluso algunos excomisionados peruanos han participado en grupos similares en el mundo, luego de su experiencia entre 2001 y 2003.

Hay dos casos interesantes. La Organización de las Naciones Unidas junto a los gobiernos nacionales de Islas Salomón y Kenia crean sus respectivas comisiones de la verdad, casi a la par. En ambos grupos buscaban a personas que ya hubieran trabajado en grupos similares. En ese contexto que Sofía Macher es convocada a la comisión formada en el primero de los países nombrados. Un segundo ejemplo es la actividad que hace Carlos Iván Degregori durante un año Colombia, inmediatamente después de la desmovilización de los paramilitares, cuando recién se comenzaba a discutir la búsqueda oficial de la verdad, apoyando al ICTJ y a la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. De modo que, hay atención e interés en el trabajo de la comisión peruana. Desde el extranjero, la CVR es vista como una institución con mucha suficiencia técnica y que cumple con un buen sustento técnico.

Sin embargo, en el Perú, desde parte de la opinión pública no existe el mismo interés y apoyo. ¿Cuál es el factor que genera las reacciones adversas frente al trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación?

Es claramente un factor político. En el exterior, quienes aprecian el trabajo de la comisión de la verdad son gobiernos y sociedad civil de otros países, que no tienen nada que ganar o perder frente a la disputa sobre la memoria en el Perú. Ven este grupo de trabajo como una institución sólida y se sirven de este ejemplo. En nuestro país, la situación es distinta, pues lo que dice la CVR afecta las pretensiones políticas y culturales hegemónicas de diversos grupos en el poder, que tienen acceso a los medios.

En la experiencia comparada, ¿se ha visto el nivel de ataques han recibido tanto los excomisionados como el informe final de la CVR peruana durante varios años?

Todo el tiempo. Esta no es ninguna novedad. Por ello me parece que hay que apreciar  estos fenómenos en perspectiva comparada, porque de lo contrario gana el pesimismo. En Sudáfrica, donde existió un grupo de trabajo bastante bien visto en la comunidad internacional, hay sectores que consideran que la comisión de la verdad fue demasiado lejos, exageró y mintió sobre lo ocurrido en el periodo del apartheid. En muchos lugares, las comisiones de la verdad fracasan y ni siquiera terminan su trabajo por esta serie de contradicciones. Existen otros casos donde la tensión es tan fuerte que la comisión no llega a iniciarse: en Nepal el acuerdo de paz contempla la creación de un grupo de trabajo, pero el debate es tan amplio que no se pone en marcha. En resumen, las comisiones van a encontrar discusión y controversia antes, durante y después de su trabajo. Lo que ocurre en el Perú es ese mismo fenómeno.

Su ponencia también se concentró los temas ausentes o poco tocados en la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú. En particular, se detuvo en las violaciones a los derechos humanos cometidas contra la comunidad LGTB, cuyos testimonios recién pudieron ser recogidos en la fase final de la elaboración del informe final. ¿A qué se debió este fenómeno?

En efecto, durante mi exposición dediqué varios minutos a explicar los crímenes de odio ocurridos en el contexto del conflicto armado interno, respondiendo a una inquietud transmitida por los activistas LGTB. Me parece que, en efecto, la CVR tuvo poco tiempo para enfrentar un proceso sumamente amplio y complejo. Inevitablemente, al plantear la metodología de investigación se hacen ciertas opciones, se priorizan ciertos temas y algunos tópicos ni siquiera aparecen. Desgraciadamente, eso ocurrió con el tema de la diversidad sexual. En las investigaciones de la comisión, aparecen patrones que mezclan lógicas de sexualidad con el conflicto: torturas y violaciones. Hay una mentalidad machista y héteronormativa muy clara en todo el periodo. Sin embargo, este tema estuvo fuera del radar. Solamente en los últimos meses de trabajo de la comisión se recibieron denuncias específicas sobre este tema y se comienzan a investigar.

Finalmente, Carlos Iván Degregori, en la introducción del libro Qué difícil es ser Dios, sobre Sendero Luminoso, plantea dos temas adicionales a investigar: el papel de actores internacionales en el conflicto y el rol de los intelectuales. Este último tema es desarrollado en dicho texto. ¿Cómo encarar el primero de ambos tópicos?

Si bien el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación presentó un informe final, cuya denominación puede denotar el cierre de un proceso, en su mismo texto se señala que es un documento perfectible. Hay muchos temas que se quedaron en el tintero y en efecto, uno de ellos es la dimensión internacional. Es cierto que nuestro conflicto armado interno no fue un conflicto internacionalizado, pero si era seguido y atendido por la comunidad internacional. Sendero Luminoso y el MRTA tenía relaciones importantes con otros grupos similares en el extranjero, el Estado peruano tejió alianzas con otros países. Es un fenómeno aún por ser estudiado.

Para recordar solo un hecho, un reciente documental sobre el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) que capturó a la cúpula de Sendero Luminoso resaltó el apoyo monetario y logístico que brindó el gobierno de Estados Unidos a su labor de inteligencia.  

Otro aspecto que debería profundizarse es el de las dinámicas económicas que transcurren paralelas al conflicto y lo alimentan. En concreto, hablemos del fenómeno del narcotráfico en la selva peruana. Dicho tema, a pesar de su importancia, apenas se toca en el informe final. Y este punto era de importancia fundamental para Estados Unidos, cuyo único interés en aquel momento en nuestro país tenía que ver con quien controlaba las zonas cocaleras. Como plantea el informe, se debe continuar con más investigaciones. Hay tareas pendientes de trabajo de indagación para la sociedad civil, el mundo académico y, por supuesto, para el Estado.

Entrevista: José Alejandro Godoy, asistente de prensa del IDEHPUCP