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Entrevistas 23 de febrero de 2021

A dos meses de las elecciones presidenciales y congresales,  el acoso político es un problema que varias candidatas sufren frecuentemente. Según el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), en el contexto de la campaña de las Elecciones Congresales Extraordinarias 2020, el 52% de las candidaturas mujeres han expresado haber tenido que enfrentar alguna situación de acoso político. El otro 30% de las candidatas manifestó haber enfrentado agresiones, amenazas y actos de hostigamiento.

Las manifestaciones de acoso político evidencian la violencia que se ejerce hacia la mujer. En esta entrevista, Adriana Urrutia, politóloga y presidenta en la Asociación Civil Transparencia, explica por qué las mujeres son las principales víctimas.

La violencia política hacia la mujer es una realidad, y una forma de manifestar esta violencia es el acoso político. ¿Qué entendemos por acoso político?

Es un término que se usa recientemente, mucho después de la entrada de la mujer a la política. Este concepto señala que las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, son atacadas mientras hacen trabajo político como en las campañas electorales o al ejercer sus funciones de representación. En el marco del ejercicio de sus funciones, ellas son agredidas por su condición de mujer.

Durante la campaña electoral, se visibiliza más el acoso hacia las candidatas ¿Por qué las mujeres son las más vulnerables?

En nuestro país, lamentablemente, las mujeres no son vistas como posibles representantes. En este último periodo, ¿cuántas gobernadoras regionales tenemos? Ninguna. ¿Cuántas congresistas mujeres tenemos? Menos de la mitad. Queremos que el parlamento sea más representativo, por eso tenemos que lograr que la mitad del parlamento sean mujeres. A raíz de la reforma política para la promoción de la paridad y alternancia, esta debería promover una mayor igualdad en la representación. Pero el acoso político sigue siendo un impedimento por la sociedad machista. Esperemos que el tribunal de honor del pacto ético electoral tome en consideración actitudes de acoso y que las puedan señalar, y, eventualmente, sancionar. Tenemos que condenar estas prácticas.

«Las candidatas que inician su vida política, y aquellas que sacrifican su vida para entrar en política están en un punto de partida muy diferente que al de varios hombres»

Basándonos en el contexto de las Elecciones Congresales Extraordinarias 2020, según el JNE, el 52% de mujeres han enfrentado una situación de acoso ¿Cómo podemos identificar los actos de acoso político? 

Las candidatas pueden recibir insinuaciones o públicamente pueden ser denigradas. A veces, se les dice a ciertas mujeres: “váyase a su casa”, “las mujeres resuelven sus problemas en la peluquería”. Es decir que los ataques están vinculados a roles tradicionales de género. De esta manera se manifiesta el acoso político. Asimismo, en campaña, el acoso político es más patente porque en nuestro país se acostumbra hacer campaña atacando al oponente. Este ataque no tiene que ver con las diferencias ideológicas, programáticas, sino con las características de la otra persona. Así hacen que la política sea un ejercicio de confrontación personal, cuando debería ser un ejercicio de confrontación de ideas.

En un país donde el machismo es una institución, es sencillo recurrir a esta técnica para poner en desventaja al contrincante. Sin embargo, es importante señalar los esfuerzos que se han hecho por las entidades electorales como el JNE, a través de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica y Ciudadana (DNEF), para identificar el acoso político.  En el libro “El Acoso Político en el Perú”, se señala que, en encuestas a candidatas de las Elecciones Regionales y Municipales (2014) y las Elecciones Generales del 2016, tres de cuatro mujeres han sido víctimas de acoso político durante la campaña electoral. 

¿Qué represalias o consecuencias pueden sufrir las mujeres que son acosadas políticamente?

Es bien difícil. Yo conozco, de primera mano, testimonios que me han sido compartidos personalmente. Las candidatas primero reciben una etiqueta, no se les llama por sus nombres, sino por la etiqueta. Después se empiezan a divulgar rumores que no son necesariamente verdaderos. De esta manera, se busca desprestigiar su trayectoria e invalidar su participación en la política. Esto pasa en Facebook, grupos de Whatsapp y de manera presencial. Como consecuencia, las candidatas que inician su vida política, y aquellas que sacrifican su vida para entrar en política están en un punto de partida muy diferente que al de varios hombres. Ya sabemos que las candidatas serán atacadas por tener un hijo, por dejar de estar en casa, por no cumplir los estereotipos que se esperan que ellas cumplan. Más bien ellas serán atacadas por estar en un campo que es esencialmente masculino: la política.

Como entran en desventaja, la gestión de su campaña incluye la necesidad de defenderse permanentemente para legitimar por qué tienen que hacer política siendo mujeres, madres, indígenas o afro descendientes. Muchas veces es difícil porque los propios espacios o medios de comunicación hacen que ellas tengan que justificarse permanentemente. También, deben lidiar con la culpa, los problemas y las agresiones. Entonces pasamos de la simple manera de etiquetar a alguien a un estereotipo.

El JNE ha impulsado una plataforma web donde las postulantes pueden denunciar casos de acoso ¿Hay otra alternativa para frenar o disminuir esta mala práctica?

Primero necesitamos normas que establezcan sanciones claras. Luego, efectivamente, una plataforma para las denuncias. Lo que pasa es que, en los actos de violencia contra la mujer, mucha gente teme que la institución o la policía pase por agua tibia la denuncia. Hemos visto casos en que se pide un conjunto de informaciones o documentos que no ayudan a las mujeres a continuar con su denuncia. En cuanto a la violencia en el marco político, creo que muchas veces se desconoce lo que es acoso. Además, hay que plantear el acoso político en escenarios virtuales. Por ejemplo, el pacto ético electoral se ha adaptado al contexto virtual y plantea un conjunto de lineamientos para el comportamiento ético en campañas digitales. En producto a las transformaciones que estamos viviendo en la política, a raíz de la pandemia en nuestro país.

Las redes sociales son la cuna para propiciar el acoso. ¿Qué pasaría con el acoso político virtual? 

No sabemos mucho si a las candidatas les mandan mensajes de textos acosándolas. Asimismo, no hemos hecho un seguimiento exhaustivo que se traduzca en data sobre los comentarios de las personas en redes. Sabemos que en plataformas como Twitter hay ataques directos y reacciones específicas. Todo esto debe constituir una evidencia de cómo se configura, actualmente, el acoso político.

¿Crees que sería factible una ley que frene el acoso político exactamente?

Ya hay propuestas que van en ese sentido. El año pasado el JNE impulsó un conjunto de normas. Para la aprobación de las normas contra el acoso político, se busca actualizar el proyecto de ley del código electoral. Además propone diversas sanciones. Tengo entendido que estas discusiones siguen pendientes.

Por otro lado, se creó la ley 31030 para garantizar la paridad y alternancia de género en las listas de candidatos. En la práctica, ¿esta ley se cumple y ayuda a disminuir la brecha de género?

No solo hay que ver si se cumple con la paridad o alternancia, sino quién encabeza las listas. Hemos visto en nuestro país que la utilización del voto preferencial es limitado. No es que las personas vayan a votar y marquen el número 7 y el 15, sino que mucha gente vota por el 1 y el 2. ¿Cuántas mujeres encabezan estas listas? Ahí el número de paridad se reduce. Esto es importante porque en otros países latinoamericanos se ve que la cabeza de la lista es mujer y que eso tiene un efecto de arrastre; es decir, la gente se inclina a votar más por las mujeres. Esto nos indica ciertas rutas que podrían seguirse en el Perú, como promover el encabezamiento de listas femeninas. Lo podríamos promover como otra herramienta complementaria, más allá de la estricta paridad y alternancia.


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