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Nacional 13 de abril de 2020

Compartimos la columna de Deborah Delgado Pugley, investigadora invitada en IDEHPUCP, publicada en La República.


Sabemos que la Amazonía es diversa, dinámica y compleja. No deberían tratarse a sus regiones como si fueran parte de un único y “mismo paquete”. Aquí quisiera hacer justicia a sus diferencias. Pero también presentar algunas características comunes que las hacen vulnerables frente a esta pandemia. La primera, el sistema de salud es particularmente deficiente en las regiones amazónicas. Es ocasión de corregir este legado histórico. Recordemos que los centros de salud fuera de las capitales son puntos vitales. En ciudades intermedias con puertos fluviales muy conectados como Nauta en Loreto, no se tienen las condiciones para atender a la población. Hasta el jueves, 4 miembros del personal ya daban positivo sobre 19 casos diagnosticados en la localidad. Uno de ellos había visitado comunidades indígenas y centros poblados ribereños durante el tiempo estimado de incubación del virus. Mientras tanto, los centros de salud de las comunidades simplemente han cerrado.

La segunda, hay descontento por la baja implementación de los recursos financieros y la gestión de los gobiernos regionales. Esto es particularmente cierto en Loreto, Ucayali, Madre de Dios y San Martin, en donde hay escándalos por deficientes ejecuciones del presupuesto antes y durante la pandemia. De los casi 8 millones de soles destinados a Loreto, solo se han ejecutado el 24.7%. En Madre de Dios, de los 2.6 millones se han ejecutado el 0%. En San Martín hay problemas similares. Hay personal de salud en primera línea sin sueldos desde enero.

Tercero, la gente aún no tiene conciencia de la importancia del tema y cómo enfrentarlo. La Amazonía es multicultural y la comunicación aún no se adapta a ello. El MINCUL dispuso la elaboración de materiales en lenguas nativas. Se tradujo rápido y bien. Pero se mantienen las mismas plantillas que se usan en Lima. Así, la traducción no forma parte de una estrategia de comunicación clara que llegue a la gente. La focalización de la ayuda social está mostrando sus límites y es ocasión de subsanarlos. En Loreto hay familias sin acceso a programas sociales ni bonos. La ayuda es clave porque la seguridad alimentaria es vital en zonas donde la malnutrición es endémica. Muy grave y de fondo: en muchos lugares la gente no tiene agua potable (cuando hay que lavarse continuamente las manos) y las condiciones de habitabilidad permiten soportar una cuarentena. Además, todas las regiones están expuestas a economías ilegales (minería, tala, coca) que siguen operando y son vectores de contagio y violencia. Las diferencias. Varias pero no todas las regiones tienen grandes fronteras. Están expuestas a la influencia de la política que tomen otros países. Manaos y Santarém, ciudades brasileras, ya son focos desde donde viajan infectados. Lo mismo pasa en la frontera con Ecuador. Las estrategias de contención transfronterizas son claves.

Frente a la perspectiva actual hay que ser realistas: el virus está en la Amazonía y se agravarán muchos casos de COVID-19. La respuesta debe ser intersectorial y responder a la realidad amazónica. Activemos medios logísticos de emergencia para atenderles: las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y el MIDIS pueden actuar. La gente se informa mejor cuando el Estado colabora con las organizaciones indígenas, las redes de radios y las iglesias. A mediano plazo, los gobiernos regionales amazónicos deben mejorar sus capacidades. Esto será clave para la recuperación social y económica post COVID-19 en un mundo que será diferente.