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Entrevistas 12 de mayo de 2020

Por: Juan Takehara (*)

Tras el anuncio del Gobierno de que se reabrirá algunas actividades comerciales durante el estado de emergencia, comienzan las discusiones sobre cómo se deberá rediseñar las vías de transporte. Hay demasiadas variables todavía y faltará tiempo para pensar cómo nos moveremos en las calles y avenidas de forma segura, pero también fluida. ¿Qué ciudad es la que nos espera? Conversamos con la magister Mariana Alegre, profesora del Departamento de Ciencias de la Gestión PUCP y directora ejecutiva de Lima Cómo Vamos. 

Esta pandemia ha generado un debate sobre cómo repensar la ciudad. Se habla de hacer un nuevo trazado en la forma cómo nos movemos, de buscar distancias más cortas y eficaces, pero realmente ¿hasta dónde alcanzan los recursos para este tipo de soluciones y cuántos estaremos en la posibilidad de realizarlos?

Tenemos que pasar del “quédate en tu casa” al “quédate en tu barrio” para ir reabriendo las ciudades poco a poco y eso implica procurar que la mayor cantidad de necesidades básicas y no básicas sean atendidas a nivel barrial. Eso obviamente es muy difícil. Hay viajes que van a ser obligatoriamente fuera de la zona del barrio como aquellos vinculados al trabajo para quien labora fuera de su barrio, o viajes al médico o a visitas familiares. Sin embargo, lo que hay que hacer es minimizar la necesidad de salir y eso implica traer a la unidad barrial muchos servicios, acciones y procesos, como trámites municipales, para los cuales se podrán organizar mecanismos para acercarse al barrio en vez de que los ciudadanos vayan a la municipalidad para aquellos procesos que no puedan ser digitales o para justamente atender la necesidad de gente que no tiene acceso digital. En ese sentido, nosotros estamos promoviendo un proyecto llamada “reinicia tu barrio” que justamente busca identificar los valores y las fortalezas de los barrios y también las vulnerabilidades, para trabajar y promover redes de atención, cuidados y abastecimiento, etc. a nivel de la unidad barrial.

Hace mucho se viene hablando sobre el derecho de exigir una ciudad digna, en el sentido que respete primero al transeúnte, que no se construya a partir de aislar o exponer a las personas. ¿Cómo se puede educar desde la academia sobre el derecho a vivir en una comunidad? 

Aquí un riesgo muy importante – porque parte de la solución al modelo – implica hablar de la movilidad sostenible en caso de la pandemia, y puede haber una especie de frivolización del discurso. A mí me preocupa un poco que justamente a partir que esto se vuelve como “de moda» o se hace necesario que se empiecen a implementar los proyectos y la gente diga no, el concepto de movilidad sostenible no funciona. Creo que es importantísimo que desde la academia se promueva y se gestione el rol de agente comunitario; el universitario que tiene un montón de privilegios porque está en la universidad necesita tener un rol convocante, respetuoso – ahora más que nunca – en su comunidad.

«La gente elige utilizar un colectivo porque el sistema de transporte que existe actualmente no le ofrece una alternativa que cumpla con sus necesidades»

Hay voces que exigen que se autorice a el transporte de autos privados para evitar el contagio. Otros, piden masivamente que vayamos en bicicleta a trabajar. En una pandemia que tiene todavía para muchos más meses ¿cuál debería ser un balance correcto?

Siempre habrá voces que promuevan el transporte de autos privados y claro que algunos privilegiados con dinero van a poder comprarse un carro o usar el que ya tienen, pero eso, por más que pueda resolverles la vida a algunos pocos, no va a resolver la vida o salud de muchísimas personas. En ese sentido, el balance apropiado es promover medios más sostenibles como la bicicleta o la caminata para reemplazar viajes que se hacen en el transporte público o colectivo y de esa manera descongestionar los buses para que las personas puedan guardar mejor la distancia social. Eso incluye obviamente de otra serie de mecanismos de cuidado y gestión misma del sistema. Pero aparte de eso, implica que el sistema se organice para justamente lograr provocar y promover con fluidez correcta la seguridad a los ciclistas, peatones, etc. y obviamente a los usuarios de transporte público, quienes necesitan tener carriles exclusivos. Las veredas tendrán que ser ensanchadas. Esto significa tener que usar ciclovías, y que el uso de la pista que estaba casi destinada exclusivamente al conductor del auto particular se va a reducir, pero eso no significa que va a ir más atrapado en el tránsito. Al contrario, si se adopta buenas medidas de gestión podría haber mayor fluidez también para ellos, sin que necesariamente haya más accidentes.

El uso de colectivos o «transporte al paso» surge como una alternativa informal que de alguna manera soluciona carencias de transporte, pero a la vez expone a los usuarios a cualquier accidente. ¿La pandemia puede ser un remedio para evitar el uso de este tipo de movilidad?

La gente elige utilizar un colectivo porque el sistema de transporte que existe actualmente no le ofrece una alternativa que cumpla con sus necesidades. No tiene plata para comprarse un auto ni para pagar un taxi todos los días, y el bus o buses que existen no lo llevan a su destino ni de la manera ni de la forma como necesitan llegar con lo cual optan por un medio intermedio que es el colectivo, que es claramente informal y es un paratránsito. En ese sentido, es el sistema mismo que tiene que ofrecer a la ciudadanía una forma para que estas personas puedan insertarse en modelos masivos, colectivos y seguros en vez de recurrir a medios que además ponen en riesgo su vida.

Finalmente, hay un plan para crear una red de ciclovías en la ciudad – todavía no se ha utilizado de forma masiva- pero ¿qué expectativas tiene y sobre todo qué faltaría a esta propuesta para que se vuelva parte de la llamada «nueva normalidad»?

Creo que estas ciclovías que por ahora son concebidas como temporales tienen que volverse permanentes y eso implica tener consideraciones muy rigurosas de seguridad vial para con los ciclistas. Una forma apropiada es, por ejemplo, disminuir la velocidad de los autos en las zonas donde ahora van haber ciclovías nuevas o temporales para proteger la vida e integridad de los usuarios de bicicleta, que además van a ser muchos más que los que había antes. Se tiene que calcular la situación de ciclovías pensando en la nueva demanda. Antes teníamos un porcentaje pequeño de gente montando bicicleta. Ahora tendremos muchos más a partir de la pandemia. Con mayor razón, entonces, se necesita tomar previsiones.

(*) Integrante del área de Comunicaciones IDEHPUCP.


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