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Notas informativas 17 de abril de 2018

Más que una Cumbre lo que vivimos hace unos días parecía un despeñadero político, al menos así fue la antesala de la VIII Cumbre de las Américas. Las ausencias de Nicolás Maduro y el patriarca de los Trump generó incertidumbre respecto a la viabilidad de lo que se acordaría en este evento.

¿No creen que los presidentes que nos chotearon desaprovecharon una gran oportunidad? ¿Qué mejor lugar para hablar sobre el tratamiento de los efectos de la corrupción en la institucionalidad democrática que Lima? ¡Podrían haber aprendido sobre la corrupción in situ!

Sin tener los reflectores encima un espacio importante dentro de la Cumbre de Lima fue el ocupado por los pueblos indígenas a través del Foro de los Pueblos. Que mejor mejor anfitrión para abordar este tema que el Perú, en donde la consulta previa resulta usualmente una formalidad.

Otro espacio donde se intentó visibilizar el liderazgo de los Pueblos Indígenas fue la denominada Cumbre de los Pueblos. Anticumbre que pone sobre la mesa una agenda que critica el modelo económico y de gobierno que predomina en el continente.

Quienes se reivindican como líderes en este espacio no son los jefes de estado, sino los líderes originarios de los pueblos.

Ambos eventos se llevaron a cabo casi lo mismo días, ¿existió un propósito común entre ellos? Hoy abordaremos la  Cumbre y anticumbre y el liderazgo de los PPII. Esto es Amigos con DERECHOS, un podcast para entender cómo los derechos humanos impactan en nuestras vidas. Bienvenidos al Episodio 6.

INVITADOS

  • Ketty Marcelo, vocera del Pacto de Unidad de los Pueblos Indígenas; Gustavo Zambrano, responsable de Pueblos Indígenas del Idehpucp.
  • Leslie Villapolo, docente del diplomado en Interculturalidad y PPII Amazónicos de la UARM; Anahí Durand, vocera de la Cumbre de los Pueblos.

El dato Idehpucp

Lo óptimo en una Cumbre de las Américas es la elaboración de un documento final con un acuerdo final firmado por los países participantes. Pese a que en las últimas dos ediciones, en Colombia (2012) y Panamá (2015), no se firmó un acuerdo; en esta edición se concretó el Compromiso de Lima. Este reconoce que “la prevención y el combate a la corrupción son fundamentales para el fortalecimiento de la democracia y el Estado de derecho”.