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27 de noviembre de 2017

Con la creación del programa Beca 18 en 2012, se inició el otorgamiento de becas integrales para estudios superiores a víctimas del conflicto armado interno. Dicho programa estatal se alineaba con la implementación del Plan Integral de Reparaciones creado en 2005. A cinco años de inicio y luego mil 477 becas entregadas a las víctimas, un equipo de investigación del Idehpucp[1] evaluó los alcances de la beca a través de la experiencia de los propios beneficiarios.

Uno de los aspectos más determinantes en el análisis de la implementación es el perfil demográfico de las víctimas. La edad constituye un factor de tensión, pero también de articulación para el acceso, desarrollo y egreso del programa. Dado el letargo que implicó la implementación de reparaciones, una gran parte de las víctimas son adultas mayores que exigen su derecho al estudio para generar oportunidades de desarrollo para sus familias.

Así, podemos identificar, sobre todo, dos tipos de becarios según su edad. Por un lado, los adultos, que poseen una mayor conciencia de sus derechos como víctimas ejerciendo mayor fiscalización, pero tienen mayores dificultades en la nivelación académica y un mayor miedo a no poder concluir con los estudios. Por otro lado, se tienen becarios jóvenes, sean víctimas directas o hijos o nietos a los que se les ha transferido el derecho por parte de una, quienes en su mayoría tuvieron que independizarse para poder estudiar. A ellos se les dificulta administrar el dinero de la beca, aunque poseen mayor motivación para seguir con sus estudios En ambos casos desarrollan estrategias para enfrentar las dificultades: los adultos crean grupos de aprendizaje y los más jóvenes, buscan a los adultos como referentes no estrictamente académico pero sí de liderazgo y acompañamiento.

Otra diferencia categórica son las brechas de género dentro del espacio académico. Las becarias no solo tienen que lidiar con las dificultades socialmente atribuidas como mujer, de procedencia rural y víctima, sino también con los estereotipos de género respecto de ser madres, hermanas o hijas, donde surge el sentimiento de “culpa” por alejarse de las tareas del hogar como la crianza de los hijos o dedicar menos tiempo a la familia o a la pareja. Estos estereotipos también se reflejan en los becarios adultos hombres, quienes a veces reciben el reclamo de sus parejas por “abandonar” su función asignada en la sociedad: ser el sustento familiar. Esa necesidad dificulta llevar la beca y no generar ingresos económicos.

Pero en ambos perfiles existe un mismo factor: para la mayoría de los becarios entrevistados, la educación es un proyecto familiar. Sea para los adultos como medio para brindarle oportunidades a sus hijos, aunque se descuide el factor laboral; o sea para los jóvenes que deben dar parte de su beca para el apoyo a sus padres o hermanos, se percibe una centralidad en la familia. Esta, a su vez, se vuelve motivación y soporte emocional dentro de su carrera académica.

Esta evidencia sugiere considerar las diferentes vivencias de los becarios REPARED en su proceso de acompañamiento académico. El componente de reparación de un programa tan importante como la Beca REPARED, en tanto brinda oportunidades para crear un nuevo proyecto de vida, no solo se trata del otorgamiento de la beca, sino de garantizar que el o la beneficiaria pueda completar sus estudios, sin a la vez descuidar sus derechos e identidad. De este modo, brindar facilidades de trabajo a los y las becarias adultas, tolerancia hacia las responsabilidades de quiénes son padres y madres de familia o asesorar el manejo financiero de los y las más jóvenes pueden colaborar con generar un verdadero sentido de reparación no solamente para los beneficiarios, sino para sus familias.

*Escribe: Henry Ayala, investigador del equipo y coautor de la publicación ‘La Beca Repared: Oportunidad y derecho en el Programa de Reparaciones en Educación’. Ayala es además integrante del área de Proyectos y Relaciones Institucionales del Idehpucp.


[1] El equipo de investigación ha estado conformado por Iris Jave (coordinadora), Henry Ayala, Silvana Mestanza y Félix Reátegui.