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Notas informativas 25 de junio de 2019

La necesidad de fortalecer la democracia y sus instituciones ha sido el principal objetivo del Presidente Martín Vizcarra frente a la llegada de la celebración del Bicentenario en el Perú. Para ello, se han presentado en las últimas semanas una serie de propuestas, debates públicos y hasta discusiones acaloradas en el Pleno del Congreso, con el fin de agendar, debatir y aprobar las reformas políticas necesarias.

Con el objetivo afrontar la poca legitimidad del sistema de representación actual, resulta necesario abordar el problema desde diversas aristas, tales como modificar la conducta de nuestros representantes, generar un mayor compromiso e involucramiento de los ciudadanos y ciudadanas en el proceso democrático, mejorar los modelos de gestión pública existentes, y fortalecer las instituciones encargadas del control político y judicial[1].

Si bien estos componentes sociales y políticos del problema son muchos y complejos para ser modificados a través de meros cambios normativos, la aprobación de las reformas resulta relevante para generar los incentivos necesarios para ahondar en dicho trabajo.

Usando el caso de la representatividad de los jóvenes en la política. Las normas sobre procesos electorales generales (Presidencia y Congreso) y las normas sobre partidos políticos existentes, no han cumplido con fomentar su participación e inclusión en los procesos de toma de decisiones. Cabe señalar que acorde con nuestro marco normativo, se considera a los ciudadanos y ciudadanas jóvenes a aquellos que cuentan con menos de 29 años[2].

Según los datos del padrón electoral utilizado para las elecciones generales del 2016, hubo un total de 28% de jóvenes, que representan casi 6 millones y medio de personas en el Perú. Sin embargo, según los datos de las listas de candidatos al Congreso, solamente 4% pertenecían a este grupo etario[3], siendo un grupo claramente sub-representado en las elecciones a diferencia de otros grupos donde el porcentaje de candidatos es mucho más alto que su representación en el padrón.

CategoríaPorcentaje en el Padrón (22 901 954)Porcentaje de candidatos (1270 total)
Menores de 29 años28%4%
Entre 29 y 39 años25%21%
Entre 40 y 49 años18%28%
Entre 50 y 59 años13%28%
Entre 60 y 69 años9%16%
70 años a mas7%3%

Esto no mejora si analizamos la información de los congresistas electos, donde solo dos congresistas, de los 130, fueron elegidos siendo menores de 29 años (para agregar a esta estadística, solo 21 congresistas fueron elegidos con menos de 39 años).

En relación a la tasa de participación en organizaciones políticas, la cantidad de jóvenes que están afiliados a los partidos políticos[4] (125 462), constituyen únicamente el 1.8% del total de jóvenes en el padrón electoral. Mientras que la estadística general muestra que el 6.7% del total de personas en el padrón electoral se han inscrito en un partido político. Esta falta de interés de los jóvenes en participar en dichas organizaciones puede ser explicada por el poco espacio con el que cuentan dentro de la estructura partidaria, y la poca visibilidad que tienen al momento de asumir cargos partidarios o encargos para candidaturas generales.

Los jóvenes no sólo deben ser los destinatarios de las políticas que dicta el Estado, sino que deben ser los propios actores en el proceso de aprobación de sus normas. Recordemos la entonces llamada “Ley Pulpín”, hacia finales del 2014, que congregó grandes manifestaciones por parte de los estudiantes universitarios por decisiones adoptadas por el Gobierno en relación a su acceso al trabajo, sin tomar en cuenta sus necesidades e intereses.

De esta manera, si bien cierto que participar de procesos electorales no es la única manera de participar en la vida política en general, la inclusión de los y las jóvenes en los cargos de decisión, permite confrontar visiones tradicionales sobre problemas actuales, y canalizar demandas específicas y particulares de estos grupos.

Por ello, involucrar a los y las jóvenes dentro de los mecanismos de representación es, sin duda, una reforma necesaria que permitiría aumentar la legitimidad de las instituciones y de nuestra democracia. Si bien el cambio normativo puede resultar insuficiente para alcanzar dicho objetivo, una modificación del sistema de elección interna en los partidos, democratizando y transparentando los procesos de selección de candidatos, puede generar ciertos incentivos para ello. Asimismo, cabría la pena seguir analizando la tan controvertida reforma sobre la conformación del Congreso. Un sistema bicameral podría mejorar la representatividad de la sociedad, y motivar a los partidos políticos a incluir más jóvenes en sus candidaturas.


[1] Informe Final de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política. p.6

[2] Ley Nro. 28869, Ley que promueve la participación de la juventud en las Listas de Regidores Provinciales y Municipales

[3] Jurado Nacional de Elecciones. Estadísticas de las Elecciones Generales 2016

[4] Jurado Nacional de Elecciones. Registro de Organizaciones Políticas