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Notas informativas 26 de febrero de 2019

[Escribe: Ariana Jáuregui*] Al momento se han registrado 12 muertes de personas venezolanas con VIH en el Perú debido a negligencias en la atención, que son mediadas por la discriminación, la falta de recursos y la poca información. En el Hospital Santa Rosa de Piura, un joven de 30 años que falleció debido a que, incluso después de pagar la cita con el médico infectólogo, este se negó a atenderlo[1]. En el Hospital Dos de Mayo, otro joven falleció al no poder pagar el costo de una máquina especial que necesitaba para su tratamiento, que por sesión ascendía a los 1500 soles[2]. En Los Olivos, una persona falleció en su cuarto por no poder costear la hospitalización, sumándose a los casos en los que el empeoramiento de la situación de salud escala al punto de ingresar al hospital por Emergencias[3].

Venezuela atraviesa una crisis política, social y económica que ha generado una migración masiva de más de 3 millones de personas a distintos países de América Latina. Entre las más de medio millón de personas que eligieron Perú como destino temporal o permanente existen necesidades diferenciadas, y distintos niveles de urgencia y riesgo. Un grupo en situación de emergencia es el de las personas viviendo con VIH, por lo que nos reunimos con un especialista en la materia, Julio Rondinel, que se desempeña como activista y Coordinador Regional de Callao de ForoSalud y dirige la Mesa Temática Nacional sobre VIH/Sida en esta organización. A partir de esta conversación, decidimos contrastar los datos con algunos mitos que suelen circular en la opinión pública y los medios de comunicación.

Mito 1: Hay muchas personas venezolanas con VIH

Un informe sobre la situación de las personas venezolanas con VIH realizado por ForoSalud calcula que hay alrededor de 88 mil casos detectados de VIH[4], cifra que ha ido en aumento en los últimos años debido al desabastecimiento de métodos de prevención (como condones y otros métodos de barrera) y de insumos para realizar pruebas y diagnósticos (pruebas rápidas o Elisa). Como comenta Rondinel, se estima que el 10% de personas diagnosticadas ha decidido migrar a los distintos países de la región por la imposibilidad de acceder a los retrovirales, medicación necesaria para evitar el escalamiento del virus. En Venezuela, no solo los centros de salud que deberían proveer gratuitamente la medicación están desabastecidos, sino que conseguirlos de forma particular implica un costo de 115 salarios mínimos, equivalentes a 9 años y 7 meses de sueldo[5]. En ese sentido, la motivación para salir de su país es el riesgo real y tangible para su vida, sobre todo para aquellos que llevan varios meses sin poder tomar la medicación.

En Perú, según información del Ministerio de Salud, hay 1022 personas venezolanas con VIH accediendo a la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), de las cuales 912 están en Lima y 110 en otras regiones. Este número es significativamente menor al total de personas venezolanas viviendo en Perú, que supera el medio millón.

Mito 2: Las personas venezolanas tienen VIH porque son promiscuas

Es necesario reflexionar sobre la promiscuidad como etiqueta. A diferencia de otras enfermedades como el cáncer, la neurodiversidad o las situaciones de discapacidad, el VIH se relaciona con la sexualidad de personas que viven con el virus y se ha asociado a grupos específicos que siguen siendo discriminados (personas homosexuales, trans y trabajadoras sexuales). Por este motivo, existe una carga valorativa y moral que enmarca la enfermedad, la cual se agrava al intersectarse con las narrativas sobre las personas migrantes. En la construcción de un discurso sobre las personas venezolanas, la sexualidad se utiliza como elemento delimitante para construir a un “otro”. Esto ha significado, por un lado, la exotización o erotización de sus cuerpos y, por otro, la lectura de sus prácticas y actitudes como promiscuidad.

Mito 3: El Permiso Temporal de Permanencia (PTP) otorga aseguramiento para el Seguro Integral de Salud (SIS)

El SIS es un tipo de aseguramiento que se otorga gratuitamente a los hogares que hayan sido categorizados en situación de pobreza o pobreza extrema por el Sistema de Focalización de Hogares (SISFOH) que cada municipio debe gestionar a través de su Unidad Local de Empadronamiento (ULE). Si bien el PTP regulariza la situación de personas migrantes y les da acceso al trabajo, no afilia al SIS ni a EsSalud. La condición de refugiado o solicitante de refugio tampoco implica la afiliación automática. Solo las personas con una condición migratoria especial pueden solicitar la evaluación para el aseguramiento gratuito en su municipio, bajo los requisitos señalados. En ese sentido, las personas venezolanas con PTP o condición de refugio deben pagar sus consultas, diagnósticos y medicinas para cualquier enfermedad que tengan, tanto en centros de salud públicos como privados.

Mito 4: El Estado peruano está priorizando sus recursos hacia las personas venezolanas sobre propia población

El argumento de que las personas venezolanas están “invadiendo” los servicios de salud y “robando” los recursos que deberían ser para los peruanos, se ha utilizado para justificar la exclusión en los centros de salud. Como parte de esfuerzos internacionales para combatir la transmisión y el escalamiento de la enfermedad, el Estado peruano ha adoptado normativas que permiten el acceso gratuito a la medicación. En 1996, se aprobó la Ley N° 26626 conocida como Ley Contrasida, y un año después, su reglamento, la cual fue modificada y ampliada en 2004 por la Ley N° 28243. Estos instrumentos establecen obligaciones para el Estado peruano, que debe garantizar el diagnóstico oportuno, la accesibilidad de la atención y la gratuidad del tratamiento y los medicamentos. Esto aplica para todas las personas independientemente de su nacionalidad.

Para las personas venezolanas con VIH, la medicina es gratuita, pero los costos de las consultas y diagnósticos son elevados, ya que no tienen seguros que los cubran (el SIS, EsSalud o seguros privados). Julio Rondinel nos explica cuáles son las implicaciones de ello:

“El tratamiento es gratuito, pero para acceder a ellos tienes que ser atendido en un hospital nacional, abrir una historia clínica que significa pasar por una consulta y tener una prueba confirmatoria de que tienes VIH. Debes pagar la consulta y pagar los exámenes de diagnóstico: si tienes tos, si tienes diarrea, te harán exámenes de tuberculosis, exámenes gastrointestinales, tratarán de ver si tienes alguna enfermedad asociada para saber qué medicación darte. Eso irá elevando el costo. (…) Los exámenes pueden llegar a costar entre 350 y 800 soles».

Aún más, el tratamiento solo se otorga en hospitales nacionales, debido al nivel de complejidad de la enfermedad. Así, a los costos de los diagnósticos, se les suma el costo por los desplazamientos a los tres hospitales nacionales de Lima o los dos del Callao[6]. No solo significa desplazarse largos trayectos repetidamente, sino también la posible pérdida de varios días de trabajo. El riesgo aumenta por el tiempo de espera para poder sacar una consulta, que en los hospitales nacionales puede llegar hasta un mes, y el tiempo que toma recibir los resultados de diagnóstico de VIH y otras enfermedades. El único laboratorio a nivel nacional en el que se determina la carga viral es el Laboratorio de Microbiología y Biomedicina del Instituto Nacional de Salud (INS), por lo que los resultados demoran mínimo quince días.

Las dificultades que enfrentan las personas venezolanas con VIH se presentan en todo su trayecto migratorio. La inaccesibilidad de pruebas y tratamientos precariza su estado de su salud, influyen en su decisión de migrar, y los enfrenta a un país que presenta barreras para su atención y estigmatiza su situación. El trabajo que venga deberá ser articulado y focalizado, centrando los esfuerzos hacia las poblaciones que están en mayor situación de riesgo.

*Escribe: Ariana Jáuregui, integrante del Área Académica y de Investigaciones del IDEHPUCP.


[1] ForoSalud (2018). Impacto de la migración forzada de las y los ciudadanos venezolanos que viven con el VIH/SIDA por el desabastecimiento de antiretrovirales. Callao, pp. 52-53.

[2] ForoSalud (2018), ibíd., p. 53.

[3] ForoSalud (2018), ibíd., p. 53.

[4] ForoSalud (2018), ibíd., p. 33.

[5] ForoSalud (2018), ibíd., p. 35.

[6] Los hospitales nacionales en Lima son el Arzobispo Loayza (Cercado de Lima), el Dos de Mayo (Cercado de Lima) y el Cayetano Heredia (San Martín de Porres), mientras que en Callao son el San José y el Daniel Alcides Carrión (Bellavista).