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Opinión 17 de julio de 2017

¿Por qué 25 años después recordamos esto? ¿Qué pasaría si dejáramos de hacerlo? Abandonaríamos el rumbo hacia una identidad colectiva que se construye sobre la memoria. Abandonaríamos, como en palabras de Guillermo Nugent, Director del Lugar de la Memoria (LUM), nuestros límites. «Cuando hablamos de legalidad, de derechos humanos, fundamentalmente estamos hablando de límites. No son en primer lugar impedimentos, son la formación de un espacio que permite compartir sentidos de justicia, libertades, necesidades, propiedades. Un espacio de encuentro, en suma. Esos son los límites de una legalidad democrática, muy opuestos a la imposición autoritaria que persigue y aniquila», afirma Nugent.

Un cuarto de siglo después, los familiares de los estudiantes víctimas de La Cantuta, y familiares de las víctimas del atentado en Tarata, pero también la sociedad civil, siguen reuniéndose para conmemorar episodios que dan cuenta de la época más cruenta del conflicto armado. «[Esto es] una demostración de amor, que se ha convertido en fuerza», dijo Carmen Amaro, hermana de Armando Amaro, el domingo 16 de julio durante la romería que llevaron a cabo en el Cementerio El Ángel. El mismo día, se llevó a cabo un homenaje a las víctimas del atentado en Tarata, en el LUM.

El mismo martes 18 de julio, los familiares de los estudiantes y el profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, realizarán una vigilia frente a Palacio de Justicia a partir de las 6:00 p.m. En esta ocasión los unen dos demandas: manifestarse en contra del indulto y reunirse con el presidente Pedro Pablo Kuczynski, indican los medios locales. Sobre esto último, se reporta el ingreso de una carta a la Presidencia del Consejo de Ministros, solicitando una reunión de los familiares y representantes de la sociedad con el actual mandatario.

A 25 años de estos hechos y con la apertura de un nuevo caso por el asesinato de un grupo de pobladores de Pampa San José y Caraqueño, del distrito de Pativilca, en Barranca, el recuerdo y la conmemoración de las víctimas resultan, sobre todo, relevantes. La memoria y la posibilidad de madurez que ésta nos depara deben primar en estas fechas, así como nuestro sentido crítico, como indica Nugent.