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Opinión 5 de agosto de 2014

Debido a la ya cercana culminación de este segundo decenio, la conmemoración de este año centrará su atención en “(…) acortar las diferencias y hacer efectivos los derechos de los pueblos indígenas”[1]. En esa línea, durante los días 22 y 23 de setiembre se estará llevando a cabo en Naciones Unidas la Primera Conferencia Mundial sobre Pueblos Indígenas. En esta reunión no solo se buscará compartir los avances en la implementación y consecución de los objetivos de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, sino que se espera una nueva agenda y plan de trabajo sobre el tema para los siguientes años. 

En este contexto, luego de todos estos años de trabajo sobre la materia, cabe preguntarse ¿qué es lo que se ha buscado con estas actividades dentro del marco de las celebraciones mencionadas?

Han sido varios los temas alrededor de los cuales las Naciones Unidas y sus órganos trabajan respecto a la temática de los pueblos indígenas a nivel mundial. Pero son dos materias las que se deben resaltar y se desprenden de la lectura de las resoluciones aprobadas[2] por la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando se promulgaron los dos decenios internacionales a los que se ha hecho mención:

(i) Generar una mayor conciencia de la necesidad de mejorar la situación económica, social y cultural de estos pueblos respetando sus características distintivas y sus propias iniciativas, y

(ii) Generar un fortalecimiento de la cooperación internacional para la solución de los problemas con que se enfrentan los pueblos indígenas en cuestiones tales como los derechos humanos, el medio ambiente, el desarrollo, la educación y la salud. 

Desde hace años, ambas premisas han sido los pilares – y pautas – para la serie de actividades que, en esta materia, se han venido realizando a nivel mundial. Ambas, a su vez, tienen un elemento común: el compromiso de generar mejores condiciones de vida a los ciudadanos indígenas y las culturas a las que pertenecen. Es decir, no solo hay que implementar acciones y tareas que ayuden a reconocer el valor de la diversidad cultural indígena como riqueza humana, o garantizar los derechos de estos pueblos. El trabajo se encuentra en realizar estas acciones apuntando a que se genere que sus condiciones de vida no solo se mantengan, sino que mejoren cuando se encuentren en situaciones de alta vulnerabilidad. Es decir, hablamos tanto de valorar la diversidad pero sobre todo actuar en pos de que esta perviva.

Al respecto, los esfuerzos de las Naciones Unidas han sido enormes en todos estos años, lo cual hay que felicitar. Y el Perú no ha sido ajeno a estos avances. Es por ello que corresponde también preguntarnos ¿cuál ha sido el resultado de este trabajo en un país como el Perú?  En un día como el 9 de agosto, ¿qué es lo que el Perú puede decir ha conseguido para mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas?

Podríamos decir que existen avances de carácter legal e incluso que, institucionalmente, el tema está cada vez más presente en la manera cómo el Estado toma decisiones. Pero los logros que se alcancen no solo deben establecerse en el plano formal; hay que ver el impacto de este tema en la forma cómo la sociedad peruana en su conjunto trata a los ciudadanos y ciudadanas indígenas. Para ello, revisemos rápidamente dos casos que nos sirven para reflexionar sobre cómo el tema de los pueblos indígenas es visto aun por la opinión pública y la sociedad en su conjunto en el país.

El primer caso no ocurre dentro de nuestras fronteras, pero sí muy cerca. El pasado 29 de junio, en Brasil, un grupo de indígenas que viven en situación de aislamiento estableció contacto con indígenas asháninkas habitantes de la Aldeia Simpatia y funcionarios de la entidad estatal brasileña Fundación Nacional del Indio (FUNAI). Según la nota de prensa de la FUNAI, este contacto sucedió en territorio indígena Kampa en las inmediaciones de la parte alta del rio Envira, en el estado de Acre, al noroeste de Brasil y cerca de la frontera con Perú. Dicho contacto fue registrado en video, y las imágenes sirvieron de evidencia para que la prensa, tanto peruana como extranjera, abordase el tema. 

La exposición mediática del suceso presentado genera una serie de reflexiones respecto a cómo este tema es abordado por la opinión pública peruana. Particularmente, llaman la atención dos cosas. Primero, que se siga hablando en términos de encuentro de civilizaciones. No es que ello no sea del todo cierto, pero son términos que no solo ya no se utilizan en estos casos, sino que además, al usarlos, evidencian confrontación y distanciamiento. Tomando en cuenta las preguntas que hace Ryszard Kapucscinski ¿qué actitud tomar ante el Otro? y ¿cómo tratarlo?,[3] somos de la opinión de que al hablar en términos de civilización estaríamos viendo este encuentro como una comparación entre lo que sería “lo civilizado” y “lo que no lo está”. La consecuencia es que se generaría una distancia entre seres humanos y culturas al ver a unos por encima de otros, lo cual hay que evitar.

Lo segundo que llama la atención es que esta noticia, en el ámbito nacional, ha presentado el suceso dentro de un hálito de novedad, como si fuese la primera vez que cosas como estas ocurren. Esto último no solo debe llamar la atención, sino incomodar. ¿Por qué? Porque  hechos como estos acontecen y con frecuencia. Ver estos encuentros como nuevos e insólitos no nos permite entender que estos grupos son también parte no solo de nuestra historia, sino una realidad. Por ello, lo que debería extrañarnos no es que hayan encuentros, sino que hasta el momento no exista claridad sobre cuáles son las acciones estatales que se están haciendo frente a estos.

El otro caso está relacionado a la manera cómo se viene realizando el juicio oral a ciudadanos y ciudadanas indígenas, como consecuencia de los lamentables sucesos del 05 de junio del 2009 ocurridos en la denominada “Curva del Diablo” en Bagua. Mencionemos, por ejemplo, el hecho que en las primeras audiencias, los acusados indígenas no contaron con intérpretes. Es decir, el juicio oral se inició sin considerar que el grupo de personas acusadas y que no tienen el castellano como idioma originario, no contaron con intérpretes que sean el canal que les permitiese entender con exactitud las preguntas de la Fiscalía. Debido a lo anterior, hay quienes han acusado a los jueces de no contar con un enfoque intercultural en la manera cómo abordar el caso.

Lo anterior ya estaría siendo subsanado. Pero se han presentado otras ausencias que significarían un desconocimiento de la realidad cultural y social de estas personas. Ya en su momento, la Defensoría del Pueblo. mediante carta del 14 de abril del 2014. recomendó a la Presidencia de la Corte Superior de Justicia de Amazonas tomar en cuenta una serie de medidas que facilitarían la realización de la fase oral del juicio. Por ejemplo, además de señalar la necesidad de contar con intérpretes, la Defensoría recomendó que las audiencias se lleven a cabo en plazos razonables para reducir los costos de transporte, alimentación y alojamiento de varios de los acusados y acusadas, tomando en cuenta los lugares donde viven y las distancias que tienen que cubrir. De igual manera, resaltó la necesidad de tener colegiados designados a exclusividad para que la labor de administrar justicia se haga con celeridad y precisión debido a la especialidad de los hechos. Sin embargo, estas recomendaciones no han sido atendidas.

Estos dos ejemplos muy recientes nos ayudan a reflexionar sobre la manera cómo se percibe aun a los pueblos indígenas en el país. Entender aun el encuentro entre culturas desde una perspectiva civilizatoria; el ver al Otro – en este caso, indígena – como ajeno y contrario a la “modernidad”, lo que a su vez genera percepciones de superioridad; esa capacidad de algunos ciudadanos para negar la diversidad cultural como una realidad latente y viva; son solo algunas de las taras que aun mantenemos como sociedad frente a los pueblos indígenas en el Perú y que no permiten un adecuado ejercicio de derechos.

En el marco de las celebraciones en torno al Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el Perú, si bien puede afirmar que tiene avances respecto a los marcos formales de garantía de los derechos de estos pueblos, aun tiene una tarea pendiente respecto a la manera cómo la ciudadanía reconoce y valora la diversidad cultural y la realidad indígena. El trabajo a futuro debe tomar en cuenta este tema, porque de ello dependerá lograr cambios en la manera cómo entender esta realidad en el país y conseguir lo propuesto por las Naciones Unidas. Solo de esa manera, se lograrán sentar las bases para mejorar la situación económica, social y cultural de estos pueblos, a partir del respeto de sus características distintivas.

Escribe: Gustavo Zambrano, investigador del IDEHPUCP y coordinador de la Diplomatura en Gobernanza Indígena Amazónica


[1] Cfr. NACIONES UNIDAS (2014) Día Internacional de los Pueblos Indígenas http://www.un.org/es/events/indigenousday/

[2] Cfr. NACIONES UNIDAS (1995) Resolución aprobada por la Asamblea General A/RES/49/214,  (http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/49/214), y NACIONES UNIDAS (2006) Resolución aprobada por la Asamblea General A/RES/60/142 (http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/60/142

[3] Cfr.  RYSZARD KAPUSCINSKI (2007) Encuentro con el Otro. Barcelona: Anagrama. Pp. 12-13.