Ir al contenido principal Ir al menú principal Ir al pie de página
Opinión 5 de septiembre de 2014

Fue una triste noticia para los peruanos enterarnos del fallecimiento de Enrique Zileri, por tantos años director de la importante revista Caretas. Zileri representa un tipo de periodista que hoy –salvo notables excepciones– el Perú echa de menos: aquel que combina la vocación por la búsqueda de la verdad, el compromiso con la democracia, el respeto por la ética periodística, la buena pluma y el rigor en la investigación.

Desde Caretas primero, y luego desde el Instituto Internacional de la Prensa y el Consejo de la Prensa Peruana –instituciones que presidió– se dedicó a hacer explícitas las conexiones morales que enlazan una democracia auténtica y la existencia de una prensa independiente, a la vez crítica y veraz. Bajo esas convicciones fundamentales, Zileri combatió los regímenes autoritarios que se propusieron controlar o corromper los medios de comunicación con el fin de neutralizar toda resistencia social y política. Cuestionó con firmeza las dictaduras militares de los años sesenta y setenta, y se opuso severamente al gobierno de Fujimori y Montesinos en los años noventa.

Pero su percepción de los peligros que podrían amenazar la prensa libre trascendió las perspectivas de los casos en que un gobierno militar o cívico–militar buscaran recortar la libertad de expresión y el derecho a la información. Prueba de ello es que hace cerca de un año, Zileri se propuso, en colaboración con otros siete ciudadanos y periodistas, plantear una demanda de acción de amparo contra un grupo mediático que pretendía concentrar la propiedad de un sector mayoritario de los órganos de prensa escrita en el país. Comprendió que el acaparamiento de los medios de prensa ponía en peligro el acceso ciudadano a una información periodística plural, condición imprescindible para la formación de una opinión independiente y crítica sobre asuntos sociales y políticos de interés nacional y global. Sabía que, sin una prensa veraz y cuestionadora, el ciudadano permanece indefenso frente a los poderes de turno. 

En el año 1998 recibió el Knight Internacional Press Fellowship Award, premio que confiere el Centro Internacional de Periodistas de Washington a quienes se han distinguido en el ejercicio del periodismo independiente. Del mismo modo, en el año 2010, la Pontificia Universidad Católica del Perú le otorgó un Doctorado Honoris Causa en mérito a su contribución al periodismo y a la defensa de las libertades ciudadanas asociadas con la información y la expresión. Su trayectoria ha sido inspiradora para muchas generaciones de comunicadores y periodistas que se han formado a partir de la premisa que él encarnó en el sentido de que no podrá existir una sociedad libre sin que en ella se encuentre presente y activa una esfera de opinión pública alimentada por el trabajo comprometido de medios de comunicación que sean honestos observadores de la verdad y respetuosos de la diversidad.

Todos recordamos: en múltiples ocasiones, a lo largo de su historia, Caretas tuvo que enfrentarse a gobiernos que le fueron hostiles, que intentaron censurarla, prohibirla u obstaculizar su trabajo. Es título de honor para Caretas y su desaparecido director, el haberse convertido en una auténtica “piedra en el zapato” para quienes abusivamente pretendieron concentrar el poder desde la altas esferas del Estado. Por ello no nos equivocamos al expresar que el nombre y recuerdo de Enrique Zileri Gibson se convertirán en el paradigma que encarne lo que significa un lúcido y severo promotor del periodismo libre y de la democracia en nuestro país.