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Opinión 3 de septiembre de 2015

El periodico francés Libération, que reporta estos hechos, recuerda que desde hace meses Grecia esta afrontando una ola migratoria extraordinaria, sobre todo de sirios, quienes llegan desde Turquía para entrar en Europa. La zona de Bodrun y de la isla de Kos es uno de los pasajes marítimos más cortos en esta zona y los refugiados pagan sumas enormes (más de 1000 dólares) a los grupos de traficantes que organizan las travesías en condiciones espantosas.

Las autoridades turcas afirman haber salvado mas de 42 000 personas desde inicios de este año y, hasta el momento, ha recibido mas de 2 millones de sirios que escapan de la guerra civil que ha comenzado en 2011. El embajador ruso ante la ONU, Vitali Tchourkine, ha declarado que el Consejo de Seguridad estudia actualmente la posibilidad de adoptar una resolución que permitiria a los países europeos para intervenir «en alta mar del Mediterraneo, no en las aguas territoriales», sobre todo en Libia, donde las organizaciones de traficantes incitan a miles de personas a arriesgar sus vidas para atravesar el Mediterraneo a partir de sus costas.

En los últimos años, millones de personas se ven obligadas a desplazarse a miles de kilometros de sus residencias para escapar a las guerras, al hambre y a la violencia generalizada, sobre todo en los países árabes que atraviesan la crisis más fuerte de su historia contemporánea [1]. La prensa europea y norteamericana continua a identificar estos desplazados como «migrantes» es decir como personas que emigran para buscar mejores condiciones de vida en los países de Europa y de Estados Unidos. Es cierto que las migraciones de trabajo han caracterizado los grandes movimientos poblacionales después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la situación actual es totalmente diferente. Aunque los migrantes económicos siguen buscando trabajo en los países del Norte, los desplazamientos actuales en el mar Mediterraneo y en el Oriente Medio conciernen en primer lugar a los refugiados de guerras.

El periodista Barry Malone ha publicado hace poco un artículo en Al-Jazira, donde critica la utilización del término «migrantes» para calificar a los millones de personas que escapan de las guerras, y considera con toda razón que este término debe ser abandonado para explicar esta situación, pues se trata en realidad de refugiados [Courrier International n°1295, 27 de agosto-2 de setiembre 2015]. La diferencia semántica entre los dos términos es mucho más importante de lo que se puede creer. En efecto, según la convención de Naciones Unidas (2003) sobre la protección de trabajadores migrantes el término «migrante» se aplica a las personas que van a ejercer una actividad remunerada en otro Estado, pero la misma nomenclatura se emplea, en el lenguaje ordinario, a las personas que abandonan sus países en razón de la guerra, de problemas económicos, de una degradación écologica, o a una combinación de esas causas.

En cambio, el término «refugiado» es explícito y ha sido definido por la ONU en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. Esta categoría se aplica a toda persona que es perseguida en su país de origen, que no puede beneficiarse con una protección adecuada y que teme por su vida. Para obtener este estatuto debe presentarse una solicitud y los países que han ratificado esta convención deben otorgárselo para permitirles sobrevivir.

En consecuencia, la preferencia de los Estados de los países del Norte por el uso del término «migrantes» es política. Se busca negar que los cientos de miles de personas que huyen de las guerras —sobre todo en Siria, Irak, Afganistán, Eritrea y Somalia— puedan recibir la ayuda internacional prevista para los refugiados. Barry Malone recuerda que la mayoría de refugiados proviene de Siria, donde se estima que han muerto entre 220 000 y 300  000 personas en el transcurso de la guerra civil propiciada por el presidente Assad desde 2011. Se estima también que, desde inicios de 2015, mas de 340 000 personas han entrado en Europa, cifra importante que representa el 0,045% de la población europea que tiene 740 millones de personas. En contraste, los países vecinos han recibido una ola de refugiados extraordinaria: Turquía ha sido el destino de 1,8 millones de sirios, Líbano tiene más de un millón de nacionales del citado país; Irak, a pesar de su guerra civil, alberga más de 200,000 personas de países vecinos, y Jordania ha recibido más de 654,000 sirios.

Es evidente que el período actual presenta un desafío complejo para todos los países concernidos por las guerras y por los problemas de recesión económica en los países ricos, en los países emergentes y en aquellos subdesarrollados que son la inmensa mayoría del planeta. Sin embargo, para encontrar las soluciones hay que reflexionar de manera honesta, sin intentar negar la realidad. Un primer paso, aparentemente insignificante, es reconocer el estatuto de refugiados a los cientos de miles de víctimas de las guerras de restructuración del orden post-colonial en Asia y en Africa.

Hasta ahora, las respuestas de los estados europeos han sido insuficientes y hasta absurdas, cuando intentan por ejemplo construir muros o instalar alambradas de púas, como en Bulgaria, en su frontera con Turquía, para «cerrar las fronteras nacionales, que han sido abiertas desde que se creó el «espacio Schengen» en 1995. Peor aún, cada uno de los 26 países europeos toma decisiones aisladas en lugar de organizar una respuesta común en el marco de la Unión Europea. Por ejemplo, Hungría niega el retorno de migrantes expulsados, Austria no tramita más las demandas de refugio, Francia expulsa a los migrantes a la frontera con Italia. En resumen, no hay ninguna política común, sólo una sensación compartida de pánico que es explotada con fines electoralistas por los partidos de derecha y de extrema derecha. Podemos preguntarnos incluso si el espacio Schengen va a desaparecer como lo demanda Dinamarca.

Sin embargo, cuando hay miles de muertos en el Mediterraneo, o cuando se descubre un camión con 71 sirios muertos por asfixia en Austria (como ocurrió el pasado 28 de agosto), no se puede seguir negando la realidad: no se trata de la «peor crisis migratoria de los últimos años», como escribe el periodista Christian Fillitz de RFI. Estamos viviendo una nueva era de recomposición de la población mundial que concierne no solamente a Europa, Asia y Africa, sino también las Américas, como lo prueban las corrientes de migración de refugiados que están llegando a Brasil, y a los Estados Unidos a través de Panamá.

En efecto, Sara Schaefer Muñoz, del diario The Wall Street Journal, (Courrier International n°1289, julio de 2015), explica que refugiados del mundo entero están llegando a los Estados Unidos por vías terrestres antes nunca utilizadas. Así por ejemplo, Ahmed Hassan llegó de Somalia en un vuelo Kenia-Brasil, prosiguió su ruta en bus hacia Colombia, y continuó a pie por la terrible selva del Darien que enlaza Colombia a Panamá, donde fue felizmente recibido en el centro de Metetí, al norte del Darien. Esta nueva ruta esta siendo utilizada por refugiados quienes llegan desde Cuba, Nepal, Siria y Africa, ya que se enteraron que los países sudamericanos conceden visas facilmente y no recurren nunca a expulsiones masivas de migrantes. La travesía de la selva del Darien puede hacerse a pie o en barco, dado que ante la demanda han aparecido organizaciones de traficantes que proponen el viaje a lo largo de la costa, en embarcaciones de fortuna, a cambio de 700 dólares por persona. Panamá no permite entrar al país sin visa, pero quienes logran atravesar la frontera a pie no tienen problemas pues no hay controles en la jungla. Las personas que pasan por los puestos de control de Colombia reciben amenazas de expulsión si no remiten todo el dinero o los bienes que llevan consigo. Luego hay que continuar el viaje a traves de América Central y México, pero los viajeros afirman que lo peor es atravesar el Darien (65 km).

Panamá ha recibido 8,435 demandas de asilo en 2014, y desde inicios de este año las autoridades han detenido 3,800 migrantes, de los cuales mas de 1,000 habían llegado por la selva del Darien. En esta región de más de 20 mil kilometros cuadrados la Carretera Panamericana nunca fue construida, por lo que la zona sirve sirve de refugio a los miembros de de las FARC, que reciben tambien una parte del dinero de los traficantes de personas (brasileños, colombianos y panameños) y al cartel de la droga Urabeños. Las autoridades han encontrado un número indeterminado de muertos de enfermedad o asesinados por los traficantes en esta zona. Los sobrevivientes son registrados en el puesto de Metetí, buscan trabajos temporales y/o piden esperan envíos de dinero de sus familias, y luego parten a los Estados Unidos. Quienes logran llegar pueden hacer una demanda de asilo si pueden atestar que son víctimas de persecución política.

América Latina representa una nueva alternativa de destino o de pasaje hacia los Estados Unidos para miles de refugiados que buscan un lugar donde vivir en paz, sobre todo los 4 millones de sirios que han escapado a la guerra civil desde hace cuatro años. Brasil ha recibido el mayor numéro de demandas de asilo de ciudadanos de Haití, del Oriente Medio y de Africa, pero si hasta ahora ha podido aportar su ayuda humanitaria, los problemas de gestión del flujo de refugiados comienzan a sentirse.

En los años venideros los Estados del Norte y del Sur se verán obligados a asumir de manera conjunta las soluciones ante los cambios poblacionales actuales que transforman, ya desde ahora, la relaciones sociales y los intercambios mundiales. Lo que es evidente es que las fronteras nacionales no han impedido, ni podrán impedir nunca, que el movimiento de los refugiados de guerras y de hambrunas pueda detenerse. La ayuda humanitaria, o el simple sentido moral de socorro de poblaciones en peligro de muerte deberá imponerse como la única respuesta digna ante el drama actual. La humanidad no puede naufragar.

Escribe: Mariella Villasante, investigadora asociada del IDEHPUCP

(03.09.2015)


[1] Ver Villasante, La peligrosa expansión de las actividades del Estado Islámico en Túnez, Kuwait y Francia, Boletín del idehpucp, 14 de Julio de 2015 https://idehpucp.pucp.edu.pe/comunicaciones/opinion/la-peligrosa-expansion-de-las-actividades-del-estado-islamico-atentados-en-tunez-kuwait-y-francia/. Villasante, El reclutamiento de jóvenes para la guerra santa islámica y los atentados en Francia, Memoria n° 16, 20 de abril 2015, https://idehpucp.pucp.edu.pe/el-reclutamiento-de-jovenes-para-la-guerra-santa-islamica-y-los-atentados-en-francia/