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Opinión 13 de julio de 2015

El viernes 26 de junio fue un día bastante sobrecogedor para decenas de personas que han perdido la vida bajo las balas del terrorismo islámico. En Túnez, Seifeddine Rezqui, joven estudiante en Kairouan, una de las ciudades santas del país, llegó a la playa del hôtel Riu Imperial Marhaba, situado en Susse (140 km al sur de la capital del país) con un arma automática escondida en un parasol y abrió fuego contra 38 turistas extranjeros, todos europeos. Este ataque había sido precedido de otro atentado ocurrido el 18 de marzo, cuando el Museo del Bardo fue atacado por dos terroristas formados en Libia, Yassine Abidi y Hatem Khachnaoui, quienes asesinaron 20 turistas europeos y un tunecino con una ametralladora kalachnikov, antes de ser eliminados por las fuerzas del orden. En dicho ataque hubo además 38 heridos, todos europeos. Los terroristas tenían cinturas con explosivos que no tuvieron tiempo de activar.

Desde la primavera de 2011, el país vive una situación de grave tensión política, cuando millones de personas se alzaron contra el régimen autoritario del presidente Ben Ali y reclamaron la instalación de la democracia. Sin embargo, los islamistas lograron eliminar la protesta popular y democrática, y los dirigentes extremistas han captado miles de jóvenes para luchar por el EI. A pesar de todo, un nuevo régimen democrático ha sido instalado en el país en 2014 y el Parlamento ha adoptado una Instancia de la Verdad y Dignidad, inspirada en la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica, como nuestra CVR peruana, con un mandato de 4 años para esclarecer los hechos de violencia desde 1955 hasta el régimen de Ben Ali disuelto en 2011.

El mismo 26 de junio, un kamikaze saudita atacó una mezquita de Sanaa (capital de Yemen) provocando la muerte de 26 personas y produciendo 227 heridos. Este atentado fue precedido por otros ataques. El 17 de junio se produjeron cuatro atentados suicidas en la referida ciudad contra dos mezquitas chiitas, un local político de los rebeldes chiitas [Hutistas] y la casa de un dirigente, provocando la muerte de 31 personas y decenas de heridos. El 20 de marzo, 142 personas habían sido asesinadas en otro atentado suicida contra templos chiitas. Mientras que el martes 7 de julio otro atentado del EI provocó la muerte de 10 personas en Baida, en el sur del país.

Precisemos que Yemén está viviendo una guerra civil entre chiitas rebeldes que han tomado el poder en enero de 2014 y el gobierno sunita que se ha refugiado en Arabia Saudita. Desde el 26 de marzo de 2015, Arabia Saudita dirige una coalición de países árabes sunitas que ataca las zonas controladas por los rebeldes (Saana y Adén sobre todo). La Organización de las Naciones Unidas considera que hay más de 3,000 muertos desde entonces y que el 80% de la población necesita ayuda humanitaria.

Desde su emergencia, el 30 de junio de 2014, el EI lanza llamados a la «guerra santa» contra «Occidente». En ese marco, se situan varios atentados cometidos en suelo francés. El 20 de diciembre de 2014, un joven de 20 años apuñaló a tres policías gritando «¡allah Akbar [Dios es grande]!»  en la localidad de Joué-lès-Tours (Indre y Loire). El 7 de enero de este año, 12 periodistas del semanario Charlie Hebdó fueron asesinados por dos terroristas franceses de origen argelino. El 8 de enero, Amedy Coulibaly, un francés originario de Mali asesino a una policia municipal, y el viernes 9 de enero, asesinó a cuatro personas en un supermercado judío de Paris. Coulibaly y los hermanos Kouachi resultaron muertos en manos de las fuerzas del orden[2].

El mismo viernes 26 de junio, Yassine Salhi, francés de origen, padre de familia de 35 años, sin antecedentes penales, pero fichado entre 2006 y 2008, asesinó al arma blanca a su jefe, Hervé Cornara, gerente de una empresa de transportes, en la localidad de Saint-Quentin-Fallavier (Isère), cerca del aeropuerto de Lyon. Conara fue decapitado, y su cabeza fue expuesta en la reja de la empresa norteamericana Air Products (servicios de gas industrial), cubierta de banderas islamistas del EI. El presidente de esta empresa es un chiita iraní. Se trata de la primera operación criminal terrorista del género en Francia y que es frecuentemente utilizada en Siria y en Irak por el EI. Los bomberos que llegaron al lugar fueron recibidos por Salhi con el grito «¡allah Akbar!», y fue rapidamente capturado.

Estos atentados confirman que el EI está aumentando peligrosamente sus actividades no solamente en Siria e Irak, epicentro de la guerra civil en esos dos países desde 2011, sino también en otros países árabes y en Europa, en particular en Francia. Para muchos analistas europeos y árabes, se vive actualmente una guerra mundial entre las fuerzas extremistas y terroristas del EI y de Al-Qaeda que sigue en actividad, frente a los países europeos, así como los países árabes del Magreb [Mauritania, Marruecos, Algeria, Libia, Túnez], Egipto y los países del Machrek [Arabia Saudita, Koweit, Yemén, países del Golfo arabe, Siria e Irak].

¿Cómo comprender esta escalada de la violencia terrorista? En realidad, la tensión actual en Europa, así como la violencia en el norte del Africa y en el Oriente Medio está ligada a una gran reestructuración de los países arabes y musulmanes que ha empezado desde la caída del Imperio Otomano [1920], que se ha intensificado desde los años 1980, con la radicalización de los grupos fundamentalistas musulmanes. Al Qaeda ha demostrado su enorme capacidad de destrucción, pero el Estado Islámico es un movimiento todavía más mortífero por su extrema violencia y por su estrategia de atracción de miles de jóvenes musulmanes, de toda nacionalidad, en la guerra que han lanzado desde Siria e Irak. Por esto, la violencia concierne toda Europa, y se extiende en Asia y en Africa, con otras organizaciones terroristas como Al-Qaeda en el Maghreb islámico [AQMI] y Boko Haram en Nigeria.

Sin embargo, debemos distinguir dos procesos paralelos: de un lado, el proceso de cambios políticos en muchos países árabes que vivieron hasta ahora bajo gobiernos autoritarios y/o dictatoriales y que se han rebelado con mucha violencia desde el 2011, abriendo situaciones de guerra civil [Yemén, Libia, Egipto, Irak, Siria]. Y, de otro lado, la expansión del terrorismo del EI en el seno de los países árabes y en los países de Europa occidental donde viven millones de europeos de orígen árabe, muchos de los cuales tienen grandes problemas de integración. Las frustraciones y los resentimientos acumulados a lo largo de los últimos 50 años, han conducido a la radicalización de musulmanes de orígen árabe y africano y a los conversos que adhieren a las prácticas de violencia extrema de Al-Qaeda y/o del Estado Islámico para vengarse de los que ellos consideran sus «enemigos», es decir los Europeos no-musulmanes.

En ese contexto, Francia se ha convertido en una «tierra de jihad» para los grupos terroristas que la han seleccionado como capital europea de operaciones, desde la emergencia del Grupo islamico armado (GIA) de Argelia a inicios de los años 1980. De otro lado, dado que este país ha adoptado posiciones muy firmes contra la expansión del terrorismo en Mali, en el Sahel y en Siria, se ha convertido en un objetivo de guerra para el EI. Actualmente, se estima que cerca de 1 750 franceses se encuentran en las redes jihadistas, muchos de ellos regresan de Siria/Irak y viven en libertad pues es imposible poder controlar sus actividades. Sin embargo, desde inicios de este año, el gobierno francés ha tomado medidas de seguridad interior nunca antes vistas y la tensión interna ha aumentado considerablemente luego de la terrible decapitación de Hervé Cornara. Es justamente lo que esperaba el EI: aterrorizar a la población francesa y europea en general, polarizar la opinion pública y suscitar medidas contraterroristas fuertes que ponen en peligro las libertades democráticas.

Actualmente se estima que cerca de 5,000 europeos musulmanes se han enrolado en las huestes terroristas del EI y se prevé que esta organización busque suscitar una contraofensiva militar de gran importancia en Siria e Irak, con despliegue de soldados como en Irak y en Afganistán. Hay que notar que la amenaza inédita del terrorismo islámico en Europa, de parte de terroristas europeos, ha sido minimizada por el gobierno norteamericano de Barack Obama durante mucho tiempo. En efecto, del mismo modo que la invasión de Irak en 2003 ha implantado el terrorismo en todo Oriente Medio, el repliegue norteamericano de Irak en 2011 ha favorecido la expansión del EI. En setiembre de 2014, Francia quiso intervenir en Siria para frenar definitivamente el régimen del presidente Assad que ataca su propia población civil,  pero Estados Unidos se opusieron a esta intervención. Y Siria e Irak siguen viviendo una guerra civil atroz que ha producido al menos 215,000 muertos en cuatro años. Recién el 6 de julio, Obama ha declarado que la lucha contra el EI sera intensificada con ataques aéreos contra las instalaciones pétroleras y de gas que son la base del financiamiento de las operaciones en Siria, sobre todo en Raqa, capital de facto del EI. En Francia, el plan antiterrorista se ha intensificado y los militares han redoblado el control de los lugares estratégicos (escuelas judías, musulmanas y católicas, locales públicos, plantas nucleares, estaciones de tren, aeropuertos).

La situación en otros países de la región se complica por el resurgimiento de luchas étnicas antiguas, como es el caso de Argelia, donde las violencia entre arabes y bereberes de la zona de Ghardaia han comenzado nuevamente a inicios de julio, dejando un saldo de 22 muertos. De otro lado, el turismo, que era la fuente de divisas más importante en Egipto ha desaparecido en el marco de los enfrentamientos entre civiles y militares del régimen del general Sissi desde hace tres años. El Ejército Islámico avanza en esta zona a partir del Sinaí, que ha sido totalmente militarizado desde hace un año. Túnez vivía también del turismo, pero luego de los últimos atentados esta actividad también ha desaparecido. Libia sigue sin Estado, con bandas armadas y un gran tráfico de armas desde 2011. Hasta ahora, los únicos paises donde la violencia terrorista no está presente — aunque los militares han sido desplegados en las grandes ciudades, como en Francia —, son Mauritania y Marruecos. Pero muchos se preguntan, ¿ hasta cuando ?

Esta nueva guerra internacional que se extiende cada día más allá de las fronteras nacionales europeas y árabes será muy larg, y los grupos terroristas islámicos serán vencidos sólo con el apoyo de los combatientes [kurdos y árabes] que defienden los valores de la democracia y con un respaldo a los principios de igualdad social, justicia, buen gobierno, y respeto de los derechos humanos. No se trata pues de una supuesta «guerra de civilizaciones». Para ello sería preciso considerar que el EI o Al-Qaeda representan una «civilización»: se trata de un nuevo ciclo de violencias entre agrupaciones que ejercen el terrorismo y los defensores de la democracia y de los derechos humanos.

Escribe: Mariella Villasante, investigadora asociada del IDEHPUCP.


Ver también Villasante, 2014, Crímenes contra la humanidad en Siria y en Irak. Las acciones del Estado islámico. Boletín del idehpucp del 21 de noviembre de 2014. Boletín del idehpucp, 20 de noviembre de 2014.

[2] Ver Villasante, El ataque terrorista contra « Charlie Hebdo » y las reacciones en el mundo musulmán, Boletín del idehpucp, 2 de febrero de 2015