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23 de mayo de 2018

Pierre Nora, historiador francés, habla sobre los lugares de memoria (lieux de mémorie), como espacios que cristalizan las memorias y los recuerdos de las sociedades. Para Nora los lugares de memoria surgen como una opción para y por los cuerpos sociales, para que sus recuerdos pervivan en una época donde se ha hecho casi imposible asegurar la transmisión de forma espontánea, como una acción integrada a la vida social y de manera cotidiana. De hecho, surgen como mecanismos de respuesta a la desaparición de los ambientes de memoria (milieux de mémorie). En sus palabras “Los lugares nacen y viven del sentimiento de que no hay memoria espontánea, de que hay que crear archivos, mantener aniversarios, organizar celebraciones, pronunciar elogios fúnebres, labrar actas, porque esas operaciones no son naturales” (Nora 2009: 24).

El Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) es justamente un lugar de la memoria, que tiene como objetivo central poder cristalizar los recuerdos del periodo denominado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación como conflicto armado interno. Busca anclar la memoria para evitar su desvanecimiento. Y esto es central y fundamental para la transmisión de lo sucedido a generaciones futuras, para los jóvenes y niños/as de hoy que no vivieron en primera persona el miedo, la violencia, el terror que asoló al Perú en las décadas ’80 y 90’. Por ello, el LUM se convierte en un espacio en disputa.

La actual batalla que los sectores negacionistas han comenzado a liberar busca redefinir el anclaje que el LUM nos propone y muestra, pero bajo su propia lectura histórica y sin presentar una mirada crítica de los eventos y de su accionar y responsabilidad en ellos. Es así como buscan rechazar conceptos como conflicto armado interno y privilegiar –o más bien imponer- la noción de terrorismo, noción vacua, poco explicativa de los eventos ocurridos y que sólo hace referencia a los terribles y repudiables hechos cometidos por Sendero Luminoso. Nos “invitan” a hablar de excesos y hechos aislados, caracterizaciones que no tienen otro motor que restarle importancia (“son sólo algunos casos”, dicen algunas personas, y más aún, negando la sistematicidad, los patrones constantes, y así evitando hablar de una política de Estado de represión, persecución y asesinato (lo que en otros países se denomina como terrorismo de Estado). Más grave aún es que este tipo de nociones llevan a que personas integrantes de las sociedades violentadas por eventos traumáticos, como los vividos en el periodo del conflicto armado interno, puedan decir que están muertos o desaparecidos por que “algo habrán hecho”, justificando lo ocurrido y, lo más grave aún, responsabilizando a la propia víctima de los daños que otros le causaron.

Preservar al LUM de esta intentona es tarea de todas y todos los peruanos, para permitir que las nuevas generaciones y las que vendrán conozcan lo que ha ocurrido, y puedan hacer suya las memorias de un pasado reciente traumático, que tiene como objetivo transmitir los recuerdos en miras de resguardar la democracia y una cultura de derechos sociales que se ve afectada cuando el negacionismo acrítico lidera la tarea.

*  Camila Sastre Díaz es Becaria CONICYT (Doctorado Becas Chile/2016-72170421), estudiante de Doctorado en Antropología de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y Magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Además integra el Grupo Interdisciplinario sobre Memoria y Democracia de la PUCP. 


Bibliografía:
Nora, Pierre (2009). Pierre Nora en Les Lieux de memorié. ED. LOM, Santiago.