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2 de noviembre de 2020

El horrendo asesinato del profesor Samuel Paty, el viernes 16 de octubre, ya había dejado una huella profunda de dolor en la sociedad francesa, cuando tiene que enfrentar nuevamente el sufrimiento y la consternación por el asesinato de tres fieles católicos por un terrorista islamista el jueves 29 de octubre. Ese día, un hombre de veinte años, Brahim Issaoui, recién llegado de Túnez a través de Italia, ingresó en la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción con un cuchillo, en la ciudad de Niza, y asesinó cruelmente, usando un cuchillo de cocina, a tres personas que se encontraban rezando. El país entero se encuentra en duelo y empieza, paralelamente, un segundo confinamiento para frenar la pandemia de COVID-19. La capacidad de adaptación ante la adversidad de más de 65 millones de franceses está siendo sometida a una prueba muy dura.

El Procurador antiterrorista Jean-François Ricard ha informado que los hechos han podido ser reconstituidos gracias a las cámaras de vigilancia. A las 6.47 am el terrorista estaba en la estación de tren de Niza, cercana a la Basílica de la Asunción; luego salió a las 8.29 y entró en la iglesia donde se quedó cerca de media hora. Los cuerpos de dos personas degolladas (como lo fue el profesor Paty) fueron encontrados en el interior de la iglesia: Nadine Devillers, una señora de 60 años, y Vincent Loques, sacristán de la iglesia, de 55 años; en el exterior, en un restaurante, se encontró a una señora brasileña residente en Francia, Simone Barreto Silva, de 44 años, que se había escapado de la iglesia a las 8.54 am. Algunos agentes municipales y policías llegaron y lograron capturar al terrorista, que recibió algunos impactos de bala y fue trasladado al hospital. Varios testigos afirman que el terrorista gritaba “¡Allah akbar!” [Allah es grande] antes y después de sus crímenes (Le Monde del 1ro de noviembre[1]).

En la mochila del terrorista se encontró un ejemplar del Corán, dos teléfonos celulares, el arma del crimen, un cuchillo de 17 cm, y otros dos cuchillos no utilizados. También se encontró un documento de la Cruz Roja italiana que establecía que el asesino había entrado en Italia, procedente de Túnez, a fines de setiembre por la isla de Lampedusa, y que se encontraba en Bari el 9 de octubre. El sujeto no se encuentra fichado en ninguna parte en Europa. La investigación policial continúa. Se espera determinar si el terrorista actuó solo o en complicidad con otros terroristas.

«Este terrible atentado en un espacio de culto católico no es el primero en Francia, por desgracia»

El presidente Emmanuel Macron, acompañado del primer ministro Castex, del ministro del Interior Darmanin, y de otras autoridades locales, llegó al lugar de la tragedia y declaró: “una vez más nuestro país ha sido golpeado por un ataque terrorista islamista. Es a Francia a quien se ataca, muy claramente. (…) Si somos atacados es por los nuestros valores. Por nuestro afecto por la libertad. Por la posibilidad que tenemos en nuestro suelo de poder creer libremente y no ceder nunca a ningún impulso de terror. No cederemos nunca nada.”

La Basílica de Nuestra Señora de la Asunción (Niza),con protección policial después del tripe asesinato del 29 de octubre (France Culture)

El presidente de la Conferencia de Obispos de Francia, el arzobispo Eric de Moulins-Beaufort, que acompañaba la delegación presidencial en Niza, lanzó un llamado a no ceder a la división: “La cólera, que es legítima, no debe transformarse en odio. Hay que trabajar para que se transforme en energía por el bien común. Soy muy sensible al gesto del Consejo francés de culto musulmán que pide a los musulmanes estar en duelo, a pesar de que el domingo es un día de fiesta [el nacimiento del profeta] para ellos.” El Consejo musulmán ha anulado las celebraciones que debían durar tres días en honor del profeta del islam (Le Monde del 30 de octubre[2]).

Por su parte, el Papa Francisco condena los “tan violentos actos de terror de la manera más enérgica posible” y “asegura a la Comunidad Católica de Francia y a todo el pueblo francés su cercanía y los llama a la unidad”. Finalmente, “encomendando Francia a la protección de Nuestra Señora, imparte de todo corazón la Bendición Apostólica a todos los afectados por esta tragedia.” La Conferencia episcopal anunció que dondequiera que fuera posible, las campanas de las iglesias francesas sonarían al unísono a las 3 pm, hora de la muerte de Jesús (Vatican News del 29 de octubre[3]).

Este terrible atentado en un espacio de culto católico no es el primero en Francia, por desgracia. El 26 de julio de 2016, el sacerdote Jacques Hamel fue degollado en su iglesia Saint Etienne de Rouvray (Rouen) cuando estaba celebrando la misa. Los yihadistas (de yihad, guerra santa), Adel Kermiche y Abdel Malik, eran franceses musulmanes y se hallaban fichados como S (Seguridad). Habían tomado a seis rehenes — el sacerdote, tres religiosas y una pareja de fieles– y reivindicaron su odioso acto ordenado por el Estado Islámico. En la iglesia dijeron a los rehenes: “dirán a las autoridades que si los bombardeos en Siria (contra el Estado Islámico) continúan, los atentados continuaran en Francia.” Ambos fueron abatidos cuando salían de la iglesia.

Otros planes de atentado fueron desactivados en 2015 y en 2016, época de la guerra de varios países occidentales (Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia) contra el Estado Islámico en Siria y en Irak.

El 19 de abril de 2015, el terrorista argelino de 23 años Ahmed Ghlam, quien planeaba atacar la iglesia de Villejuif (Paris), asesinó a un automovilista cuando intentaba escapar de la policía. A inicios de septiembre de 2016, un coche bomba preparado por cinco mujeres fieles al Estado Islámico fue desactivado cerca de la iglesia Nuestra Señora de Paris (Le Figaro, 29 de octubre[4]).

«La protección de edificios religiosos católicos y administrativos, así como ciertos colegios, ha sido reforzada y la Operación Centinela ha pasado de 3,000 a 7,000 soldados»

Recordemos también que la ciudad de Niza sufrió un atentado espantoso el 14 de julio de 2016, día de la fiesta nacional francesa. En esa fecha, un tunecino de 31 años, Mohamed Lahouaiej-Bouhlel, lanzó su camión sobre cientos de personas que se paseaban en una avenida concurrida esperando los fuegos artificiales, y mató a 86 personas de 19 nacionalidades e hirió a 458 hombres, mujeres y niños. La policía abatió al terrorista y el atentado atroz fue reivindicado por el Estado Islámico (Le Monde del 19 de agosto de 2016).

Desde el 29 de octubre de 2020, el plan antiterrorista francés ha sido establecido en su nivel máximo, “urgencia atentados”, en todo el territorio nacional. La protección de edificios religiosos católicos y administrativos, así como ciertos colegios, ha sido reforzada y la Operación Centinela ha pasado de 3,000 a 7,000 soldados.

Las respuestas a nivel nacional e internacional

Varios analistas han señalado que el Estado francés no ha tomado consciencia del grave problema del incremento de corrientes ultrarreligiosas extremistas y violentas en el seno de la población musulmana desde hace 30-40 años. Se ha actuado con negligencia en nombre de la democracia, del respeto del Otro y de la protección de minorías musulmanas, y los islamistas se han aprovechado de ello para desarrollar su ideología de violencia sanguinaria.

Después del asesinato del profesor Paty, la reconocida filósofa y escritora feminista Elisabeth Badinter ha recordado que el islamismo francés comenzó a manifestarse en 1989, cuando tres escolares musulmanas se negaron a quitarse el velo en un colegio de Creil, contrariando la ley republicana sobre la laicidad. Junto con cuatro colegas, Badinter firmó una declaración denunciando la manipulación del islam político de la cual eran objeto las adolescentes y exigiendo el respeto de la ley republicana. Pero el ministro de Educación de ese entonces, el socialista Lionel Jospin, se negó a intervenir y así comenzó la “desgracia de la escuela republicana”. Badinter piensa que el crimen del profesor Paty “es el resultado de una sucesión de sumisiones a las exigencias islamistas.” Y denuncia también la posición de diversos grupos de izquierda que han asumido un rol absurdo de “defensa de las minorías musulmanas”, negando o minimizando el peligro del extremismo islamista por temor, por demagogia y “para no hacerle el juego a la extrema derecha”,  que acusa a todos los extranjeros de delincuencia y de comportamientos antifranceses (Badinter, L’Express n° 3616: 25[5]). Es cierto que las izquierdas en Francia han asumido con frecuencia posiciones de defensa de minorías solamente para oponerse a la extrema derecha del Frente nacional de la familia Le Pen. La miopía de esas posiciones electoralistas es evidente y criticable. El islamismo tiene que ser denunciado como cualquier otra forma de extremismo político.

Este atentado provoca también reacciones internacionales enérgicas, tanto de parte de los grupos y/o países islamistas, como de parte de los países democráticos occidentales.

En efecto, después del asesinato del profesor Paty se desarrollan manifestaciones y ataques frontales de los grupos islamistas de varios países donde gobiernan élites populistas islamistas (Pakistán, Malasia, Turquía), o países musulmanes teóricamente democráticos (como Marruecos, Mauritania, Egipto o Palestina) contra los infieles franceses. Turquía, que pretende liderar los países musulmanes y recrear el imperio otomano, ha lanzado un llamado para boicotear los productos franceses. Hechos similares fueron visibles entre 2015 y 2016.

«Esperemos que estos retos de envergadura sirvan para afirmar la solidaridad de las sociedades que defienden la democracia y los valores republicanos de libertad»

Este nuevo episodio de violencia yihadista en Francia parece haber comenzado con la apertura del juicio penal contra los cómplices de los autores de los atentados de 2015 contra Charlie Hebdo, el 2 de setiembre de 2020. Actualmente, los servicios policiales examinan la pista de una confabulación de Al Qaeda y del Estado Islámico, que normalmente se detestan, contra el “enemigo francés común”.

El presidente de Turquía, el lamentable populista Erdogan, ha insultado al presidente Macron, tratándolo de “enfermo mental”, y pretende liderar la nueva ola de agresiones de los extremistas islamistas contra Francia, tildado de país “antislámico” y “fascista”. Por un lado, en los últimos meses hay vivas tensiones diplomáticas entre Turquía y los países europeos por las posiciones oportunistas de Erdogan respecto a Libia y a sus problemas territoriales con Grecia y Chipre. Sin embargo, los analistas plantean que la violencia de Erdogan contra Macron se funda sobre todo en su temor de perder la influencia religiosa que tenía en la formación del personal religioso musulmán (imams, oficiantes) que debía ejercer en Francia. En efecto, después del asesinato del profesor Paty, las autoridades francesas han anunciado que los imams serán formados exclusivamente en Francia y no en países extranjeros (Turquía, Marruecos, Argelia). Esa es una decisión que debió tomarse hace mucho tiempo. Es por eso que Erdogan ataca con violencia inaudita al presidente Macron (Le Monde, 26 de octubre[6]).

Varias autoridades de países europeos se han pronunciado en apoyo del presidente Macron y de Francia en general: la presidenta de la UE, Ursula von der Leyen; el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell; la canciller de Alemania, Angela Merkel; el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte; el primer ministro de Holanda, Mark Rutte; el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, y el primer ministro español, Pedro Sánchez, entre otras personalidades.

Reflexión final

Vivimos un periodo de cambios políticos y sociales trascendentes en Francia. El combate será muy largo y penoso pues en modo paralelo se enfrenta la pandemia de COVID-19 y su segunda ola en Francia y en Europa. Esperemos que estos retos de envergadura sirvan para afirmar la solidaridad de las sociedades que defienden la democracia y los valores republicanos de libertad contra el obscurantismo y la barbarie islamista.