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Editorial 31 de octubre de 2022

En medio de la crisis política en que se encuentra el país los grandes y más acuciantes asuntos de preocupación nacional han quedado abandonados. Ni el Ejecutivo pone en marcha efectivamente políticas de Estado sobre los problemas que aquejan a la población ni el Legislativo discute y tramita leyes vinculadas con el interés público. Entre los temas más inquietantes y de efectos potenciales más dramáticos figura el cambio climático.

Es ya sabido que si bien ese trastorno, que ya está ocurriendo, tendrá un impacto universal, este no afectará del mismo modo a todos los tipos de población. Entre los más afectados estarán los pueblos indígenas por una diversidad de razones. Hay, principalmente, dos razones que se alimentan mutuamente. Los pueblos indígenas tienen una conexión más directa, en cuanto a sus estrategias de vida, con el medio natural. Todo cambio en este ámbito se traslada casi directamente a un impacto sobre su seguridad alimentaria, entre otros aspectos de su vida diaria. La otra razón es que los pueblos indígenas son, típicamente, parte de la población más afectada por la desigualdad. Es decir, la que cuenta con menos recursos de diverso tipo –incluyendo la atención diligente de los Estados—para paliar los perjuicios del cambio climático.

Frente a ello, es urgente que el Estado peruano aborde desde ya estrategias de prevención de impacto y, dentro de ello, desarrolle una metodología de trabajo participativo con los pueblos que serán más afectados. Si bien existe ya aprobada una Estrategia Nacional ante el Cambio Climático al 2050, queda todavía mucho por hacer en términos de implementación. Y hay que hacer notar que la marcha correcta de tal estrategia requiere un eficiente aparato de gobierno nacional y subnacional, el cual no existe en este momento.

«No se puede enfrentar los efectos del cambio climático sin tomar en cuenta los saberes de los pueblos indígenas, quienes, además, ya vienen registrando esos impactos desde hace años, antes de que el tema se convierta en un punto de agenda central». 

Como informamos en nuestro anterior boletín, el IDEHPUCP, de la mano con la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú- ONAMIAP y con la colaboración de MISEREOR, ha realizado el estudio “Mujeres indígenas y cambio climático: reconociendo las prácticas ancestrales y sustentables de mujeres indígenas para la adaptación al cambio climático”. En este se describe los impactos que enfrentan las comunidades indígenas en las regiones de Puno y Junín y el liderazgo de las mujeres en las estrategias de adaptación, pero también se señala las enormes dificultades que todavía enfrentan, y que difícilmente serán superadas sin un apoyo oportuno y preciso del Estado.

Se trata, en una medida importante, de una estrategia de gobernanza. Las estrategias ya existentes entre los principales afectados son indispensables. No se puede enfrentar los efectos del cambio climático sin tomar en cuenta los saberes de los pueblos indígenas, quienes, además, ya vienen registrando esos impactos desde hace años, antes de que el tema se convierta en un punto de agenda central. Pero tampoco se puede enfrentar el problema sin una ingente movilización de recursos –financieros, técnicos, humanos—de parte del Estado. La noticia más inquietante para el Perú es que en este momento el desarrollo de políticas de Estado sobre este o cualquier otro asunto está muy lejos de ser una prioridad para quienes gobiernan o legislan.