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Nacional 29 de agosto de 2016

Han pasado trece años de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). ¿Aprendimos de lo que nos pasó?

Desde la entrega del informe el 28 de agosto de 2003, cada año se han formulado preguntas en torno al impacto del Informe Final de la CVR y hasta qué punto ha sido seguido. En muchas ocasiones, el balance repetía lo dicho el año anterior ya que se había hecho muy poco. Este año, en las postrimerías de su gobierno, el presidente Ollanta Humala prestó atención no solo al pedido de las víctimas sino de las personas que desean que nuestro país sea justo y humanitario. Fue entonces que promulgó la ley aprobada por el Congreso para la búsqueda de personas desaparecidas con carácter humanitario.

¿Qué impacto tendrá esta norma?

Antes de esa ley era imposible empezar a exhumar un sitio de entierro sin la presencia de un fiscal porque la búsqueda implicaba también la indagación del autor del crimen. Han pasado muchos años y el sufrimiento de los familiares de los desaparecidos ha puesto, por encima de la denuncia penal ante la Fiscalía, la necesidad de encontrar a sus seres queridos. Hallar al perpetrador pasó a ocupar un segundo lugar frente al legítimo deseo de los familiares de encontrarse con los suyos, de cumplir con el rito del sepelio, con ese exorcismo por el cual deja de ser fantasma, una incógnita, para convertirse en la huella de alguien que ha sido un ser humano.

El viernes, se hizo importantes anuncios para las víctimas…

Uno de ellos es ponerse a trabajar desde ya en el reglamento para esta ley, además de reabrir el Registro Único de Víctimas, que pone remedio a una insensatez, pues quienes no habían podido inscribirse a tiempo dejaban de ser consideradas víctimas. Se puede decir que este último año y en estos últimos días ha habido avances muy importante.

La ministra Pérez Tello pidió perdón en nombre del Estado, ¿qué implica eso?

Considerando todo lo que se ha sufrido y si tenemos en perspectiva una sociedad pacífica y reconciliada, mientras no haya un reconocimiento del mal hecho, de lo bueno que no se hizo, el Estado entrega un mensaje tácito de impunidad. No pedir perdón era decir, en cierto modo, que todo lo hicimos bien. El no reconocer, por ejemplo, las políticas de Estado equivocadas, el mal desarrollo de procesos judiciales, era borrar de la conciencia de los peruanos los crímenes de los subversivos y, en algunas ocasiones, de miembros de las Fuerzas Armadas que deshonraron a su institución.

¿Ayudará a la reconciliación?

Definitivamente. Reconocer que no se apoyó a quienes se debía desde que ocurrieron los hechos es fundamental no solo para la persona afectada, sino para la vida en general, de lo que sería el significado de la democracia y el estado de derecho.

La CVR analizó las causas que llevaron al conflicto armado interno, y encontró una notoria relación entre la pobreza y exclusión social con las víctimas de desigualdad. ¿Eso puede repetirse?

Puede que el conflicto armado interno haya terminado y que Sendero Luminoso esté derrotado con Abimael Guzmán en la base naval y el MRTA inoperante, pero las circunstancias de pobreza continúan en muchos lugares. No digo que haya una relación fatal entre pobreza y violencia, pero creo que hay elementos, como la falta de justicia, que pueden ser utilizados para motivar y generar violencia. El sentirse constantemente maltratados hace que algunas personas le presten atención a esos cantos de sirena que les dicen “yo me voy a ocupar de ti, vas a tener algo de justicia”. Ese fue el anzuelo de Sendero Luminoso en algunas aldeas. Al poco tiempo sus habitantes se dieron cuenta de que era la encarnación del mal, se convirtieron en poblaciones sometidas, lo que obligó a muchos a escapar. Se calcula que hubo más de 600 mil personas desplazadas, que se vinieron a las ciudades costeñas para huir del horror y en donde, en lugar de ser acogidas, sufrieron estigmatización.

Que persiste. Y allí volvemos a otro de los motivos del conflicto, como fue la desigualdad étnico-cultural…

Prevalece porque a muchos peruanos, de la sierra y de la Amazonía, se les considera menos inteligentes, que llegan de sus lugares de origen solo como sirvientes y no se les da la posibilidad de educarse. La falta de educación también fue uno de los factores del conflicto. No permitió saber que había ideologías perversas y que no todo aquel que llegaba con aires de sabiduría tenía razón. En muchos pueblos en los que no había policías y las autoridades habían sido asesinadas por Sendero, quedaba el liderazgo de los maestros, muchos de los cuales en varias zonas de Ayacucho estaban ideologizados. Desde que se entregó el Informe Final de la CVR, este tema educativo ha quedado pendiente.

Por el bajo nivel educativo de muchas escuelas…

Es un problema general en todo el país, incluso de los niños acomodados que van a buenos colegios. No están siendo informados respecto a la historia del Perú más reciente. Te hablan de San Martín, de Bolívar y acaban en la Guerra del Pacífico, pero todo queda en el plano informativo. No saben qué implica que Perú sea una república y no un dominio virreinal, qué significa que, habiéndose decretado la independencia bajo los signos de igualdad, libertad y fraternidad, todavía hubiera esclavos hasta mediados del siglo XIX. Son paradojas de la historia, pecados nacionales que no se analizan, que no queremos ver.

¿Cuáles de esos pecados se mantienen en Perú? ¿El racismo, por el que se sigue diciendo “cholo” como insulto?

Así es. Tienen la responsabilidad de no haber sometido a crítica la mentalidad que recibieron. Y eso solo se puede dar si en los colegios, en lugar de atiborrar de datos a los niños y los jóvenes, se les hace pensar. Eso no ocurre en la mayoría de los casos. Salen jóvenes que resuelven teoremas o recitan de memoria la historia romana, pero no se preguntan qué es lo social, qué significa el Estado, cuál debe ser la relación del Estado con los ciudadanos, qué es ciudadanía. ¿Cuántos jóvenes que han terminado la secundaria, e incluso la universidad, han leído la Constitución? Y entonces, cómo pueden saber cuáles son sus deberes y sus derechos. Allí hay mucho trabajo que hacer.

¿Continuar con la reforma de la ley universitaria contribuirá a ello?

Sí, pero hay que ir más lejos. La ley debiera extenderse en muchos aspectos a las universidades privadas, pues se ha hecho básicamente para las públicas. Tenemos 142 universidades que dan doctorados y maestrías que no cumplen los requisitos mínimos de calidad. El Estado debe respetar la autonomía de las universidades, pero estas también deben respetar al gobierno de la sociedad, así como la educación es un derecho es también un deber del Estado, que debe velar por que se ofrezca una educación de calidad. Solo las universidades acreditadas por el Estado deberían dar títulos a nombre de la nación. En cuanto a las públicas, debería haber siete u ocho universidades macrorregionales que lideren los diferentes temas de la educación superior en el país.

Uno de los temas que destacó la CVR es que muchos no sintieron ni asumieron lo que pasó como propio. Si bien ahora hemos revalorado el ser peruano, ¿ha cambiado ese individualismo?

Muchos peruanos están orgullos de su peruanidad por Mistura, por la cocina y por los paisajes, lo que no está mal pero es insuficiente. Es necesario que además  valoremos nuestra riqueza cultura, la variedad de pueblos y las distintas maneras de ver el mundo. En ello consiste el verdadero diálogo nacional. Esto significa conocer la realidad de todo el Perú. Hay jóvenes que viviendo en Lima no conocen el centro histórico ni mucho menos los barrios alejados de su distrito. Tengo grabado el recuerdo de un hombre que, en una de las audiencias públicas y después de contar su tragedia, dijo estas palabras: “Ojalá algún día yo llegara a ser peruano”. Nunca se había sentido tratado como tal.

Pareciera que, a pesar de los años transcurridos, no se quiere tocar este tema, pues, por ejemplo, no se habla de ello en los colegios. Parece que la gente tiene miedo…

Se le fomenta ese miedo. Nosotros, como IDEHPUCP y gracias a la cooperación alemana, publicamos una tirada de ocho mil ejemplares del Yuyanapaq (que es el resumen del informe de la CVR) con una guía para colegios. Conversé con el ministro de Educación el año pasado y lo entregamos en enero, pero no sé si lo habrán repartido a las bibliotecas de los colegios. En nuestro país, la memoria es muy frágil y las investigaciones se recuerdan muy poco, pero ahora estamos celebrando el décimo tercer aniversario del informe de la CVR, eso quiere decir que no fue cualquier cosa.

¿Cuánto cree que se haya avanzado en las recomendaciones de la CVR al llegar al bicentenario?

Lo que escuché el viernes de la ministra me hace sentir optimista. No se va a resolver todos los problemas pero sí empezaremos a caminar por una sociedad más atenta al valor de la vida, de la persona humana, de lo que significa ser ciudadano. Y para eso es fundamental un diálogo entre todos los peruanos.

Revisa la versión abreviada del Informe Final de la CVR en castellano e inglés.

(29.08.2016)