Ir al contenido principal Ir al menú principal Ir al pie de página
22 de junio de 2021

Las elecciones presidenciales de 2021 se caracterizaron, por primera vez en nuestra historia republicana, por la abierta exposición del racismo, de la discriminación y del menosprecio de las clases dominantes que votaron por Fuerza Popular hacia las clases postergadas y rurales del país, los cholos, la indiada, que han votado masivamente por el profesor Pedro Castillo de Cajamarca, quien con su propuesta progresista e inclusiva ha conseguido la adhesión de las clases rurales y pobres del país. La coyuntura actual ha desnudado en efecto los invariantes de nuestra estructura social, económica, cultural y política, el racismo de raza y de clase, causando una tensión social muy intensa, exacerbada aún más por intransigencia de los grupos antidemocráticos que se niegan a aceptar los resultados de la votación negando que el presidente electo sea el profesor Castillo y llamando inclusive a un golpe de Estado. ¿Cómo hemos llegado a esta situación que ha polarizado la escena política en medio de la terrible pandemia de Covid-19 que todavía no ha terminado? En esta breve nota aportaré las principales contribuciones de la antropología social a la problemática del racismo, que podemos sintetizar del modo siguiente:

  • El racismo es una ideología de superioridad racial introducida por los conquistadores europeos en el continente americano a partir de 1492 y es causa de división, atraso y subdesarrollo, pues se opone a la construcción de naciones modernas fundadas sobre los valores republicanos de igualdad de todos los ciudadanos que ejercen su derecho democrático al sufragio universal.
  • En el Perú, el racismo contra las poblaciones originarias, rurales y afroperuanas fue un elemento constante durante la época colonial, y fue reproducido desde 1821 en la República, que excluyó a los peruanos originarios de la nación y de la ciudadanía. El racismo se ha manifestado en la guerra interna contra los campesinos andinos y los nativos amazónicos acusados de ser terroristas y se expresa en la coyuntura de crisis política actual iniciada en 2016. El racismo, la discriminación y la xenofobia de las élites y de las clases medias peruanas perdura por la falta de educación cívica e histórica, y por falta de solidaridad con las clases postergadas del Perú profundo. Las leyes contra el racismo existen, pero no son aplicadas, ni respetadas.
  • El racismo ordinario ha sido silenciado y denegado, pero no ha desaparecido pues el Estado no ha reconocido su gravedad. Además, desde el fin del conflicto armado interno y la fuga del exdictador Alberto Fujimori al Japón, en noviembre de 2000, ningún gobierno ha asumido las tareas urgentes para reformar el sistema educativo y para difundir los valores republicanos de igualdad social y de solidaridad nacional entre todos los peruanos, tareas que fueron explicitadas en el Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, y en su versión resumida, el Hatun Willakuy que pocos peruanos conocen.

Sin desarrollar por extenso todos esos puntos, centraré este texto en el concepto de racismo expuesto en un libro que publiqué en Francia en 2016 [Villasante, traducción en preparación] y en mi libro sobre la Violencia política en la selva central (Villasante 2019, véase las referencias citadas). Luego comentaré brevemente los usos del racismo durante la campaña electoral de 2021.

El racismo: concepto y herencia premoderna de la colonización española

  • La asociación entre los atributos externos (color de la piel, tipo de cabello, rasgos faciales) y ciertos atributos morales (inteligencia/ignorancia, valentía/cobardía, amor al trabajo/ociosidad) ha dado como resultado la emergencia de la xenofobia y del racismo en todas las sociedades humanas. Este término es de uso moderno y está asociado a la clasificación de las razas humanas y a la ideología jerárquica establecida entre ellas (el racialismo). Si el racismo puede ser considerado como un comportamiento humano ancestral de odio y desprecio ante las personas diferentes de nosotros, los Otros, el racialismo es una ideología nacida en Europa entre la segunda mitad del siglo XVIII y el siglo XIX. El debate sobre la antigüedad del racismo es todavía de actualidad. Tzvetan Todorov (1989) considera que el racismo es antiguo y universal; en cambio Michel Wieviorka (1991: 71), restringe el sentido del racismo al periodo moderno posterior a la invención del concepto de “raza” en Europa durante el siglo XVIII.
  • El racismo es una forma de etnocentrismo extremo y universal, que clasifica a las personas y a las comunidades en virtud de sus atributos físicos, de sus religiones, de sus culturas, y las asocia a algunos rasgos morales e intelectuales de exclusión y de inferiorización, en particular en periodos de crisis (Villasante 2019: 43). La pandemia actual ha tenido una influencia importante en la expresión de los miedos ancestrales a la muerte y a la pobreza (54% de peruanos actualmente), y ha contribuido a la exteriorización del racismo contra personas estimadas peligrosas por aspirar al cambio social.

La idea de una distinción étnica o racial existe desde el alba de la humanidad en todas las sociedades humanas, como bien ha explicado Lévi-Strauss en su célebre ensayo Raza e historia ([1952] 1993), que ha inspirado la perspectiva oficial de la Unesco sobre esta noción. Lévi-Strauss ha propuesto la distinción entre las nociones de “raza” y cultura en términos de unidad de la especie humana y de diversidad de culturas. La percepción racial de la humanidad, que insiste en la diferencia, conduce a una jerarquización entre las “razas” y, en ocasiones, a una ideología de la superioridad racial, es decir al racismo. Se trata de un proceso de distinción entre grupos próximos/lejanos que puede ser manejado con habilidad y pacíficamente, o transformarse en xenofobia, es decir en odio al Extranjero, que puede llegar a la voluntad de exterminar al Otro pueblo (Villasante 2019: 43-45). Por desgracia, las ideas de exterminación de los indios se han manifestado en la actual coyuntura política, como veremos más adelante.

  • Las ideas de jerarquía social fundada en la raza fueron introducidas por los colonizadores españoles, pero sabemos poco sobre la extrema violencia que caracterizó el periodo colonial peruano. El “descubrimiento de América” por los españoles ha sido analizado con gran rigor académico y desde una perspectiva planetaria por el historiador Tzvetan Todorov en su excelente libro La conquista de América. Todorov ([1982] 2003: 15) propone considerar el año 1492 como el comienzo de la era moderna, “desde esa fecha, el mundo está cerrado… los hombres han descubierto la totalidad de la que forman parte mientras que, hasta entonces, formaban una parte sin todo.” Ese libro explicita la extrema violencia que los españoles perpetraron en el continente recién descubierto y resalta la hecatombe demográfica que perpetraron los españoles. En 1500, la población del continente estaba evaluada en 80 millones de personas, a mediados del siglo XVI no quedaban sino 10 millones. La destrucción de los nativos fue del orden del 90%, un hecho inédito en la historia de la humanidad. No obstante, según Todorov (2003: 144 y sqq.), esto no significa que los españoles hayan sido peores que los otros europeos, sucedió simplemente que fueron ellos quienes ocuparon las Américas, y que ningún otro pueblo europeo tuvo la oportunidad, ni antes, ni después, de masacrar a tantas personas en tan poco tiempo. Los españoles y los otros europeos no querían conocer a los Otros pueblos “americanos”, o comerciar con ellos, como lo hacían en Asia y África, querían asimilarlos y hacer desaparecer su diferencia cultural, aunque millones de personas mueran en ese proceso de barbarie.
  • En el Perú, la colonización española ha creado identidades regionales que incorporan elementos de identidad y de jerarquía social. Es nuestra herencia ideológica de una era premoderna. Así distinguimos los costeños, los serranos o andinos y los selváticos. En lo alto de la jerarquía social y de la idea de civilización se encuentran los limeños y los costeños en general, luego vienen los serranos o cholos, y finalmente los selváticos, que se distinguen entre los charapas o mestizos y los chunchos o pueblos originarios percibidos como salvajes, primitivos y atrasados. Marisol de la Cadena (2000) ha planteado que los cusqueños se reconocen como indígenas mestizos, personas orgullosas de su cultura andina y de su lengua quechua, que rehúsan la designación de indios a causa de su connotación negativa (personas miserables, sin zapatos, monolingües, sin educación, atrasados y serviles). Por su parte, Flores Galindo (1987) ha demostrado que el proceso de rechazo de la identidad indígena se ha desarrollado desde la represión brutal de la rebelión de Túpac Amaru y en el siglo XX, en el marco de la urbanización, de la migración rural y de la generalización de las ideas racialistas promovidas por las élites europeizadas que tomaron las riendas del Estado peruano desde 1821. El llamado problema indígena existe desde ese tiempo, desde hace 200 años. La participación de tropas indígenas en las guerras de independencia y en la guerra contra Chile no ha cambiado nada a esa realidad.
  • En nuestro país, Alberto Flores Galindo ha sido uno de los primeros académicos en subrayar la importancia del racismo contemporáneo, cuando la mayoría de los universitarios e intelectuales se negaba a tomarlo en consideración o lo minimizaba:

En el Perú nadie se definiría como racista. Sin embargo, las categorías raciales no solo tiñen, sino que a veces condicionan nuestra percepción social. Están presentes en la conformación de grupos profesionales, en los mensajes que transmiten los medios de comunicación o en los llamados concursos de belleza, para mencionar algunos ejemplos cotidianos. Pocos han reparado en el contenido racista de una categoría tan usual en los recuentos censales como es la de analfabeto, para clasificar así — como grupo inferior y menospreciado — a quienes ignoran el castellano. El racismo existe no obstante que los términos raciales, suprimidos en los procedimientos de la identificación pública, no tienen circulación oficial. Pero un fenómeno por encubierto y hasta negado, no deja de ser menos real. (…) El discurso racista en el Perú se estructuró alrededor de la relación blanco-indio y después se propaló a otros grupos sociales. La fuente de este paradigma debemos buscarla en el establecimiento de la dominación colonial. Antes, en el territorio andino existían runas (hombres), que pertenecían a diversos grupos étnicos como los quechuas, aymaras, chocorvos, chachapoyas, chancas. Recién con la conquista surge la categoría de indio, con el propósito de homogenizar forzosamente a la población vencida y reducir sus diversas expresiones culturales a lo que Henri Favre llamaría una “subcultura de la dependencia”. (República sin ciudadanos, 1987, en Buscando un Inca, 2008: 235. Mis itálicas).

La ideología de la raza y el racismo es el núcleo del orden social en América Latina, pero también en Canadá y en Estados Unidos, donde los supremacistas blancos aumentaron durante el mandato del lamentable presidente Trump. Dicho esto, en los países latinoamericanos, los rasgos exteriores, la educación y la riqueza fundan una jerarquía de mestizos, teniendo en sus extremos a los blancos y a los indios. Si antes el racismo era ocultado como un sentimiento vergonzoso y anticatólico, en 2021 muchos peruanos se reconocen racistas, y son incitados a ello por la propaganda fujimorista y por el anonimato de las redes sociales que garantiza la impunidad. No se reconoce que podemos tener identidades diferentes (regionales, locales, étnicas, lingüísticas), pero una sola ciudadanía, una sola nacionalidad: peruana.

El racismo de las élites: el patético caso de Vargas Llosa y los llamados a la exterminación de los indios

El país atraviesa una crisis de gobernabilidad desde 2001 pues desde el final de la guerra interna ningún gobierno ha asumido sus deberes de restructuración de todas las instituciones del Estado y tampoco se ha hecho nada por difundir los valores republicanos; la educación cívica es casi inexistente. La permanencia del fujimorismo — con sus características de corrupción, cinismo, ilegalidad e inmoralidad —, se debe a la voluntad constante de las élites económicas de mantener sus privilegios antimodernos (el virreinato se terminó en 1821) y antipatrióticos (aunque tangamos identidades locales diferentes todos somos peruanos). ¿Por qué se comportan de ese modo? Porque nunca adhirieron a los valores de construcción nacional y republicana sobre la base de la unidad de todas las clases, de “todas las sangres”, del pueblo peruano. Las élites y las clases medias citadinas reproducen la indiferencia ante los Otros heredada de la época colonial, como la CVR ha comprobado en el Informe Final.

La ideología fujimorista populista, prepotente y racista (bien documentada en el IF de la CVR) está enquistada en nuestras instituciones, en las élites y las clases medias que se dejaron convencer — por ignorancia y por falta de empatía y solidaridad con las clases marginadas — de que el candidato Pedro Castillo era un “indio ignorante”, “comunista-terrorista”. Por esta razón abyecta — fruto de la propaganda falaz e inmoral de las élites y de los medios de comunicación que controlan (como en los países dictatoriales), con la tolerancia del Estado y de la sociedad —, la hija del dictador Fujimori ganó votantes (aterrorizados por el “comunismo”) y obtuvo 49% de votos en la segunda vuelta, cuando sus votantes fueron solamente 13%. Una persona acusada de corrupción no debió siquiera presentar su candidatura.

En ese contexto, el escritor Mario Vargas Llosa se ha atrevido a regresar a la política nacional desde España, su país de residencia, para apoyar a la hija del dictador que él denunció durante muchos años. No sólo es un acto inmoral y vergonzoso, sino que expresa una cierta coherencia con las ideas de este autor mal conocido en nuestro país. Debemos recordar en efecto que él presidio la Comisión de investigación de los hechos de Uchuraccay en 1983, por encargo del presidente Belaunde, y que en su Informe expresó su profundo racismo contra los “indios salvajes e ignorantes”. Luego escribió tres novelas donde demostraba su profundo desprecio racista hacia los “indios”: La historia de Mayta (1984), El Hablador (1987) y Lituma en los Andes (1993), donde los “indios” son “caníbales”, obras criticadas por varios autores [Méndez 2002, Vich 2002, Franco 2006]. En 1996 publicó además una crítica de la obra de José María Arguedas, La utopía arcaica, donde lo presenta como un “desarraigado” que conocía “dos mundos antagónicos”, no obstante, como escribe Rodrigo Montoya (1998), Vargas Llosa no conoce los Andes. Dada la complejidad de esos temas, los analizaré en profundidad, desde la antropología social, en un texto futuro.

El racismo ha sido denunciado en los medios alternativos, en particular por Glatzer Tuesta (Ideele Radio), y ello es muy positivo para ampliar el debate que recién empieza. Ahora sabemos que el racismo de extrema derecha se ha desarrollado considerablemente en el país y que tiene portavoces que utilizan palabras de odio que merecen ser penalizadas pues son contrarias a la Constitución (Art. 2) y a la Ley n° 27.270 contra actos de discriminación. En junio de 2020, el Ministerio de la Cultura presentó un proyecto de ley contra el racismo y la discriminación racial para sancionar penalmente los agravios de ese tipo, incluyendo el delito de discurso de odio étnico-racial. Es una tarea urgente para el próximo Congreso.

Durante la campaña electoral y por medio de las redes sociales, jóvenes de las élites económicas, pésimamente educados, sin moralidad alguna y sin decencia ni honor, han proferido llamados a la “destrucción” de Ayacucho, Apurímac, Cajamarca, Cusco, Puno. Han comparado los votantes de Castillo a “llamas”, “alpacas”, “cerdos y vacas”. Han lanzado llamados al “exterminio” de los “cholos/indios”, a la “violación” y a la “esterilización de mujeres”, y a la violencia contra los niños (Rospigliosi, Sudaca.pe). En otro video una docente de la USMP conversa con un estudiante y ambos expresan su desprecio por el profesor Castillo acusándolo de “comunista”. Nunca se enteraron de que el comunismo se derrumbó entre 1989-1991. Otro audio ilustra los llamados a la violencia (“tomar Palacio”) para oponerse a los resultados electorales (Wayka, 18 de junio). Y algunos fujimoristas demandan un golpe de Estado, contra el “comunismo” y el “terrorismo”, mostrando rosarios (Wayka, 15 y 16 de junio). Todo ello en nombre de la defensa de sus privilegios de clase y de su incapacidad a aceptar que tengamos un presidente “cholo/indio”. Sus nombres son conocidos, la justicia deberá intervenir para demostrar que el Estado de derecho existe en este país y que no se pueden seguir tolerando esos extremos de violencia racista contra ciudadanos peruanos postergados que tienen los mismos derechos que los miembros de las élites y de las clases medias.

La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos ha publicado un pronunciamiento el 17 de junio, denunciando las amenazas y las acciones de hostigamiento violentas que se perpetran contra personalidades, periodistas, artistas y autoridades que “se vienen naturalizando en las redes sociales y en las manifestaciones públicas” [#“chapa tu caviar”, y símbolos del movimiento Alt-Right de los supremacistas blancos de Estados Unidos usados en las marchas fujimoristas [antorchas, saludos nazis], ver la entrevista de Tuesta a José Ragas] para beneficiar al fujimorismo. La CNDH denuncia a los medios que instigan el uso de la violencia y que invocan el golpe de Estado. Es evidente en efecto que el control de 80% de los medios de comunicación por grupos de poder económico es contrario al Estado de derecho y deberá ser reglamentado por un organismo regulador estatal, como en los países democráticos normales.

Reflexiones finales

La coyuntura actual, a pesar de sus angustias, de los conflictos sociales y familiares, es muy positiva para el inicio del proceso de construcción nacional: el proceso de toma de conciencia del racismo como fuente de división y de fraccionamiento entre los peruanos ya ha empezado, ya no podremos negarlo o minimizarlo como hemos hecho durante 200 años. En adelante tenemos la obligación moral de participar activamente en la construcción de una república de ciudadanos, de una nación peruana compuesta de ciudadanos conscientes de sus deberes y derechos, sin distinción de “razas”, de género o de religión; como está escrito en todas las constituciones modernas, pero que no se ha concretizado en el Perú hasta la actualidad. En fin, es evidente que la mejor manera de avanzar es a través de la educación y de la información: realizando campañas de difusión del Hatun Willakuy a nivel nacional, en los colegios, institutos técnicos y universidades públicos y privados; para que los niños y los jóvenes se eduquen en los valores democráticos, conociendo nuestra historia reciente y preparando el futuro de una nación inclusiva, libre e igualitaria.


Referencias citadas
Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, 2003. Versión resumida: Hatun Willakuy, Lima, 2004 y 2008.
De la Cadena Marisol [2000] 2004, Indígenas mestizos, Lima.
Flores Galindo Alberto [1986] 2008, Buscando un Inca, Lima.
Franco Jean, 2006, Alien to Modernity: The Razionalization of Discrimination, A contra corriente; Journal on Social History and Literature in Latin America, vol. 3, n° 3: 1-16.
Lévi-Strauss Claude ([1952] 1993, Raza e historia, Madrid.
Méndez Cecilia 2002, El poder del nombre o la construcción de identidades étnicas y nacionales en el Perú, Documento de trabajo n° 115, Lima, IEP.
Montoya Rodrigo, Todas las sangres: ideal para el futuro del Perú, Nuestra América 12 (34), https://www.scielo.br/j/ea/a/G3pXjCt4n3mf9RDVPQbKW3f/?lang=es
Todorov Tzvetan [1982] 2003, La conquista de América. El problema del Otro, Buenos Aires.
Todorov Tzvetan, 1989, Nous et les autres. La réflexion française sur la diversité humaine, Paris.
Vich Víctor, 2002, El caníbal es el Otro, Lima.
Villasante Mariella, 2019, Violencia política en la selva central, 1980-2000, Lima.
Villasante Mariella, 2016, [traducción en preparación], Violence politique au Pérou, 1980-2000, Paris.
Wieviorka Michel, 1991, L’espace du racisme, Paris.
Otras referencias citadas
Ministerio de Cultura, 23 de junio de 2020, Proyecto de ley contra el racismo y la discriminación racial, https://www.rcrperu.com/ministerio-de-cultura-impulsa-proyecto-de-ley-contra-el-racismo-y-la-discriminacion-racial/
Rospigliosi Julio, 16 de junio de 2021, En el racismo hermanos, Sudaca.pe, https://sudaca.pe/noticia/informes/en-el-racismo-hermanos/
Tuesta Glatzer, Ideele Radio, Entrevista a Marco Avilés sobre el racismo, 11 de junio, https://www.youtube.com/watch?v=0yqeczx7Lks
— Entrevista a José Ragas sobre el racismo, 14 de junio, https://www.youtube.com/watch?v=Gn95dnAX60s
— Entrevista a Cecilia Méndez sobre el racismo, 16 de junio, https://www.youtube.com/watch?v=ZTTBEL_I1LM
Universidad San Martín de Porres (USMP), Comentarios en aula virtual, 14 de junio, https://www.youtube.com/watch?v=bgn5Vqrhvdo
Wayka, 15 de junio, Operadores fujimoristas contra la democracia, https://www.youtube.com/watch?v=qAm45ctp5Pw
Wayka, 16 de junio, ¿Por qué marchan realmente los fujimoristas? https://www.youtube.com/watch?v=461OyXXPFFk
Wayka, 18 de junio, Audios colectivo Salvemos la democracia, https://www.youtube.com/watch?v=y05oeizIgGc
Las afirmaciones y/o opiniones expresadas por el autor(a) de este artículo no reflejan necesariamente la opinión del Idehpucp y son de entera responsabilidad del autor(a).