Ir al contenido principal Ir al menú principal Ir al pie de página
Entrevistas 31 de agosto de 2021

Por: Juan Takehara (*)

Mientras el país avanza de manera sostenida, aunque comparativamente lenta, en la vacunación, subsiste el temor a una tercera ola y a la aparición de variantes del virus. En ese contexto de incertidumbre ha emergido un debate sobre cómo debería planificarse el retorno de los escolares a las aulas de clase. Sobre esos temas conversamos con Erika Castillo, PhD en Ciencias Médicas y divulgadora científica sobre asuntos de salud pública. 

A pesar de estar en medio de una pandemia se discute sobre la efectividad de las vacunas o, al menos, sobre la efectividad de algunas de ellas; también hay un porcentaje de personas antivacunas ¿Diría que las personas tienen temor a las vacunas o se trata de un recelo hacia las empresas de salud o incluso hacia el gobierno?

Sobre el movimiento antivacunas hay que decir que realmente no es algo nuevo, pero se ha afianzado últimamente. Hay personas a las que, en un contexto como el de la pandemia, todo les genera desconfianza y miedo, sobre todo cuando se trata de cosas que no pueden entender como es la investigación científica. Esta falta de conocimiento básico da pie a que estos movimientos antivacunas generen todo tipo de desinformación. Una cosa es la ciencia, que tiene sus bases, y otra cosa son tus creencias. Hay quienes piensan que las farmacéuticas tienen intereses ocultos, pero también hay aquellos grupos que se dicen antivacunas, pero que realmente quieren promocionar otro tipo de tratamientos y medicinas que no tienen sustento científico pero que se muestran como la salvación contra los gobiernos o conglomerados económicos que quieren “controlar el mundo».

Esta desorientación también ha sido generada por algunos profesionales de la salud que incluso siguen recomendado distintos tratamientos o productos alternativos.

Eso no solamente ha sucedido en Perú. Como se sabe, en Estados Unidos y en otras partes del mundo hay varios médicos y científicos que son abiertamente antivacunas. Hay un caso de una enfermera que inyectó a miles de personas con solución salina en lugar de vacunas porque no creía en ellas. Puede ser que se dejen ganar por el miedo, pero esta conducta en realidad va en contra de la ética. Entonces, sí, a veces hay personas o profesionales que se dejan llevar por eso más que por encontrar o buscar el fundamento científico y hay doctores en Perú que tampoco creen en las vacunas, y que no quieren vacunarse. Felizmente no son la mayoría, pero de todos modos obstaculizan la superación de la pandemia, pues muchas personas prefieren seguir a esos doctores porque están en consonancia con sus miedos. A mí me han dicho, por ejemplo, “yo sé que hay pruebas de que la vacuna Sinopharm funciona, pero no creo en ella porque es china”.

Y cuál es su respuesta.

Les digo: “bueno, tú crees que los reportes diarios te están engañando. Está bien, no le creas a los resultados, pero cree en la realidad. La gran mayoría de médicos y personal de salud de la primera línea que se han vacunado, han sobrevivido y ellos – por su mismo trabajo – están expuestos a una gran carga viral. Entonces, si quieres creer en algo que puedes ver o comprobar por ti mismo, cree en la gran cantidad de personas que se han salvado”. La estrategia es nunca menospreciar a esas personas por dejarse llevar por los psicosociales. En realidad, hay mucho temor, pero es posible revertirlo porque estas personas no tienen un interés oculto de por medio; quieren protegerse, y, así, al informarlos correctamente les devuelvo la confianza. Pero a quienes sí tienen otro interés, ya sea comercial o político, en generar un movimiento antivacunas, no los vas a poder convencer. Solo queda explicar al resto, a quienes los ven o escuchan, por qué esas personas están equivocadas.

Desde un punto de vista netamente médico, ¿qué opina sobre la vacunación obligatoria y el pase sanitario por encima del derecho de no querer vacunarse?

Si no te quieres vacunar, es tu derecho. Pero el acceso a lugares públicos debe tener normas que salvaguarden la salud de las personas que están asistiendo. No lo considero un ataque a los derechos de la persona porque entrar a un restaurante o a una tienda o hacer un viaje de placer no es una actividad de primera necesidad. Por ejemplo, aquí en la universidad donde trabajo (Universidad de California), todos debemos estar vacunados y tienen que registrar su vacunación. Si tú no te vacunas porque tienes una condición especial que no te permite hacerlo no vas a tener ningún problema, porque justamente no se trata de imponerte la vacuna si realmente no puedes tolerarla.

«El uso de la mascarilla como elemento preventivo y para controlar todo tipo de contagios debería continuar por lo menos un par de años más, y hacerse costumbre.»

¿Cómo está funcionando en Estados Unidos la vuelta a clases en niños y niñas estén o no vacunados? 

En las ciudades donde la tasa de vacunación es entre moderada y alta y que tienen una buena cobertura de vacunación y se exige el uso de mascarillas dentro los colegios, la situación de los contagios y los casos graves está controlada. El problema es en aquellas escuelas donde están colocando a niños y personas jóvenes que tal vez no estén vacunados, porque sus padres no quieren que se vacunen, en lugares cerrados, sin la ventilación adecuada y sin un control para que los niños mantengan la mascarilla puesta todo el tiempo, porque el colegio no es capaz de exigir la obligatoriedad. También se ha detectado una presión social en la forma de burla contra quienes usan mascarillas. En todos esos lugares están habiendo incremento de contagios porque se va en contra de la lógica de la protección. Pero si una escuela realmente trata en lo posible de distanciar a los alumnos, busca espacios abiertos, ventila las aulas y hace que las personas conserven sus mascarillas puestas, no estaríamos en una situación tan diferente de, por ejemplo, la que se da en un centro comercial o incluso un mercado. Aunque la densidad de la gente dentro de esos espacios es un poco alta, cierto, si todas las personas están con mascarilla, mantienen los protocolos establecidos, realmente no se generaría un foco infeccioso.

¿Pero es posible mantener el aforo en estos espacios incluso con una tercera ola?

El virus se propaga en olas. Ese es el comportamiento de la pandemia. Cuando el virus encuentra espacio para seguir transmitiéndose se va a esparcir en la población hasta que llega un momento de estancamiento y luego va bajando, pero luego vuelve. Las olas que vemos son de contagios, es decir de transmisión de la enfermedad, no de severidad de la enfermedad. El problema en Perú es que la mayoría de personas no está vacunada todavía y el sistema de salud no es el óptimo para poder aguantar una tasa de contagios tan alta. Si uno ve las gráficas de contagio aquí en San Francisco, se llegó a un punto similar a la ola anterior, pero las muertes son mínimas, y esto se debe a que las personas ya están vacunadas. Aquí, la gente, en espacios abiertos, sigue con la mascarilla puesta. Casi no se presentan situaciones donde las personas cuestionan abiertamente el uso de mascarilla. Pero en otras ciudades donde lamentablemente no quieren ponerse las mascarillas porque dicen que están en su derecho a no usarlas, van a fiestas o bares sin protección porque el gobierno dice que ya se puede, sin responsabilidad social, allí ya la culpa no es ni la pandemia ni del gobierno. Cada persona tiene que ser responsable de sus propios actos.

Si la tercera ola llega con poca influencia de la variante Delta y con todas las medidas de protección y de seguridad, ¿podría ser seguro el regreso a clases?

No considero recomendable un regreso completo a clases este semestre porque la mayoría de las personas no están vacunadas. Y eso constituye un riesgo tanto para adultos como para niños. Aquí, en Estados Unidos, se ha visto casos elevados en niños no vacunados que han entrado a hospitalización en estados o ciudades en donde la tasa de vacunación es baja. El gobierno no debería imponer el regreso a clases presenciales mientras no le ofrezca a la población la posibilidad de protegerse. Cuando estemos en una situación donde a cualquier edad uno pueda ir a vacunarse, ahí sí sería seguro un regreso a clases progresivo, semipresencial al inicio, y con todos los protocolos de bioseguridad. Y si hay personas vulnerables en casa se debería buscar la manera de que ese estudiante siga sus actividades de manera virtual. Si bien las leyes son generales, hay que considerar caso por caso. Actualmente no hay un nivel de protección que garantice que no habrá incremento de hospitalizaciones en niños.

Si llegamos a una alta tasa de vacunación, ¿se podría vivir como en la era «prepandemia» nuevamente, yendo a las oficinas, subiendo a buses atestados, realizando fiestas, etc.?

Primero, debemos ver qué pasó en la pandemia anterior. Felizmente se ha encontrado la vacuna gracias a la tecnología en tiempo récord. La pandemia de hace 100 años duró más de tres años. El mensaje que se tiene que mandar es que las medidas de protección no deberían ser consideradas como un castigo, sino como parte de la cultura y de la vida cotidiana. Por ejemplo, en Japón cuando las personas se enferman, salen con mascarilla puesta y nadie te ve mal. Es un gesto de respeto al resto. La mascarilla es la forma más simple, barata y apropiada de detener el contagio de una enfermedad respiratoria. Antes, si uno llegaba al trabajo agripado, ya se presumía y se aceptaba que todo el grupo de trabajo iba a terminar contagiado. Esto ya no puede ser así. Se debe inculcar políticas de prevención porque si no te enfermas cortas con el peligro de hospitalización o incluso de muerte, además te ahorras los gastos de medicinas o tratamientos. El uso de la mascarilla como elemento preventivo y para controlar todo tipo de contagios debería continuar por lo menos un par de años más, y hacerse costumbre.

No deberíamos pensar entonces que tener la vacuna ya es tener la cura.  

La vacuna es solo prevención y no evita que te contagies. La vacunación tampoco evitará una tercera ola de contagios, pero sí impedirá una tercera ola de muertes. Además, pese a todos los cuidados y vacunas, hay un pequeño porcentaje de personas que igual enfermarán gravemente si es que se contagian. Mientras en Perú no tengamos la cantidad de vacunados que se requiere para un regreso progresivo a las actividades presenciales, y puesto que una cuarentena total es imposible, solo queda protegernos adecuadamente.


(*) Integrante del área de Comunicaciones IDEHPUCP.

Entrevistas anteriores: