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Opinión 7 de octubre de 2016

Resulta innecesario subrayar que la educación es una de las áreas de la política pública que más necesitan de la continuidad. Los frutos de cualquier reforma o reorientación en materia educativa tienden a ser perceptibles solo en el largo plazo. En nuestro horizonte educativo hay grandes esfuerzos de cambio en espera de maduración y por ello la estabilidad en el sector resulta necesaria. Las metas mayores son la elevación de la calidad en la educación que se imparte en nuestras escuelas y además la necesaria transformación y mejora de la educación superior.Para ambos fines se ha tomado algunas decisiones importantes en los últimos tiempos. Tantas son las carencias y deficiencias por subsanar y tan enraizados están los viejos hábitos, que toda política resultará siempre insuficiente. Pero lo central es encontrar la dirección correcta y mantenerse en ella.

Resulta paradójico, por tanto, que desde el inicio del actual gobierno algunos partidos políticos, con presencia en el Congreso, hayan convertido al ministro Saavedra en el principal blanco de sus críticas y trabajen en una campaña de presión para conseguir su sustitución en el cargo. En los últimos días se ha hecho oír la intención de someter al ministro a una interpelación en el Congreso. (xanax) El motivo que se alega para ello es muy poco convincente. Se desea censurar al ministro u obligarlo a renunciar por el retraso en las obras destinadas a la celebración de los próximos Juegos Panamericanos en Lima.

Quienes desde el espacio de la sociedad civil y de la ciudadanía siguen con atención el desarrollo de las políticas públicas en educación concuerdan en que la gestión pasada del ministro Saavedra ha sido positiva. Fue en ese periodo que se logró la aprobación de la ley universitaria, norma perfectible, pero que se orienta ya a propiciar cambios indispensables en ese ámbito. Quizás, no debiera sorprendernos que quienes hoy reclaman en el Congreso una interpelación al ministro por los Juegos Panamericanos sean en buena medida los mismos que se hallan vinculados a universidades con fines de lucro y que apelan en su protesta a argumentos no siempre veraces.

Una idea que creo todos los peruanos compartimos es la de entender que la construcción de políticas de Estado serias y duraderas no debe depender de las personas. Mas también es cierto que la continuidad de ciertas reformas que apuntan a solucionar dentro del país un problema tan importante como es el educativo dependen, en ocasiones, de la permanencia, relativa, de gestores que se hayan comprometido ya con los temas a resolver y que requieren de tiempo y apoyo para así formular políticas que conduzcan a la formación de personas cultas, honestas y que contribuyan a través de su vida laboral con el desarrollo de nuestro país.

Escribe: Salomón Lerner Febres, presidente ejecutivo del IDEHPUCP, para La República

(07.10.2016)