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Opinión 5 de agosto de 2014

El taller se llevó a cabo en un contexto particular. No es un hecho fortuito que el IDEHPUCP haya decidido trabajar en dicha institución educativa, pues, este colegio fue uno de los centros de lucha ideológica entre el Estado y el denominado Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL). Durante los primeros años del conflicto armado interno (1980-2000), la provincia de Huancasancos pasó a formar parte de uno de los escenarios claves para Sendero Luminoso Este grupo subversivo buscó acabar —a través de juicios sumarios y ejecuciones públicas — con las autoridades democráticamente elegidas, así como con los cargos tradicionales, con el fin de eliminar cualquier rezago de organización social que no estuviera acorde con su ideología vertical. Las instituciones educativas, entre las que destaca el colegio Los Andes por ser la única escuela secundaria de la provincia por aquellos años, se convirtieron en otro objetivo del PCP-SL, pues sus cuadros formados en las aulas de la Universidad San Cristóbal de Huamanga buscaban establecer «escuelas populares» en dichos colegios.

No obstante, frente al escenario de violencia, la población de Huancasancos no fue pasiva. Se destacan rebeliones en contra del control de Sendero Luminoso, donde muchos vecinos perdieron la vida. Hacia mediados de la década de 1980, el Ejército Peruano decide intervenir el colegio, produciéndose un segundo momento del conflicto en la institución. Desde ese momento, la vigilancia del Estado sería un fantasma presente en la mente de la comunidad educativa.

Frente a esta historia, aun persisten muchos temores y sospechas de docentes, autoridades y padres de familia sobre el tratamiento de un tema como el del conflicto armado. Debemos mencionar que, durante los 20 años de violencia, la población jugó distintos papeles activos por lo que posturas maniqueas entre víctimas y perpetradores resultan incompatible —así lo mencionaba Kimberly Theidon para el caso del norte de Ayacucho[1]— y generan más confusión. En un contexto complejo de relaciones comunales, la violencia del conflicto armado desbordó los canales regulares de discusión y generó nuevas formas de acción social que no pueden ser presentadas en dos categorías rígidas. En ese sentido, resulta complicado señalar un perfil exacto de víctima y perpetrador en espacios donde familias extensas sobrevivieron veinte años de conflicto con diversas estrategias. Así, el trabajo por la memoria debe contemplar estos matices y no pretender generar verdades absolutas sobre una región. Asimismo, dicha labor debe contemplar las dificultades para afrontar las resistencias de las personas con quienes se trabaja.

Bajo esta lógica, el equipo de trabajo del IDEHPUCP se encontró con una comunidad educativa que, más que temerosa, se encontraba renuente al trabajo sobre la historia reciente pues, entre las muchas formas de memoria, parecía haber optado por el silencio. Asimismo, antiguos fantasmas de la intervención del Ejército seguían presentes en el imaginario colectivo, por lo que cualquier alusión al conflicto armado saca a la luz los estigmas de apología al terrorismo que tanto dañaron al magisterio peruano.

Luego de dos días de arduo trabajo, los docentes reconocieron que era importante el trabajo pues, frente a metanarrativas como las de la CVR, emprender un conocimiento que parta de lo local resulta mucho más rico y esclarecedor para ellos y sus alumnos. Es ahí donde radica la principal fortaleza del proyecto del IDEHPUCP, para recoger la historia local e hilarla con la narrativa nacional con el fin de construir una memoria que sirva para el conocimiento de los hechos del pasado que resulten útiles para los estudiantes y les permita reflexionar sobre su comunidad, como su región y su país.

El IDEHPUCP ha apostado por un enfoque que, a través de la participación, busca enriquecer el trabajo por la memoria y permita una nueva forma de construir el conocimiento. Se trata de lo que, en ciencias sociales, se llama enfoque intercultural. Dicha perspectiva parte del reconocimiento del otro como un sujeto válido de conocimiento que nos interpela y que, en la relación entre ambos, se pueden lograr nuevas perspectivas. En ese sentido, los paradigmas culturales no son un obstáculo. Todo lo contario, son una fortaleza para el trabajo por la memoria y por la educación de los jóvenes.

Escribe: Mario Cépeda, investigador del IDEHPUCP

(05.08.2014)


[1] THEIDON, Kimberly. Entre prójimos. El conflicto armado interno y la política de reconciliación en el Perú. Lima: IEP, 2004. Consulta: 02 de agosto de 2014. <http://archivo.iep.pe/textos/DDT/entreprojimos.pdf >