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Opinión 16 de julio de 2014

Este libro acaba de ser traducido al castellano y publicado en Buenos Aires, por lo que su obra está al alcance de los investigadores latinoamericanos, sobre todo en países que, como el nuestro, han vivido violencias de masas durante el siglo pasado (Sémelin 2014). Precisemos también que el profesor Sémelin ha participado en una conferencia sobre la memoria y la violencia política que tuvo lugar en Lima, en 2002. En este evento, él presentó una conferencia sobre el tema «Pensar las masacres», donde propuso que el relato de una masacre debe tratar de responder a las preguntas siguientes: ¿quien ha matado?, ¿quién ha sido asesinado?, ¿quién puede dar testimonio? La investigación debe fundarse en seis ejes: la estrategia de los actores, la elección de las víctimas, la antropología de la masacre, la agenda de la masacre, los efectos políticos mediáticos, los discursos negacionistas (Sémelin, en Memorias en conflicto, Embajada de Francia, IFEA – IEP, 2004 : 51-71).

Para el autor, se trata de comprender las razones que subyacen a todas las violencias de masas y a las masacres. Sin embargo, comprender no significa entrar en la lógica de los agresores ni justificar sus crímenes, sino más bien definir la responsabilidad de los agresores durante las masacres. En efecto, las violencias no están determinadas enteramente por causas exteriores y los agresores, salvo raras excepciones, no son tampoco «locos», sino más bien personas enteramente normales, ordinarias. El cuestionamiento central es determinar cómo han llegado a la situación de violencia extrema y cómo justifican o explican su participación en ella. Sémelin considera que la sociología no se ha interesado lo suficiente en este tema, dejándolo a los historiadores. Sin embargo, esta disciplina puede aportar perspectivas interesantes, en particular la obra de Max Weber (2005: 16-17).

El libro «Purificar y destruir» trata de responder a un doble desafío. El primero es el utilizar la metodología de la comparación entre casos de violencia similares, un método que representa la posibilidad de testar las hipótesis en ciencias sociales. El autor ha seleccionado tres casos de violencia de masas: la destrucción de judíos en Alemania nazi y en Europa del Este, el genocidio de Rwanda y el caso de Bosnia (ex Yugoslavia). A criterio del autor, el término «genocidio» se ha banalizado y parece poco riguroso, por lo cual él prefiere utilizar la noción neutra de «masacre», en tanto «forma de acción, casi siempre colectiva, de destrucción de no combatientes» (2005: 19). En el capítulo final del libro, el autor recuerda que la palabra «genocidio» fue creada en su forma moderna en 1944, y representa una herencia del derecho internacional, estipulado en la Convención sobre la prevención y la represión del crimen de genocidio de la Organización de las Naciones Unidas (Resolución 230 del 9 de diciembre de 1948). En esencia, el genocidio implica la masacre de miembros de un grupo social. La Corte Penal Internacional define de manera más precisa el genocidio como «ataque sistemático de poblaciones civiles a gran escala» (2005: 371 et sqq.). El autor considera que es necesario tomar distancias con la perspectiva del derecho internacional y tratar de comprender el hecho de violencia en sí mismo, a la luz de la historia y de las otras disciplinas sociales.

El segundo desafío del libro es el de la multidisciplinariedad. El tema de las masacres es, en efecto, tan complejo que todas las disciplinas sociales tienen algo que aportar a su conocimiento, la historia, la sociología, la antropología y también la sicología. En esta perspectiva, Sémelin ha sido influenciado por los trabajos del historiador Christopher Browning, sobre la evolución de los policías de Hamburgo que se vuelven asesinos de masa de judíos polacos (Ordinary Men [Hombres ordinarios] 1992). La obra de Michel Foucault, sobre todo Surveiller et punir [Vigilar y castigar], 1975), ha inspirado también la idea que el acto de masacrar constituye la práctica más espectacular de la cual dispone un poder político, un Estado, par afirmar su trascendencia, destruyendo los cuerpos de los que él designa como enemigos (2005 : 20-21).

La idea central del libro es que las masacres de masas son «pensables», es decir que, si bien es cierto que estos actos de violencia extrema suscitan el horror y la repulsión, es necesario reflexionar en ellos para encontrar el sentido de la crueldad humana. Para dar cuenta de esta problemática, la obra está dividida en seis capítulos. El primero trata de Los imaginarios de la destructividad social, en particular las ideas sobre la «pureza identitaria y política», un tema recurrente en las ideologías comunistas [que también está presente en la ideología de Sendero Luminoso, ver Villasante, La violence politique au Pérou, en prensa]. En el capítulo dos, se aborda el tema Del discurso incendiario a la violencia sacrificial, donde se analizan las bases intelectuales de los ideólogos de la violencia, Hitler, Milosevic en Bosnia y Kayibanda en Rwanda. El Contexto internacional, la guerra y los medios son abordados en el capítulo tres, que destaca el factor étnico en los casos de Rwanda y Serbia, el choque de totalitarismos nazi y soviético y la pasividad de la comunidad internacional en esos casos de extrema violencia. Una sección muy interesante trata de lo que implica la entrada en la guerra para un pueblo, sobre todo para las poblaciones civiles, que casi de un día al otro se encuentran en un universo donde las normas de la convivencia y la solidaridad desaparecen por completo, pasándose así en un mundo de barbarie donde las masacres son la expresión ordinaria. La última sección de este capítulo aborda el tema complejo del valor del testimonio de la violencia, que no siempre implica una acción de defensa de las víctimas, sino sobre todo la indiferencia y la inacción.

El cuarto capítulo trata de las Dinámicas de los asesinatos de masa, es decir, del proceso que lleva de la toma de la decisión de la masacre a su organización concreta por los dirigentes de un Estado (en Alemania y en Rwanda), y por grupos políticos como en el caso de ex Yugoslavia. Una sección trata de explicar el pasaje de la indiferencia colectiva a la participación popular en las masacres, así como de los «salvadores ordinarios» y de los que tienen la fuerza de resistir. El capítulo cinco se concentra en Los vertigos de la impunidad, donde se exploran sucesivamente: cómo personas ordinarias, «normales», pasan al acto de la masacre, en qué piensan mientras asesinan, y cuáles son las racionalizaciones y las legitimaciones religiosas. Una sección examina las justificaciones que adoptan una perspectiva de obediencia a las órdenes recibidas y de conformismo con las acciones del grupo. El perfil de los asesinos y el paradigma de Hannah Arendt sobre la banalidad del mal [Eichmann in Jerusalem : A Report on the Banality of Evil, 1963], son también examinados, y el capítulo se termina con el análisis de las violencias sexuales y otras atrocidades.

El último capítulo se centra sobre Los usos políticos de las masacres y de los genocidios. El autor propone adoptar el término «masacre» como referencia conceptual que permite pensar los procesos de destrucción que son clasificados en tres grupos: destrucción para someter, como en el caso de los regímenes comunistas; para erradicar, como en el caso de la destrucción de los judíos de Europa y para sublevarse, como en el caso ejemplar del terrorismo islámico que se inaugura con los atentados del 11 de setiembre de 2001 en Estados Unidos.

La obra de Sémelin está muy bien documentada, y las hipótesis conceptuales y metodológicas que plantea sobre el análisis de las violencias de masas representan un aporte importante a nuestra comprensión de este tema tan poco estudiado en las ciencias sociales.

En fin, debemos notar que Jacques Sémelin ha fundado, junto con investigadores de varias nacionalidades, una Enciclopedia de la violencia de masas (on line), en 2004, donde se presentan índices cronológicos y estudios de casos de violencia de masas en varios países del mundo. Actualmente la Enciclopedia es dirigida por la historiadora Claire Andrieu (Centro de historia de Sciences Po, Paris). El caso peruano será presentado próximamente, así como un estudio del caso de los campos senderistas entre los Quechua y los Ashaninka (Villasante, en prensa).

Escribe: Mariella Villasante, investigadora asociada del IDEHPUCP. Reseña del libro traducido al castellano y publicado por UNASAM Edita, Universidad Nacional San Martín, Buenos Aires, 2014, 400 páginas.

[Encyclopedia of Mass Violence, http://www.massviolence.org]

[Jacques Sémelin, Purificar y destruír. Los usos politicos de las masacres y de los genocidios, 2014 http://www.unsamedita.unsam.edu.ar/libros.asp?id=222&s=2&pag=]