¿Qué lleva a cientos de personas a peregrinar por caminos y/o carreteras áridas y bajo un ardiente sol que quema la piel? Solo la experiencia de la devoción, el amor y la veneración hacia un culto y práctica religiosa, que remite a lo sagrado y, a la entrega total, con la fe que se va a conceder lo que se está solicitando a este ser divino. Las fotos de esta exposición de la fiesta del Señor Cautivo de Ayabaca, recogen el sentimiento de este ritual de la peregrinación de cientos de fieles de diversos lugares del país y del extranjero que se juntan durante la conmemoración de esta fiesta tradicional, culto que se realiza desde mediados del siglo XVII en la sierra de Piura y cuya celebración central fue establecida el 13 de octubre y fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación.
Algunos fieles hacen el recorrido arrodillados, otros cargan la cruz, y los miembros de la cofradía participan llevando un mandil azul o amarillo en pleno sol, expiando sus culpas, emulando el padecimiento de Cristo, quien tras ser apresado fue abandonado por sus discípulos, y comenzó su calvario. También llevan sus ofrendas, regalos muy diversos que simbolizan distintos tipos de don o milagros que se está solicitando. Y en muchos casos son ofrendas en agradecimiento a los dones que ya se les ha concedido. Los fieles peregrinan por la salud de familiares, por la prosperidad de sus negocios, por la solución de lo imposible. En un mundo donde prima el pragmatismo y el individualismo, conmueve escuchar o leer los milagros que se describen y ser testigos de esta fe, de esta mística que nos permite conocer esta muestra fotográfica.
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