Logo IDEHPUCP
Fullscreen
1 de 18
Leer más Ver más
Francisca Mamani Cahuani (51 años) fue trasladada desde la posta médica de la comunidad de Ccoyo hasta Sicuani, lugar en el que la operaron forzosamente en 1997.
2 de 18
Leer más Ver más
Sombrero de la señora Francisca, quien vive en Ccoyo, ubicado en el distrito de Marangani.
3 de 18
Leer más Ver más
Papel que guarda la señora Rosa Manuela di Pampa, de la comunidad de Occobamba, para recordar la fecha en la que fue operada.
4 de 18
Leer más Ver más
Celestina Carpiña Quispe (49 años) fue esterilizada a la fuerza el 13 de setiembre de 1997 en la posta de Combapata.
5 de 18
Leer más Ver más
Celestina Carpiña Quispe junto a su esposo Justino Zabaleta Quispe.
6 de 18
Leer más Ver más
Ricardina Ogueña (47 años), quien vive en la comunidad de Chiara, fue operada forzosamente en 1995 en la posta de Combapata.
7 de 18
Leer más Ver más
Silueta de Ricardina a través de un espejo que está en el patio de su casa.
8 de 18
Leer más Ver más
Rosa Manuela Di Pampa es una mujer de la comunidad de Occobamba que fue esterilizada sin su consentimiento.
9 de 18
Leer más Ver más
Herramienta rural utilizada para clavar en la tierra y atar ganado a ella. Tiene una similitud particular con las herramientas quirúrgicas.
10 de 18
Leer más Ver más
Manos de Felicitas Maxicala, mujer esterilizada a la fuerza durante el gobierno de Alberto Fujimori.
11 de 18
Leer más Ver más
Fortunata trabaja rompiendo abono del ganado de su hermano, quien le colabora eventualmente con comida y medicamentos.
12 de 18
Leer más Ver más
Herramienta rural utilizada para picar y romper la tierra o el abono. Las mujeres víctimas de esterilizaciones forzadas no pueden usar este tipo de instrumentos ya que les trae dolores de espalda y en el vientre.
13 de 18
Leer más Ver más
Nicolasa Nina Maxi (49 años), quien vive en la comunidad de Ccoyo, fue operada a la fuerza en mayo de 1995 en el hospital de Sicuani.
14 de 18
Leer más Ver más
Retrato de Nicolasa desde una ventana de su casa.
15 de 18
Leer más Ver más
Puesto de salud de Occobamba, desde el que captaban a las mujeres para luego ser operadas en Sicuani.
16 de 18
Leer más Ver más
Marcelina Chonca Villalobos es una mujer que fue operada forzosamente en el departamento de Cusco.
17 de 18
Leer más Ver más
Florencia Suñiga Mamani (45 años), operada en 1997 en el hospital de Sicuani, junto a su nieto en las afueras de su casa.
18 de 18
Leer más Ver más
Florencia Suñiga Mamani junto a su nieto en las afueras de su casa.

Artículos

Portafolio Revista Memoria Nº27

Entre el despojo y la espera

Por: Tadeo BourbonFotógrafo, cursando el máster en Fotografía Documental en el Centro de la Imagen

Lo que hicieron los responsables del caso peruano de esterilizaciones forzadas al privar a miles de mujeres y hombres de su capacidad de reproducción fue despojarlos impunemente de una propiedad biológica. Pero fue más que eso, les arrebataron también la posibilidad de decidir de manera autónoma sobre sus proyectos de vida, instrumentalizando sus cuerpos, sin que medien reparos sobre el respeto a la dignidad de las personas sometidas.

No resulta casual que este despojo tenga rostro y fisonomía de mujer. De acuerdo a diversas investigaciones sobre la materia, las mujeres fueron las más afectadas por la política de esterilizaciones realizadas bajo engaños, coacción, con información incompleta o falsa, y con el fin de cumplir metas y cuotas programáticas. Aunada a esta situación, el mayor número de afectadas eran mujeres en situación de pobreza, quechua hablantes, provenientes de zonas rurales; víctimas de un contexto generalizado de violencia y discriminación basada en el género, el cual resultó ser terreno fértil para la ejecución de la política de esterilizaciones.

Tampoco es casual que las víctimas no hayan sido restituidas. En muchos casos, tras ser arrebatadas de la posibilidad de convertirse en madres, muchas mujeres fueron arrebatadas también de su voz, mientras resistían desde sus diversas trincheras, tras un saqueo que sigue desplegando sus efectos por más de 20 años y haciendo eco en sus historias de vida. Ahí, entre el discurso negacionista de los responsables y la resistencia de las víctimas, miles siguen esperando por visos de justicia y reparaciones que puedan aliviar, en la medida de lo posible, las repercusiones en su salud física, mental, así como en su vida personal, familiar y social. Pero esta espera ya no es pasiva. Un gran número de mujeres afectadas se han organizado, a lo largo de estos años, para alzar la voz y denunciar; por ellas, por las que siguen en el anonimato, y por las que murieron a causa de las esterilizaciones que les realizaron.

A pesar de todo, tras el despojo persiste la espera. Y con ella, la urgencia de remediar los daños causados, la necesidad de que la memoria resista y los hechos sean entendidos como un caso de graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres, y la obligación de que los responsables sean sancionados y pidan disculpas.  Al fin y al cabo, a las víctimas se les privó de la capacidad de ser madres, pero no se les ha privado de la capacidad de resguardar la verdad de lo ocurrido, de que sus propios cuerpos den cuenta de la historia, de mantener la esperanza de que la justicia llegará y que, al conocer su caso, lograremos que hechos como los acaecidos no vuelvan a ocurrir en nuestro país.

Compartir por:

Deja un comentario

Resumen

Abogada por la Pontificia Universidad Católica del Perú y estudiante de la Maestría en Derecho con mención en Política Jurisdiccional en la misma casa de estudios. Se ha desempeñado como asistente en organizaciones que trabajan por erradicar la violencia basada en el género y brindar apoyo legal a personas en situación de vulnerabilidad. Entre sus temas de interés se encuentran los derechos humanos, el género como categoría de análisis jurídico y reformas del sistema judicial.

Suscríbete a Memoria

Y reciba cada nueva edición en tu bandeja de entrada