El portafolio gráfico, a cargo del fotógrafo Domingo Giribaldi, busca recuperar y visibilizar la memoria de los familiares de policías y militares asesinados durante el periodo de violencia 1980-2000, así como reconocer los legados y trayectorias de aquellos fallecidos en enfrentamientos, a partir de la exploración de algunos de sus objetos personales. El reportero gráfico nos ofrece dos tipos de reconocimiento. Primero, a las trayectorias de los policías asesinados y desaparecidos, para así visibilizar la memoria de sus viudas, hijas, hermanas y familiares en general; y segundo, a los excombatientes de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, quienes conviven en la sociedad civil y, sin embargo, cuentan con pocos espacios y momentos de reconocimiento y dignificación de sus (diversas) memorias y testimonios. Es importante destacar que la muestra completa es presentada en el LUM. El trabajo de curaduría fue realizado por Iris Jave, investigadora del IDEHPUCP, y Enrique León, coordinador general del LUM. Además, contó con el apoyo del IDEHPUCP. A continuación, compartimos las palabras de Garibaldi sobre cómo fue el proceso de creación y puesta en marcha de la muestra.
He sido invitado a presentar un extracto de mi exposición “NOSOTROS… LOS OTROS”, un trabajo que reúne las fotografías de objetos-símbolo personales de las familias de miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú fallecidos en los enfrentamientos con Sendero Luminoso entre los años 1980 y 2000. Actualmente, se exhibe en Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM).
Desde su concepción hasta el montaje final, el proyecto atravesó diferentes fases y obstáculos para lograr plasmar mi idea. El tema de la violencia terrorista, que dividió al país y lo mantiene dividido hasta hoy, despierta sentimientos y emociones encontradas y, muchas veces, más violencia de la que uno puede imaginar. Personalmente, mi motivación fue la que anima a la mayoría de los reporteros gráficos que han estado en zonas de conflicto; sentimos el impulso visceral de contar la historia a través de imágenes que hablan por sí mismas y que pueden ser más contundentes que las palabras.
La idea surgió de la pregunta inocente de un niño que quería saber más sobre los héroes de nuestra historia. El día en que ese niño de 9 años –mi hijo– la formuló, se erguía frente a nosotros la imponente estructura del LUM en los acantilados de la Costa Verde. Esa fue la señal que me determinó a hacer realidad este proyecto que daba vueltas en mi mente hacía mucho tiempo.
Como mencioné antes, no faltaron los obstáculos en el camino. Hablar de nuestros muertos, rescatar sus recuerdos y revivir el dolor es muy duro cuando la muerte se los ha llevado violentamente y, más aún, cuando la violencia ha enfrentado a peruanos contra peruanos. Sin embargo, a pesar que en el camino me topé con el miedo, la desconfianza y las tristezas más profundas, casi todas las familias que abrieron sus corazones y las puertas de sus hogares para que yo pudiera acceder a sus recuerdos, se mostraron agradecidas por tener un espacio para expresarse. Ese agradecimiento valió todas las esperas, las citas fallidas, los portazos recibidos, las preguntas sin respuesta, las amenazas veladas y los comentarios negativos que pretendieron detenerme. Mi motivación se mantuvo, aunque –no puedo negarlo–, hubo días muy oscuros.
Más de 25 años como reportero gráfico, recorriendo todo el país han sido la mejor de las escuelas. En ese quehacer, aprendí que toda historia tiene sus versiones, sus verdades y también sus mentiras. Espero que esta exposición aporte a la memoria colectiva, a la enseñanza de las nuevas generaciones y que sirva, para evitar que la indiferencia o el olvido nos hagan desconocer la historia.
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