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Javier y Anita Rivera se conocieron en una fiesta, antes de que él deciciera ingresar a la Policía Nacional. Desde ese momento, se hicieron aliados y "compinches". Él era el hijo mayor de una familia humilde y llena de valores, con nobleza destacable y siempre preocupado por ayudar a las personas a su alrededor, así no las conociera. Después de 32 años de su fallecimiento, hasta ahora les hace mucha falta a Anita, su hija y a su nieto, quienes lo añoran siempre.
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Arcesio Mestanza, esposo de Carmen Tejada, era sinchi y trabajó en las zonas de mayor peligro, como Ayacucho y Mazamari. En Lima estuvo trabajando en el escuadrón de emergencia hasta el día de su fallecimiento, el 10 de mayo de 1991, durante un atentado en San Juan de Miraflores. Dentro de los recuerdos que conserva Carmen sobre su esposo se encuentran un grupo de cartas y telegramas que lee todos los días.
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Marco Tulio Ojeda Feria, esposo de Mercedes Cuadros, fue Suboficial Técnico de Primera y falleció el 20 de julio de 1992 en un atentado terrorista de Sendero Luminoso. Cuando Marco Tulio falleció, Mercedes se encontraba embarazada de tres meses de su hija, quien no pudo conocer a su papá.
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Insignias y medalla de Marco Tulio Ojeda Feria, que su esposa, Mercedes Cuadros, guarda en honor a su memoria.
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Eduardo Girón, hijo de Adela Girón, decidió ingresar a la Marina como voluntario, siguiendo los pasos de su abuelo. Prestó servicios durante el conflicto de Perú-Ecuador. Siguió estudios en el Centro de Instrucción Técnica (CITEN) de la Marina, donde recibió el reconocimiento de especialista en Fuerzas de Operaciones Especiales (FOES). Participó en varios operativos y salinas para posteriormente postular al Ejército peruano. Luego, regresó a la Marina y prestó servicios en operativos en varias zonas del país. Cuando faltaba poco para terminar su estadía, Eduardo pierde la vida durante una emboscada en Pucallpa de los remanentes de Sendero Luminoso, el 04 de junio de 2004, cuando tenía el grado de OM 3 OES.
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Tomás Mendoza Carrión, esposo de Alicia Oropeza, desde joven tenía vocación de servicio al país y de ayudar a la gente, lo cual lo motivó a ingresar a la Policía Nacional. Su pasión era el deporte, especialmente el fútbol, afición que heredó su hijo, a quien llevaba constantemente al estadio. Falleció durante un atentado a un coche patrullero en Villa María del Triunfo el 25 de abril de 1993.
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Maximiliano, esposo de Diana Jordán, era oficial del Ejército. Luego de su fallecimiento, el 23 de junio de 1989 en Ayacucho a la edad de 38 años, Diana tuvo que asumir el cuidado y crianza de su hija, Diana Milagros, quien en ese momento tenía un año de edad.
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Recuerdos que Diana Jordán guarda de su esposo, Maximiliano. Medallas que dan cuenta de su gran compromiso con la patria y destacada labor en su institución.
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Retrato de Luis Valdivia Espinoza, Om1 Ima, quien perdió la vida el 13 de agosto de 1991, en un atentado en el Puente Hidayacu, Boquerón Padre Abad, Aguaytía, en un Ataque al convoy del Batallón Ligero de Combate (Balico) II, junto a otros compañeros de armas.
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Roberto Morales, Mayor de la Policía Nacional y miembro de la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDEX), y Sandra García se casaron el 26 de setiembre de 1980. El vivía fascinado de la Policía Nacional y de su trabajo en ella, en la desactivación de explosivos. Era una persona muy hogareña y ciudó de manera especial a sus cuatro hijos, quienes muestran una particularidad distinta de él. Falleció el 4 de febrero de 1993 junto a 16 suboficiales y un civil en Piura. Hasta ahora es muy recordado por sus compañeros y quienes laboran en la institución policial.
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Fulton Angulo Ríos fue técnico primera de la Policía Nacional del Perú, y perteneció a lo que en ese momento era la Guardia Republicana, en el grupo "Llapan Atic" (que en quechua significa "El que todo lo puede"). Participó en enfrentamientos en Cora Cora, Ayacucho, salvándose de muchos atentados subversivos; sin embargo, el 13 de marzo de 1992 falleció durante una emboscada terrorista cuando fue enviado como destacado a la selva, su zona natal. Dejó huérfano a su hijo Wady Fulton a los quince años, quien ha podido sobrellevar la ausencia de su padre a través del teatro, lo que le ha dado varias herramientas para poder contar su experiencia de vida y el recuerdo de su padre. En esta foto, Wady recuerda a su padre a través del juego que compartía con él.
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Vemos las manos de Ana María Cosme, viuda de Aranda. Conoció a Daniel Aquilino Aranda Sabino, teniente “LLapan Atic” de la Guardia Republicana —hoy PNP—, desde que ambos tenían 12 años y se casaron a los 25. En el año 1982, Daniel, recién egresado, fue destacado a Ayacucho, zona de alto riesgo por ataques terroristas. Cuando volvió, no fue el mismo: había perdido a algunos de sus colegas y conoció a la muerte de cerca. En Lima, había ingresado al escuadrón Águilas Negras cuando perdió la vida en un atentado terrorista al banco que custodiaba el 30 de setiembre de 1992. Ana María, con cuatro meses de su segundo embarazo, se encontraba cuidando a su hijo de 2 años cuando tocaron a su puerta para darle la dolorosa noticia. Desde entonces, recuerda a su esposo con amor y nostalgia.
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Carlos Hulcock y Patricia Cardich se conocieron cuando él estaba yendo a atendar una llamada por un asalto en medio de la calle. Posteriormente, la fue visitando a su casa, se conocieron y se casaron. Carlos se recibió como oficial y fue enviado a Huánuco, donde Patricia lo acompañó. Pasaron por condiciones duras, propias de las zonas inhóspitas en las que se encontraban. Patricia cuenta que fue el amor lo que le dio las fuerzas de acompañar, ciudar, atender, apoyar y escuchar lo que era la labor y el trabajo de su marido. Carlos falleció en un atentado en Huamachuco, Trujillo, dejando a dos niños, uno de diez y otro de cinco años.

Artículos

Portafolio Revista Memoria N°39

Nosotros…los otros

Domingo Giribaldi

Por: Domingo GiribaldiFotógrafo

El portafolio gráfico, a cargo del fotógrafo Domingo Giribaldi, busca recuperar y visibilizar la memoria de los familiares de policías y militares asesinados durante el periodo de violencia 1980-2000, así como reconocer los legados y trayectorias de aquellos fallecidos en enfrentamientos, a partir de la exploración de algunos de sus objetos personales. El reportero gráfico nos ofrece dos tipos de reconocimiento. Primero, a las trayectorias de los policías asesinados y desaparecidos, para así visibilizar la memoria de sus viudas, hijas, hermanas y familiares en general; y segundo, a los excombatientes de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, quienes conviven en la sociedad civil y, sin embargo, cuentan con pocos espacios y momentos de reconocimiento y dignificación de sus (diversas) memorias y testimonios. Es importante destacar que la muestra completa es presentada en el LUM. El trabajo de curaduría fue realizado por Iris Jave, investigadora del IDEHPUCP, y Enrique León, coordinador general del LUM. Además, contó con el apoyo del IDEHPUCP. A continuación, compartimos las palabras de Garibaldi sobre cómo fue el proceso de creación y puesta en marcha de la muestra.

He sido invitado a presentar un extracto de mi exposición “NOSOTROS… LOS OTROS”, un trabajo que reúne las fotografías de objetos-símbolo personales de las familias de miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú fallecidos en los enfrentamientos con Sendero Luminoso entre los años 1980 y 2000. Actualmente, se exhibe en Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM).

Desde su concepción hasta el montaje final, el proyecto atravesó diferentes fases y obstáculos para lograr plasmar mi idea. El tema de la violencia terrorista, que dividió al país y lo mantiene dividido hasta hoy, despierta sentimientos y emociones encontradas y, muchas veces, más violencia de la que uno puede imaginar. Personalmente, mi motivación fue la que anima a la mayoría de los reporteros gráficos que han estado en zonas de conflicto; sentimos el impulso visceral de contar la historia a través de imágenes que hablan por sí mismas y que pueden ser más contundentes que las palabras.

La idea surgió de la pregunta inocente de un niño que quería saber más sobre los héroes de nuestra historia. El día en que ese niño de 9 años –mi hijo–  la formuló, se erguía frente a nosotros la imponente estructura del LUM en los acantilados de la Costa Verde. Esa fue la señal que me determinó a hacer realidad este proyecto que daba vueltas en mi mente hacía mucho tiempo.

Como mencioné antes, no faltaron los obstáculos en el camino. Hablar de nuestros muertos, rescatar sus recuerdos y revivir el dolor es muy duro cuando la muerte se los ha llevado violentamente y, más aún, cuando la violencia ha enfrentado a peruanos contra peruanos. Sin embargo, a pesar que en el camino me topé con el miedo, la desconfianza y las tristezas más profundas, casi todas las familias que abrieron sus corazones y las puertas de sus hogares para que yo pudiera acceder a sus recuerdos, se mostraron agradecidas por tener un espacio para expresarse. Ese agradecimiento valió todas las esperas, las citas fallidas, los portazos recibidos, las preguntas sin respuesta, las amenazas veladas y los comentarios negativos que pretendieron detenerme. Mi motivación se mantuvo, aunque –no puedo negarlo–, hubo días muy oscuros.

Más de 25 años como reportero gráfico, recorriendo todo el país han sido la mejor de las escuelas. En ese quehacer, aprendí que toda historia tiene sus versiones, sus verdades y también sus mentiras. Espero que esta exposición aporte a la memoria colectiva, a la enseñanza de las nuevas generaciones y que sirva, para evitar que la indiferencia o el olvido nos hagan desconocer la historia.

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