Edición N° 31 29/05/2020 Dossier

La pandemia de coronavirus y las nuevas políticas en el mundo y en el Perú

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Tarare 7 de mayo de 2020, Memoria, IDEHPUCP

Desde diciembre de 2019, el mundo entero está sufriendo la pandemia viral más importante de la historia actual de la humanidad. En mayo de 2020, 4 mil millones de personas, es decir, más de la mitad de la humanidad (evaluada por la ONU a 7,79 mil millones de personas), se encuentra aislada para frenar los contagios masivos de la nueva enfermedad COVID-19 (es imposible evitarlos). Sin embargo, los científicos anuncian que la propagación del nuevo coronavirus, en múltiples mutaciones, va a continuar en todos los continentes, causando una gran mortalidad y cambiando profundamente la vida económica, social y política del planeta. Esto implica que vamos a convivir con este nuevo Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS) hasta que se desarrolle una inmunidad colectiva, es decir cuando la mayor parte de la humanidad esté vacunada y/o haya desarrollado anticuerpos naturales contra el virus. Esta situación inédita conlleva la emergencia de nuevas políticas públicas que están dando un rol muy importante a los Estados, los únicos capaces de adoptar medidas de protección a nivel nacional. Una gran metamorfosis está en proceso y no regresaremos a la “normalidad” del ultraliberalismo, de la irresponsabilidad ecológica y social. Podemos incluso esperar que el nuevo orden mundial se reorganice alrededor de la ecología y de la revalorización de la vida humana. Ya hay señales positivas, pues ante esta pandemia la mayoría de Estados ha escogido salvar vidas, dejando en segundo lugar la economía (salvo en Estados Unidos y en Brasil). La segunda evidencia es que la nueva normalidad [“new normal”] implica desde ahora la restricción de la libre circulación de personas y de mercancías, y de la sociabilidad humana en general para tratar de protegernos del virus.

Para comprender mejor la pandemia actual, en este artículo propongo una breve presentación de la historia de las epidemias en el mundo y en el país, destacando el hecho que las reacciones humanas son similares. En segundo lugar, veremos que las respuestas estatales adoptadas para luchar contra la pandemia de la COVID-19 han producido dos corrientes opuestas: el aislamiento o la cooperación; aunque la razón nos indica que sólo la colaboración y la solidaridad internacional pueden ayudarnos a afrontar la pandemia actual. Finalmente abordaré las medidas estatales adoptadas en el Perú, destacando que, si el aislamiento ha frenado los contagios masivos, otros factores hacen muy difícil la gestión de la pandemia: las antiguas carencias sanitarias, la imposibilidad real de controlar la circulación de personas en nuestro territorio mal administrado, y el rezago del apoyo de la sociedad civil a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, sobre todo en los Andes y en la Amazonía.

Las grandes pandemias en el mundo: la “peste negra” y la “gripe española”

Las grandes epidemias han transformado la geopolítica del mundo y es importante comprenderlo para contextualizar la pandemia de COVID-19. Recordemos que el virus que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha denominado SARS-CoV-2 [Síndrome respiratorio agudo grave], fue identificado en China en diciembre de 2019 y produce un nuevo tipo de neumonía llamada COVID-19 (Coronavirus Disease 2019). El origen de este virus es animal. Se trata, en efecto, de una nueva zoonosis causada por la desforestación, la urbanización caótica y la industrialización que no respeta el medioambiente. En efecto, los científicos han encontrado virus semejantes en tres mamíferos: los murciélagos, los pangolines (sg. pangolín, Manis pentadactyla) y en las civetas (Civettis civetta) de origen africano, que se crían para el consumo humano en China, y que ya habían sido identificadas como transmisoras del SARS de 2003 en China. La hipótesis médica actual es que los murciélagos contagiaron a los pangolines y a las civetas, y que después estas dos especies transmitieron el virus a las personas en Wuhan (China) [Villasante, 24 de marzo[1]]. Las opiniones sobre el “invento” del coronavirus en un laboratorio chino, difundidas sobre todo por la administración de Donald Trump, son completamente erróneas.

Se denuncia la tentativa de silenciar la emergencia de esta nueva enfermedad viral y el retraso con el cual el gobierno de Xi Jinping lo anunció al mundo» 

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Todas las enfermedades que afectan a los seres humanos tienen origen en Europa y en Asia, los continentes donde los humanos domesticaron a ciertos animales, lo cual ha favorecido un intenso intercambio de bacterias y de virus. El historiador Laurent Testot[2], especialista de la historia global, remarca que los pueblos originarios de las Américas, instalados en el continente desde hace 30,000 y 15,000 años, no domesticaron nunca a los animales y no conocían ninguna de las enfermedades que los españoles y los portugueses (y luego los ingleses y los holandeses), trajeron al “nuevo” continente (gripe, viruela, tifus, neumonía, rubeola, sífilis y difteria), a las cuales los europeos estaban acostumbrados.

En efecto, el proceso de transformación de la naturaleza por la actividad agrícola y pastoral ha comenzado en la época de la revolución neolítica [hace 8,000 años] cuando los Sapiens que vivían en el Oriente Medio empezaron a practicar la agricultura y a domesticar ciertos animales (vacas, ovejas, cabras, cerdos, perros, gatos, patos y gallinas). Desde esa época, los animales nos han hecho “regalos mortales” como dice el geógrafo Jared Diamond, autor de la teoría del colapso de las sociedades por su acción contra el ecosistema[3]. Así, las vacas han transmitido la rubeola y la tuberculosis, los cerdos han transmitido la tos convulsiva; y los patos han transmitido la gripe a los humanos que vivían en China hace 4,500 años. La urbanización y la construcción de vías férreas por los belgas el Congo, durante la época colonial, ha permitido la transmisión de un lentivirus a ciertos simios que después se ha transformado en la epidemia del VIH/SIDA, en la segunda mitad del siglo XX (Sonia Shah, The Nation, febrero de 2020; Testot, L’Express, marzo de 2020). Esas epidemias no fueron ‘fatalidades” sino el resultado de las actividades nocivas de los humanos contra el ecosistema. El caso del cólera es particular. Esta infección intestinal mortal es causada por una bacteria (Vibrio cholerae) que emergió en la India en el siglo XIX, y se propaga a través del agua contaminada; es una enfermedad típica de los países pobres. Actualmente se afronta la séptima pandemia mundial, originada en Asia en 1961, propagada en África en 1971 y en América Latina, a partir del Perú, en 1991. En fin, desde 2017, el Yemen reporta más de un millón de casos, una hecatombe humanitaria aún no resuelta (Institut Pasteur, Choléra[4]).

El COVID-19 emergió en la ciudad china de Wuhan (8,5 millones de habitantes), de la provincia de Hubei (59 millones de habitantes). En China se toleraba el comercio de animales salvajes aun cuando ese país firmó la Convención internacional contra el tráfico de especies salvajes en 1999. Recién a inicios de abril, China ha publicado una nueva lista de animales comestibles donde el pangolín y la civeta no aparecen, y se ha prohibido el consumo de todos los animales salvajes y de perros y gatos (Silvie Kauffmann, Le Monde del 9 de abril de 2020). Los científicos y los analistas denuncian la responsabilidad del Estado chino, pues no es posible creer que el tráfico de pangolines haya perdurado sin la complicidad de las autoridades de un régimen comunista que controla la población en modo totalitario desde 1949. También se denuncia la tentativa de silenciar la emergencia de esta nueva enfermedad viral y el retraso con el cual el gobierno de Xi Jinping lo anunció al mundo. En fin, se denuncia también la veracidad de la información oficial del gobierno chino sobre el número de personas contagiadas (más de 83 mil) y fallecidas, oficialmente 3,345. A fines de marzo, antes de la Conmemoración de los muertos, que en China se celebra el 5 de abril, se han visto decenas de miles de personas que recogían las urnas de sus parientes, por lo cual se estima que en realidad habría entre 40 mil y 60 mil fallecidos de COVID-19 en China (Le Monde del 30 de marzo). También se está debatiendo sobre la posibilidad de acusar a la China en una corte internacional por no haber cumplido con sus obligaciones internacionales de alertar de inmediato sobre la emergencia del nuevo coronavirus (BBC Mundo del 4 de mayo[5]).

Dos grandes pandemias mundiales: la “peste negra” y la “gripe española”

Antes de la destrucción de los nativos de las Américas iniciada en 1492, dos grandes pandemias han azotado Europa y Asia: la “peste negra” en el siglo XIV y la “gripe española” entre 1918 y 1919. En un libro sobre las rutas de la seda, el profesor de la Universidad de Oxford Peter Frankopan[6] escribe que la “peste negra” (llamada así porque la piel de los enfermos se oscurecía) fue una zoonosis provocada por la bacteria yersinia pestis que afectaba a las ratas y otros roedores y que se transmitía a través las pulgas que parasitaban esos animales. Las pulgas inoculaban el bacilo a los camellos y éstos lo transmitieron a los humanos que circulaban en las rutas comerciales de la seda, entre la China y Europa. Esta enfermedad empezó en Asia (Uzbekistán actual), se propagó en el Oriente Medio (Irán, Egipto, Arabia), llegó a Crimea y, finalmente,  a Europa en 1346[7]. Se estima que Europa perdió un tercio de su población total (25 millones de muertos sobre un total de 75 millones). Esta hecatombe condujo a transformaciones socioeconómicas que resultarían, a la larga, favorables para la población sobreviviente, los siervos pobres que trabajaban en los feudos de los aristócratas mejoraron su situación social y económica. Con el gran despoblamiento y la falta de mano de obra, los campesinos siervos lograron negociar mejores condiciones de trabajo y el abandono definitivo de su condición estatutaria de servidumbre, muy cercana a la esclavitud. La redistribución más importante del dinero y el aumento del salario de los jóvenes han tenido una influencia directa sobre el periodo ulterior del Renacimiento europeo y el desarrollo de las artes y de las letras (Frankopan, 2020).

Los africanos y los europeos infectados con el paludismo (del género Plasmodium Falciparum) y la fiebre amarilla introdujeron esas enfermedades en las Américas»

Walter Scheidel, profesor de historia antigua en la Universidad de Stanford (Estados Unidos), autor del libro The Great Leveler: Violence and the History of Inequality From the Stone Age to the Twenty-First Century (2017), plantea que la primera pandemia moderna es la llamada “gripe española” que ha producido la muerte de 30 a 50 millones de personas en Europa y en Asia[8]. Esta epidemia fue producida por un virus gripal de tipo A H1N1, y fue reportada por vez primera en Estados Unidos en marzo de 1918; no obstante, algunos especialistas consideran que su origen se encontraba en China, como el coronavirus actual. El apelativo de esta gripe se debe a que la prensa de España fue la primera que evocó la nueva enfermedad en mayo de 1918[9]. Scheidel y otros especialistas concuerdan en que la “gripe española” aceleró el fin de la Primera Guerra Mundial, aunque sea difícil separar los efectos de la guerra y los de la pandemia sobre la economía mundial. Dicho esto, ¿podemos comparar la “gripe española” con la pandemia actual de coronavirus? El geógrafo Freddy Vinet, autor de una Historia de la gripe española (Francia, 2018), considera que la diferencia principal es que esa epidemia se desarrolló en la sombra pues la guerra ocupaba todo el espacio mediático, en cambio el coronavirus se ha conocido rápidamente y los medios no cesan de informar sobre su avance en el mundo. Es evidente que las nuevas tecnologías han cambiado el acceso a la información. La actitud de los Estados es también diferente; al inicio de la “gripe española”, en mayo de 1918, las autoridades europeas no fueron capaces de apreciar el peligro sanitario que comenzaba. La gravedad de la pandemia se reconoció sólo en el otoño de 1918; recién en ese momento se ordenó el aislamiento y el cierre de lugares públicos. Pero ya era demasiado tarde para salvar a los enfermos graves que fallecían sin recibir ninguna atención (Revista Geo, marzo de 2020).

Las reacciones humanas ante las pandemias son similares

Las pandemias son parte de la existencia humana y el temor ante ellas es un sentimiento universal, como lo ha comprobado, entre otros, Rony Brauman, ex director de la ONG Médicos sin fronteras; él recuerda además que lo que tenemos en común los seres humanos no es la moral, sino la consciencia de nuestra común vulnerabilidad. Se trata de una invariante antropológica en la historia humana (Le Monde del 3 de mayo[10]). Las pandemias reafirman en efecto nuestra común humanidad, tal como lo ha demostrado en modo brillante el historiador de las religiones Jean Delumeau (fallecido en enero de 2020). En su célebre libro El miedo en Occidente (1978), Delumeau explicita las reacciones individuales y estatales ante las pandemias de peste negra (siglo XIV) y del cólera (siglo XIX) en Europa, que son muy cercanas a las que observamos ante el coronavirus. Citemos las principales[11]:

(1) La denegación de las autoridades, que no se atreven a aceptar la necesidad de tomar medidas como la cuarentena pues ello implica la ruina económica, el desempleo, los desórdenes en las calles y las dificultades de alimentación de miles de personas. El miedo real de la peste retardó el momento de reconocer que era un peligro de salud pública, y las autoridades prefirieron minimizar o denegar su alto riesgo hasta que los miles de muertos los obliguen a aceptarlo. Actualmente, los presidentes Trump (Estados Unidos), Bolsonaro (Brasil), Obrador (México), Maduro (Venezuela) y Ortega (Nicaragua) están haciendo lo mismo en sus países.

(2) La inconciencia de la población: que se rehúsa a aceptar que una pandemia ha empezado y que es indispensable protegerse. En abril de 1832, los parisinos salieron a festejar el inicio de la cuaresma, y los habitantes de Lille afirmaron que el cólera era un invento de la policía. Ahora, miles de personas en Madrid, en Guayaquil y en New York no acataron la consigna de aislamiento y aumentaron los contagios dramáticamente.

(3) El pánico y el éxodo, cuando la población se da cuenta de que una grave enfermedad amenaza con la vida de miles de personas. Las clases ricas, luego el resto de la población, comenzaron los éxodos de las ciudades a los pueblos rurales; casi la mitad de londinenses fugaron de Londres en 1665, cuando hubo un rebrote de peste negra. Como ellos, millones de personas están regresando a sus lugares de origen en el Perú y en el mundo.

(4) La “cuarentena”, una medida de aislamiento social, nació en la Edad Media para luchar contra la peste, aun cuando fuera aplicada in extremis para proteger el comercio y los intereses económicos. La última epidemia de peste negra tuvo lugar en Marsella (Francia) en 1720; la mitad de la población falleció, pero la enfermedad pudo ser contenida.

(5) La distancia social, impuesta por las autoridades, implica el encierro y las salidas urgentes, en un marco irreal de silencio y de temor. Los médicos usaban máscaras especiales, con un pico donde se colocaba yerbas perfumadas para evitar el olor de los enfermos y de los cadáveres.

(6) Los ritos funerarios se abandonan, como en los tiempos de guerra. Las costumbres de entierro deben ser abandonadas y los muertos son enterrados en fosas comunes. Ya no se conciben proyectos de futuro, el tiempo está suspendido al avance de la pandemia.

(7) La búsqueda de explicaciones y de culpables. En periodos de peste circulaban tres explicaciones: la de los sabios y médicos que atribuían la enfermedad a una corrupción del aire; la gente consideraba que ciertos seres malévolos propagaban voluntariamente la enfermedad, considerando que había que encontrarlos y castigarlos; en fin, la Iglesia y muchos cristianos creían que la enfermedad era un castigo de Dios, irritado por los pecados de la población.

Grabado del Dr. Schnabel con una máscara contra la peste donde se colocan yerbas perfumadas, Roma c. 1656 (Colección de Ferdinand Enke, 1921, Internet)

Pandemias mundiales y respuestas estatales: la situación en el Perú

Históricamente, las pandemias son el resultado de la actividad humana nefasta contra el medioambiente, pero también de la propagación de nuevas enfermedades a través de los viajes intercontinentales. Las consecuencias en mortalidad de la llegada de europeos a las Américas han sido espantosas. Según las estimaciones, un siglo después de la llegada de Colón y de los españoles, 90% de la población originaria desapareció [ver Todorov, La conquista de América, 1982]. La viruela y la gripe han causado la muerte de cientos de miles de personas en los territorios inca, maya y azteca. Del mismo modo, los virus, los parásitos y las bacterias han retardado la colonización en África porque en ese continente circulaban dos enfermedades graves: el paludismo (o malaria, transmitido por zancudos Anofeles gambiae, vectores de los parásitos de la sangre Plasmodium entre los cuales el género Plasmodium Falciparum es mortal). Y, por otro lado, la “fiebre amarilla” transmitida por los zancudos Aedes Haemagogus y Sabethes, ante la cual los europeos no tenían ni remedios ni defensas.

Harari plantea que lo ideal es poder compartir datos reales sobre la epidemia en cada país y la ayuda exterior de los países menos afectados hacia aquellos que sufren de manera más fuerte la pandemia.»

La forma grave de paludismo y la fiebre amarilla no existían en las Américas y fueron introducidas por los africanos y los europeos. En efecto, a partir del siglo XVI, miles de africanos fueron esclavizados y transportados forzosamente a las Américas donde eran vendidos para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y de algodón. Los africanos y los europeos infectados con el paludismo (del género Plasmodium Falciparum) y la fiebre amarilla introdujeron esas enfermedades en las Américas[12]. Se sabe también que en América del Sur existía solamente el paludismo del género Plasmodium Vivax, transmitido por los zancudos Anofeles darlingi, que es menos grave, y que se curaba con la quinina (Cinchona pubescens), una planta conocida por los pueblos originarios e identificada por los misioneros jesuitas en 1632 (Testot, L’Express, marzo de 2020 y Wikipedia).

En su libro El regreso de las epidemias (IEP, 1997), el historiador Marcos Cueto reporta las epidemias de paludismo, dengue y escarlatina entre 1818-1821, la fiebre amarilla en 1868, la peste bubónica de 1903 y de 1930 en Lima, y el paludismo en 1920 y en 1932 (Carlos Contreras, El Comercio del 15 de abril[13]). Recordemos que una epidemia de cólera, originaria de la India, se declaró en el país en enero 1991, en medio de la guerra interna. De acuerdo con la FAO[14], hubo 2,909 muertos en el Perú y la epidemia se propagó en 16 países latinoamericanos, donde se contaminaron cerca de 400 mil personas. Los contagios continuaron hasta 1993. Los especialistas consideran que esta epidemia fue causada por la contaminación del agua de servicio público y la falta de higiene en general. De otro lado, el paludismo sigue siendo una enfermedad mortal y causa la muerte de casi medio millón de personas en el mundo en 2015, sobre todo en África y en la India. En el Perú no se han reportado muertes entre 2014 y 2019, pero se sabe que el Plasmodium Vivax es más corriente que el Plasmodium Falciparum. En 2014 se reportaron 1,582 casos y el año pasado sólo 501 casos (MINSA[15]). Hasta ahora no existe una vacuna contra el paludismo (ni contra otras fiebres como el dengue), pero ya se ha encontrado una vacuna contra la fiebre amarilla. Esta enfermedad tropical es causada por el Flavivirus y tiene dos vectores, los monos y los zancudos Aedes aegypti y Haemagogus. Se encuentra en situación endémica en la selva alta. Entre 1994 y 1999, la letalidad promedio en el país fue de 38%; y entre 2000 y 2004 la letalidad aumentó a 56%. La mayoría de muertos no habían sido vacunados. Desde 2004 se realiza una campaña de vacunación masiva contra la fiebre amarilla, que protege por diez años, y se espera inmunizar a todos los niños de un año de edad (Revista de Medicina experimental y salud pública, 2005[16]).

La otra enfermedad viral que azota las zonas tropicales del Perú y del mundo es el dengue, también transmitido por los zancudos Aedes aegypti, que luego de haber sido eliminados en 1956, regresaron en 1984 y produjeron una epidemia en 1990. El dengue reapareció en 2000 en Lima entre los migrantes andinos a la selva; en 2005 se registró una epidemia en el distrito de Comas. Desde entonces hay rebrotes debidos al calentamiento climático, actualmente el dengue es endémico en la selva peruana y en muchas zonas de la costa, incluida Lima (César Cabezas, 2005[17]). En enero de 2019, el MINSA lanzó una alerta epidemiológica por el incremento de brotes de dengue, chikungunya y zika en Lima Este. Las tres enfermedades presentan síntomas similares (fiebre, dolores musculares, diarreas, vómitos), y no existen vacunas. Desde 2015 esos brotes epidémicos se reproducen en zonas urbanizadas pobres y en las zonas tropicales donde proliferan mosquitos Aedes por el calentamiento climático (MINSA, enero de 2019[18]). En octubre de 2019 empezó otro brote de dengue en Madre de Dios; en noviembre se registró 16 muertos y 3,000 personas contaminadas; en febrero de 2020 hubo 12 muertos y 5,480 casos en Madre de Dios, San Martín, Loreto y Cusco. Desde el mes de marzo, el dengue circula en Ica, Iquitos, Lambayeque, Piura, Lima (Puente Piedra, Comas, Magdalena, Surquillo, San Borja, Rímac), Junín, Piura y Puno. El dengue está también presente en el VRAEM, en Chanchamayo y en Satipo. La epidemia es reportada también en Colombia y en Brasil (Wikipedia[19]). Desde enero de 2020, se ha registrado más de 14 mil casos y se deploran 25 muertos.

Las respuestas estatales al coronavirus: aislamiento/cooperación, autoritarismo/democracia

El historiador Yuval Noah Harari, autor de Sapiens (2011), de Homo Deus (2015) y de 21 Lecciones para el siglo XXI (2018), considera que la pandemia del coronavirus ha producido dos tendencias contradictorias en los Estados y al interior de las sociedades: al aislamiento o la solidaridad. No obstante, según Harari[20], la cooperación y la ciencia son los mejores antídotos a la pandemia actual[21]. Si el aislamiento social es esencial para frenar la epidemia, esta medida no se puede mantener a largo plazo pues ello implicaría el derrumbe de la economía mundial sin ofrecer la protección adecuada a las enfermedades infecciosas [Villasante, 24 de marzo, 14 de abril[22]].

En 2020, la mejor protección contra el coronavirus, y las otras enfermedades que vendrán, se encuentra en la repartición de la información científica fiable y la solidaridad internacional. Harari plantea que lo ideal es poder compartir datos reales sobre la epidemia en cada país y la ayuda exterior de los países menos afectados hacia aquellos que sufren de manera más fuerte la pandemia. Esta colaboración es muy importante porque la propagación de la epidemia en un país pone en peligro a la humanidad entera. Sin cooperación internacional, sin confianza y solidaridad generalizadas no será posible vencer el coronavirus que amenaza la vida de millones de seres humanos.

Es demasiado tarde para paliar la falta de infraestructuras sanitarias, sobre todo en la Amazonía, que ha sido siempre una región abandonada por el Estado y que las autoridades de Lima no conocen.» 

Dicho esto, cuatro meses después del inicio de esta pandemia, constatamos que no existe ninguna instancia internacional que coordine la respuesta mundial. La ONU ha demostrado su total incapacidad para liderar a los Estados por una razón clara: China y Rusia, países autoritarios del Consejo de seguridad, se oponen a los otros miembros democráticos de este Consejo (Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña), y no aceptan el liderazgo de nadie. El repliegue nacionalista de las dos potencias autoritarias es la característica dramática de la coyuntura actual. En ese marco, la OMS se encuentra aislada y sin medios financieros; en efecto, el 15 de abril Trump expresó la intención irresponsable de suspender permanentemente el financiamiento de su país a la organización, ahora congelado y que supone 400 millones de dólares anuales aproximadamente (Euronews). En fin, el conflicto político y comercial entre Estados Unidos y China, acusada de “controlar la OMS”, empeora en el periodo más difícil que el mundo haya afrontado desde la Segunda Guerra Mundial.

Como vemos, la pandemia suscita respuestas estatales según los tipos de gobierno. Harari ha explicitado que ciertos Estados han tomado medidas que tienden al autoritarismo; en cambio, otros toman en cuenta los valores democráticos. En países autoritarios como China, Rusia e India, los gobiernos han impuesto medidas de aislamiento total, que se hacen respetar con el apoyo de las Fuerzas Armadas. En algunos países (China, Rusia, Chile) las nuevas tecnologías ayudan también al control de la circulación (cámaras de reconocimiento facial, seguimiento de las personas vía los teléfonos celulares). Según Harari, los datos personales y biométricos relativos a la enfermedad podrían ser conservados definitivamente como medios de control de los ciudadanos de países despóticos como China, Turquía e Israel. Esta amenaza a la libertad personal y a los derechos humanos contrasta con el respeto a la vida privada y a la buena salud adoptados por los gobiernos de pequeños países como Corea del Sur, Taiwán y Singapur, y también por los gobiernos de Europa occidental (Harari, Financial Times del 20 de marzo[23]). Al otro extremo, los gobiernos autoritarios de países grandes como Estados Unidos y Brasil han adoptado una posición negacionista e irresponsable ante el COVID-19, que está causando un alto nivel de contagios y de mortalidad. Bolsonaro y Trump representan lo peor de la gobernanza internacional en este periodo aciago [ver Villasante, 5 de mayo[24]].

Las medidas de protección contra el coronavirus tomadas en el Perú

En nuestro país, el gobierno del presidente Vizcarra está defendiendo los valores democráticos y de solidaridad nacional para luchar contra la pandemia, a pesar de la ausencia de apoyo del efímero Congreso, del eclipse total de los partidos políticos, y de la debilidad estatal que arrastramos desde el siglo XIX. Es preciso valorar el hecho de que sea él, una persona íntegra y serena, quien afronte esta grave crisis sanitaria y no alguno de los lamentables expresidentes o ciertos excandidatos como Keiko Fujimori. Notemos también que con esta crisis el gobierno está tomando una conciencia más clara de las grandes carencias de la administración estatal, en particular en las infraestructuras de salud pública y de educación, además de la falta de trabajo formal, factores que condicionan nuestra situación de subdesarrollo y de pobreza. El Perú tiene en efecto 16% de pobres y 3,7% de pobres extremos; y la situación en América Latina ha empeorado pues se registran 30,8% de pobres entre los cuales 11,8% son pobres extremos (CEPAL 21 de abril, ver Villasante, 5 de mayo). Como resultado de la recesión mundial y de la caída de las exportaciones, estos índices deben bajar más aún este año.

Ante la llegada de la plaga mundial, el presidente Vizcarra tomó una decisión pertinente y urgente, declarando el aislamiento social y el cierre de fronteras el 15 de marzo. Desde entonces, sus mensajes a la nación reiteran la urgencia de actuar con “responsabilidad, solidaridad, pensando siempre en el bienestar general” (Mensaje del 15 de marzo[25]). Se dispuso además el pago de bonos de solidaridad en beneficio de 6.8 millones de familias[26] y una protección especial a las personas más vulnerables como son “nuestros adultos mayores”. La pandemia ha influenciado también la decisión de denominar el presente año “Año de la Universalización de la Salud” (El Peruano del 10 de enero [27] de 2020, La República del 12 de abril).

Los esfuerzos para protegernos de COVID-19 no incumben solamente al Estado, sino también a la sociedad civil que debe organizarse para ayudar a los sectores más vulnerables: los pobres, los inmigrantes y los pueblos originarios

Esas medidas estatales son muy importantes para frenar la pandemia en el Perú; sin embargo, la falta de infraestructura y las debilidades de la administración nacional, regional y municipal están retardando la distribución de la ayuda humanitaria de urgencia a los sectores más vulnerables: los pobres urbanos y rurales, los pueblos originarios amazónicos [Villasante 21 de abril] y los migrantes venezolanos. Sabemos también que el gobierno está buscando ayuda internacional de urgencia, prestamos de los bancos internacionales (Banco de desarrollo de América Latina, Banco interamericano de desarrollo), y se ha iniciado una coordinación con varios países latinoamericanos (Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Brasil) [ver Villasante, 14 de abril]. Estas iniciativas son importantes, pues, como sugiere Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, la crisis actual puede llevar a crear un polo latinoamericano para afirmar los lazos que unen nuestros países y reforzar la integración económica, social y política en un nuevo orden mundial que estará dominado por tres polos: China, Europa y Estados Unidos [ver Villasante, 5 de mayo].

El presidente Martín Vizcarra anuncia las medidas de prevención contra el coronavirus. Lima 16 de abril de 2020 (Foto: BBC Mundo)

Actualmente no es el momento de buscar culpables y emitir críticas negativas al gobierno del presidente Vizcarra, que olvidan a menudo nuestra debilidad estatal intrínseca, sino más bien de afirmar la solidaridad nacional, de comprender las implicaciones del COVID-19 desde la ciencia y la medicina, y de aportar nuestra confianza al gobierno. Luego, cuando la pandemia haya descendido en su curva exponencial de enfermos y de muertos, quizá a fines de año, vendrá el tiempo de la evaluación de lo realizado. Todos los gobiernos están aprendiendo la mejor manera de organizar esta crisis inédita sin ninguna experiencia anterior y están corrigiendo errores constantemente.

El país debe retomar la vida económica el 30 de junio[28], de acuerdo al plan de reactivación económica presentado por el Ejecutivo; ello implicará un aumento de contagios difícilmente controlable pues es muy arduo, o imposible, vivir y trabajar manteniendo la distancia social y las máscaras. La situación es similar en todo el mundo, pero es mucho peor en países subdesarrollados como el nuestro. No obstante, es preciso reconocer también, con objetividad, lucidez y responsabilidad moral, que dadas las condiciones del país es y será imposible atender todos los casos graves; es demasiado tarde para paliar la falta de infraestructuras sanitarias, sobre todo en la Amazonía, que ha sido siempre una región abandonada por el Estado y que las autoridades de Lima no conocen. Por ello, la ayuda humanitaria de la sociedad civil es indispensable para aportar alimentos y medicinas de base a los sectores vulnerables de nuestra nación [ver Villasante, 14 de abril[29]].

Reflexiones finales

  • Como otras pandemias mundiales, el COVID-19 es una zoonosis causada por nuestra acción nociva contra el medioambiente; para evitar otros casos similares será urgente adoptar medidas de protección del ecosistema y de disminución masiva de la desforestación y de la caza de animales salvajes, aportando programas de mejora social a los pueblos originarios del mundo y de la Amazonía.
  • Los Estados se están reforzando en todo el mundo para afrontar la pandemia y eso representa la gran novedad del siglo XXI; la democracia está también en vías de transformación, entre el populismo autoritario y la defensa de valores humanistas. El COVID-19 ha puesto en evidencia que las sociedades humanas son interdependientes y que la cooperación solidaria es la única alternativa para poder afrontar esta grave crisis de manera razonable. Por primera vez en la historia, en la mayoría de Estados se ha priorizado la salud de las personas por encima de las necesidades puramente económicas. Esto es un hecho muy positivo, pues nos conduce a reconocernos como personas que compartimos una común humanidad y una común vulnerabilidad ante la enfermedad.
  • El nuevo contexto mundial implica el nacimiento de una nueva normalidad [“new normal”] marcada por tres hechos centrales: (1) la necesidad de la distancia social para protegernos del virus, aunque ello sea difícil de mantener en los países del Norte y casi imposible en los países del Sur.
    (2) La restricción de la libertad de circulación de personas y de mercancías (el turismo y el comercio a larga distancia pueden esfumarse por varios años). (3) Las dudas, los temores y la gran incertidumbre de los Estados y de las personas ante este cambio radical del modo de vida en todo el planeta.
  • El Estado peruano y el gobierno del presidente Vizcarra y del primer ministro Vicente Zeballos están respondiendo positivamente a la crisis; ya se vislumbra que habrá vastas reformas en salud, en educación y en creación de empleos dignos. Aun cuando la distribución de la ayuda de urgencia esté retrasada y complicada (sobre todo en las zonas rurales y en la Amazonía) por nuestras antiguas debilidades organizativas y de recursos humanos. Se han perdido 40 años con la guerra interna y luego con las absurdas luchas políticas y la corrupción heredada del funesto gobierno de Fujimori. Esas son las causas del retraso actual. No obstante, una gran modernización nacional podría ser concretizada en el país y en América Latina. Alicia Bárcena ha lanzado un llamado a reforzar la integración de América Latina a nivel de la producción de materias primas, de la industria, del intercambio científico, y del comercio (CEPAL 21 abril[30]). Esperemos que los gobiernos escuchen este llamado urgente y que se empiece a forjar una Unión de Estados Latinoamericanos.
  • Los esfuerzos para protegernos de COVID-19 no incumben solamente al Estado, sino también a la sociedad civil que debe organizarse para ayudar a los sectores más vulnerables: los pobres, los inmigrantes y los pueblos originarios. Esta crisis de salud pública será muy larga. Todos los sectores sociales, económicos y políticos están en proceso de transformación. El ultraliberalismo y sus valores de individualismo y de consumismo exacerbados parecen haber llegado a un límite real. Los sectores de la sociedad civil peruana que tiene condiciones de vida decentes — los jóvenes universitarios, las clases medias y altas —, las ONG y las Iglesias deben ser capaces de organizarse en las distintas regiones para recolectar alimentos y medicamentos de base destinados a ser distribuidos a las familias necesitadas. Sabiendo que 35% de la población peruana ha dejado de percibir ingresos (IPSOS), la necesidad en alimentos será siempre más urgente. Hay indicios esperanzadores: la ONG evangélica REMAR distribuye 500 platos de comida por día en Lima (Euronews, 13 de abril[31]); y en Iquitos, un sacerdote ha obtenido la donación de más de un millón de soles para implementar una planta de oxígeno (El Comercio del 5 de mayo[32]). En fin, es importante también que el sector empresarial nacional e internacional que labora en nuestro país asuma su obligación moral de socorrer a los miles de peruanos y peruanas que están perdiendo sus empleos. Por fortuna, la solidaridad de las empresas y de la sociedad civil ya ha comenzado (Villasante, Boletín del IDEHPUCP, 26 de mayo[33]) y esa es la manera más digna de empezar la reconstrucción de un nuevo Perú en vísperas de cumplir 200 años de vida republicana.

[1] Ver Villasante, 24 de marzo, https://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-informativas/una-nueva-pandemia-en-el-mundo-globalizado-el-coronavirus-cov-2-y-su-expansion-internacional/

[2] Laurent Testot, Quand les grandes épidémies dictaient la géopolitique, L’Express del 26 de marzo de 2020.

[3] Ver su libro Collapse: How Societies Choose to Fall or Succeed, New York 2005.

[4] Institut Pasteur, Choléra, https://www.pasteur.fr/fr/journal-recherche/dossiers/cholera-fleau-encore-origine-epidemies-majeures?emkfid=EMF-22701181460-k–77618669180-b-s&gclid=CjwKCAjwwMn1BRAUEiwAZ_jnEsuyVwAI4lg0-IyQJfqef28aXeoLpvbATr_f1kaRVvsJdf9HiehwWBoCsEsQAvD_BwE

[5] BBC Mundo, Coronavirus y China, https://www.bbc.com/mundo/noticias-52511480

[6] Peter Frankopan, Coronavirus: les leçons (optimistes) de la Peste noire, Le Point n° 2481, 12 de marzo de 2020.

[7] Ver National Geographic, https://historia.nationalgeographic.com.es/a/peste-negra-epidemia-mas-mortifera_6280

[8] Walter Scheidel, Comment les épidémies bouleversent le monde, Le Point n° 2481, 12 de marzo de 2020. Ver también BBC News Afrique, Coronavirus : cinq épidémies qui ont contribué à changer le cours de l’histoire, 30 de marzo, https://www.bbc.com/afrique/monde-52076467

[9] Revista Geo, Peut-on comparer la pandémie de coronavirus avec la grippe espagnole de 1918. Geo y AFP, 16 de marzo de 2020.

[10] Ver Le Monde, https://www.lemonde.fr/planete/article/2020/05/04/rony-brauman-les-pandemies-font-partie-de-l-existence-humaine_6038550_3244.html

[11] He consultado Delumeau, La peur en Occident (1978) y el artículo de Rémi Noyon, Pour comprendre la psychologie d’une population travaillée par une épidemie, BiblioObs, 29 de marzo de 2020.

[12] Los zancudos hembras pican a los enfermos en sus fases de crisis, cuando los parásitos circulan en la sangre, y luego transmiten las enfermedades a las personas que pican. Conozco bien esta situación pues soy portadora de todas las formas de Plasmodium amazónico (adquirido en Satipo en 1980) y oeste-africano (adquirido en Mauritania en 1994).

[13] Ver https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/grandes-epidemias-de-nuestra-historia-por-carlos-contreras-carranza-noticia/?ref=ecr

[14] Ver FAO, Cólera en el Perú, Marrakech 2002, http://www.fao.org/3/ab416s/ab416s.htm

[15] Ver MINSA, Número de casos de malaria, http://www.dge.gob.pe/portal/docs/vigilancia/sala/2019/SE02/malaria.pdf

[16] Ver http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-46342005000400009#fig01

[17] Ver el artículo sobre el dengue : http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-46342005000300009

[18] Ver http://www.hnhu.gob.pe/Inicio/wp-content/uploads/2016/03/AE001-DIRIS-LE-DENGUE-CHIC-Y-ZIKA-2019.pdf

[19] Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Epidemia_de_dengue_de_2019-2020_en_Perú

[20] Ver Harari, https://www.lemonde.fr/idees/article/2020/04/05/yuval-noah-harari-le-veritable-antidote-a-l-epidemie-n-est-pas-le-repli-mais-la-cooperation_6035644_3232.html

[21] Ver la entrevista a Harari, El País del 22 de marzo: https://elpais.com/cultura/2020-03-21/yuval-noah-harari-la-mejor-defensa-contra-los-patogenos-es-la-informacion.html

[22] Ver Villasante, 24 de abril, https://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-informativas/la-solidaridad-en-tiempos-del-coronavirus-el-caso-del-peru/

[23] Harari, Financial Times, https://www.ft.com/content/19d90308-6858-11ea-a3c9-1fe6fedcca75

[24] Ver Villasante 5 de mayo, https://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-informativas/la-crisis-del-covid-19-se-agrava-en-brasil-y-ecuador-ensenanzas-para-el-peru/

[25] Mensaje a la nación del presidente Vizcarra, Presidencia de la República, https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/566444/Mensaje_a_la_Nación_15-03-20.pdf

[26] Ver El Peruano, https://www.elperuano.pe/noticia-bono-760-soles-gobierno-publico-decreto-beneficio-68-millones-familias-95420.aspx

[27]El Peruano, https://elperuano.pe/noticia-el-2020-sera-ano-de-universalizacion-de-salud-88475.aspx

Ver Villasante 21 y 22 de abril, https://idehpucp.pucp.edu.pe/idehpucp_medios/inforegion-solidaridad-con-los-pueblos-amazonicos-el-rol-de-la-sociedad-civil/

[28] Decreto Supremo N° 080-2020-PCM. Decreto Legislativo que dispone la reactivación y promoción de la actividad artesanal a cargo del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, en el marco de la emergencia sanitaria por el COVID-19. En: https://www.gob.pe/institucion/pcm/normas-legales/544911-080-2020-pcm

[29] Villasante, 14 de abril, https://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-informativas/la-solidaridad-en-tiempos-del-coronavirus-el-caso-del-peru/ Ver el llamado a donaciones para la Amazonía de Rainforest/COICA https://www.AmazonEmergencyFund.org/

[30] Ver CEPAL, https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-covid-19-llevara-la-mayor-contraccion-la-actividad-economica-la-historia-la

[31] Ver https://es.euronews.com/2020/04/14/el-covid-19-deja-sin-ningun-ingreso-a-un-35-de-los-peruanos?utm_source=newsletter&utm_medium=es&utm_content=el-covid-19-deja-sin-ningun-ingreso-a-un-35-de-los-peruanos&_ope=eyJndWlkIjoiNmJmMGI4YTNlOTUwNmQ0ODJhYTQyOTA3NDAxZDMyODcifQ%3D%3D

[32] Ver El Comercio, https://elcomercio.pe/peru/loreto/coronavirus-en-peru-sacerdote-recauda-mas-de-s1-millon-para-implementar-una-planta-de-oxigeno-en-iquitos-noticia/

[33] Villasante, 26 de mayo, https://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-informativas/la-reconstruccion-del-orden-politico-mundial-despues-del-covid-19/

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