"¿De qué hablamos si hablamos de revictimización?"Cuando la violencia se multiplica por televisión, radio e internet
Por: Leah Sacín
Periodista en Radio Nacional. Diplomado en Comunicación Política. Fundadora de Voceras.
No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas. – Audre Lorde
“La señorita es, eventualmente, una persona, digamos, que le gustaba la vida social” abogado Paul Muñoz, defensor de acusados, hoy sentenciados, por violación en una casa de Surco. Declaraciones brindadas a la prensa en los exteriores de la comisaría, el 21 de octubre de 2021. Caso conocido como “La manada de Surco”.
“Morir por amor” fue el titular de un reportaje del programa periodístico Cuarto Poder emitido el día domingo 20 de noviembre de 2022. El reportaje desarrollaba el caso de feminicidio de la ciudadana mexicana Blanca Arellano presuntamente en manos de un hombre que conoció por Internet.
“Eres la única culpable de que él esté libre” Magaly Medina en su programa de espectáculos se refiere a Dalia Durán, víctima de violencia de género a manos de su expareja el cantante John Kelvin. El cantante fue condenado a 21 años de cárcel por los delitos de agresión y violación, sin embargo, fue liberado al año y 3 meses gracias a una apelación.
Este tipo de declaraciones, reportajes y titulares se multiplican en los medios de comunicación y en las redes sociales, convirtiéndola violencia en un círculo vicioso que golpea a las mismas personas, aquellas que han sido víctimas y que reviven constantemente su dolor. La violencia contra las mujeres, la violencia simbólica y, posteriormente, la revictimización son fenómenos paralelos que se retroalimentan, trágicamente, en sociedades como la nuestra.
Según la Organización Mundial de la Salud, en su Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud, la definición de violencia es “el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.” [1]
Respecto a la violencia de género, el psicólogo argentino Jorge Corsi sugiere que “se expresa a través de conductas y actitudes basadas en un sistema de creencias sexista y heterocentrista, que tienden a acentuar las diferencias apoyadas en los estereotipos de género, conservando las estructuras de dominio que se derivan de ellos.”[2]
Por otra parte, para definir la violencia simbólica, debemos recurrir al sociólogo francés Pierre Bourdieu, quien describió el concepto como “aquella que no utiliza la fuerza física, sino la imposición del poder y la autoridad; sus manifestaciones son tan sutiles e imperceptibles que, es permitida y aceptada por el dominador y el dominado.”[3] Es la violencia simbólica la que se reproduce socialmente, la que está arraigada en costumbres, en el lenguaje cotidiano y que es evidente en los medios y, más recientemente, las redes sociales, produciendo aquello que llamamos “revictimización”.
«Entonces, la revictimización es una práctica que afecta directamente los derechos de aquellas personas que ya han sufrido la vulneración de los mismos a manos de un agresor. os candidatos, en general, no están informados sobre temas ambientales y cómo estos temas se cruzan con el resto de las propuestas.»
Encontrar una definición para la palabra “revictimizar”, también requiere de distintos enfoques. La Organización Save The Children, refiriéndose a abusos sexuales a menores de edad, afirma que “la victimización secundaria (o revictimización) es la respuesta que da el sistema a una víctima. Esta respuesta hace que la persona reviva la situación traumática y vuelva a asumir su papel de víctima. Esta vez no es sólo víctima de un delito, si no de la incomprensión del sistema.”[4] En el mismo artículo hace referencia al sistema de justicia y los juicios mismos como espacios donde se hace revivir, a las víctimas, el dolor al que ya fueron sometidas una vez.
Entonces, la revictimización es una práctica que afecta directamente los derechos de aquellas personas que ya han sufrido la vulneración de los mismos a manos de un agresor. Cuando lo aplicamos a los medios de comunicación, este concepto se enfoca en la multiplicación de ese agravio, en la justificación de la violencia sufrida, la invisibilización de las condiciones estructurales que la han permitido y la afectación de la dignidad de la persona.
En junio de 2020 el Consejo Consultivo de Radio y Televisión del Perú (ConcorTv) publicó una encuesta según la cual la mayoría de entrevistados consideraban que “muchos medios de comunicación revictimizaban a las mujeres víctimas al mostrar imágenes violentas contra ellas reiteradamente, al entrevistar a las personas atacadas o sus familiares; o al mostrar imágenes de los cuerpos de las víctimas de feminicidio.”[5]
Medios de comunicación y violencia de género
Los medios de comunicación tienen un rol fundamental en la sociedad. Desde allí se masifican mensajes que impactan en miles de personas en simultáneo, se construyen corrientes de opinión y se reproducen estereotipos. Es la consciencia de ese poder y el asumir esa responsabilidad con rigor y humildad lo que puede hacer que su rol sea, o no, el de un aliado en la lucha contra la violencia de género.
Para tener un panorama general sobre las coberturas mediáticas, es de mucha utilidad recurrir al Observatorio de Medios, una iniciativa de la asociación Calandria y de Concortv que viene trabajando en detectar y sistematizar los casos en que las coberturas en medios de comunicación no respetan los derechos de las mujeres, las revictimizan o no aportan a la lucha contra la violencia.
Otro problema detectado en este importante trabajo impulsado por Calandria es la utilización del morbo como elemento narrativo principal en las coberturas de crímenes y casos de agresiones sexuales.»
Solo entre abril y junio de este año, este Observatorio de Medios ha detectado veintidós casos de vulneraciones, la mayoría referidos a programas informativos. [6] Parte del diagnóstico detecta que uno de los principales problemas en la cobertura de los diferentes casos sobre violencia contra la mujer es que se suelen centrar únicamente en la descripción del hecho ocurrido. No hay un contexto que pueda enfocar el problema desde su profundidad estructural y los reportes se quedan en lo superficial y anecdótico.
Otro problema detectado en este importante trabajo impulsado por Calandria es la utilización del morbo como elemento narrativo principal en las coberturas de crímenes y casos de agresiones sexuales. En muchos casos esto conlleva a la utilización de detalles, descripciones y entrevistas a las víctimas que solo aportan a revivir los momentos de dolor. Respecto al morbo también se menciona la utilización de material visual como recreaciones o imágenes impactantes en las que, en algunos, casos se muestran rastros de sangre o de los cuerpos de las mujeres fallecidas. Esta característica busca exaltar emociones en los espectadores y trae consecuencia la banalización del crimen y la poca sensibilidad ante la problemática de fondo.
El informe del Observatorio de Medios menciona, específicamente sobre la revictimización, que “en los casos de violencia física, se suele todavía revictimizar a la víctima, presentando sus declaraciones como única fuente o las del victimario, y mostrando imágenes que revelan las agresiones de manera explícita o dramatizando el hecho.”[7]
Sin duda, la inclusión en el año 2013 del delito de feminicidio en el artículo 108-B del Código Penal Peruano ha sido un aporte para empezar el largo y tortuoso camino de retirar estos delitos de la lista de crónica roja y tratar de buscarles un espacio con otro tipo de cobertura, con una carga social distinta y con una responsabilidad mayor. Sin embargo, mientras se siga trabajando los casos de violencia de género con la misma lógica de la crónica policial común, será difícil lograr los cambios de fondo que se requieren.
No hay otro camino para lograr esos cambios que no sea la incorporación del enfoque de género en los medios de comunicación, tanto en su trabajo cotidiano como en su quehacer periodístico. Sin esa variación en su forma de acercarse a la noticia, los cambios seguirán siendo lentos y a cuenta gotas. Los ejemplos pueden servir para aclarar esto.
“La vida social” – Octubre 2021
El 21 de octubre de 2021, los reporteros de todos los medios de comunicación limeños esperaban al abogado Paul Muñoz quien llevaba la defensa de cinco jóvenes denunciados por violación; el caso fue denominado “La Manada de Surco”. El abogado Muñoz, en su declaración a los reporteros y reporteras, emitió una frase que generó indignación instantánea: “La señorita es, eventualmente, una persona, digamos, que le gustaba la vida social.” Inmediatamente surgieron los cuestionamientos, el letrado estaba intentando poner un atenuante en la denuncia de la joven aludiendo a su vida social. Era una situación en la que la revictimización buscaba tener réditos legales.
Lo curioso de este caso es que suscitó la inmediata censura, desde los medios que cubrían en el momento hasta los que replicaron la noticia posteriormente. Lo que quedará para el análisis es que muchos de esos medios aparecen en distintos monitoreos replicando estereotipos, revictimizando mujeres en casos de agresión sexual, entre otros. ¿Por qué no hay un criterio sólido y uniforme en las coberturas? La indignación, sin embargo, siempre es una buena señal, especialmente en aquellos que cubren este tipo de noticias.
“El amor mata” – Noviembre 2022
La historia ha sido portada y reportada, ampliamente, en todos los medios de circulación nacional. Blanca Arellano era una ciudadana mexicana quien, para ver, en persona, al hombre peruano que conoció en internet, viajó a Perú y, posteriormente, desapareció.. Cuando su cuerpo fue identificado, no faltaron los comentarios en redes sociales sugiriendo que “no debió venir a ver a un desconocido” o “no debió venir sola”. Desde los medios de comunicación se relató, paso por paso, el crimen y se adelantaron hipótesis que generaron pavor.
El domingo 20 de noviembre, el programa periodístico Cuarto Poder realizó un reportaje sobre el caso al que tituló “Morir de amor”. De la manera más directa, se incurre en la justificación de un hecho violento, desde el lenguaje. La elección de palabras incurre en la revictimización de la mujer que ha sido asesinada, pues la carga está en ella y no en el hombre que cometió el crimen.
¿Cómo cambiar la narrativa en los medios de comunicación?
Quizás sea pertinente empezar preguntando ¿Es posible evitar la revictimización en la cobertura mediática de casos de violencia de género? El cambio siempre es posible, pero, en este caso particular, hablamos de unoque tiene que ser estructural. Si no se modificala forma de analizar el problema, la realidad de la violencia de género, será imposible lograr un cambio significativo. El enfoque de género en los medios de comunicación tiene que estar incorporado, aceptado y socializado para que hablemos de una diferenciaen los contenidos periodísticos que ofrecen los medios de comunicación.
Hay pues un factor de suma relevancia para seguir impulsandoel cambio en los medios de comunicación; es un factor medular sin el cual todo esfuerzo está condenado a ser efímero, a solo atender casos puntuales y no la problemática de fondo. Es indispensable que los y las periodistas incluyan y acepten el enfoque de género en su trabajo. Si no reconocen la importancia de su rol en la lucha contra las brechas y la violencia de género, todo esfuerzo será en vano. No se debe enfocar la solución como una lista de indicaciones automáticas que deben aplicar en la cobertura de crímenes contra las mujeres. Ha de trabajarse a profundidad, la sensibilización del rol de los medios de comunicación en la construcción de estereotipos, ideas colectivas y corrientes de opinión.
En el Perú, el trabajo desde el Estado, Ministerio de la Mujer y ConcorTv, principalmente y las organizaciones de la sociedad civil, como las ONGs Calandria, Manuela Ramos y Flora Tristán, parece estar dando algunos frutos. En muchos casos, se trata de sanciones, formales o sociales, las que motivan el cambio y la regulación de los medios respecto a aspectos como las imágenes que se utilizan o los horarios en que se difunden algunas informaciones. Sin embargo, el trabajo respecto a los enfoques, los titulares y los comentarios de los y las periodistas sigue siendo un pendiente importante.
Pero así como hay un trabajo de fondo que no se debe dejar de lado, es también importante recalcar cuáles son algunas de las recomendaciones que se repiten en los talleres con periodistas y que se deben seguir aplicando como parte de un enfoque integral que reconozca la responsabilidad de los medios en la construcción de una sociedad sin violencia de género.
En el tratamiento de noticias sobre feminicidios, agresiones sexuales y otros tipos de violencia de género, es fundamental considerar el contexto, brindar datos que ubiquen al espectador en la problemática de fondo que se está narrando a través de un caso particular. Asimismo, es vital evitar las recreaciones y relatos de momentos dolorosos, traumáticos y violentos, especialmente, en voz de las víctimas.
Según sea el caso también es relevante cuidar los datos de la víctima, su imagen, nombres y apellidos y otras señas que puedan hacerla identificable. Esto es especialmente estricto cuando se trata de menores de edad. Este tipo de coberturas requiere, también, incluir los canales de ayuda e información para que otras víctimas puedan conseguir ayuda.
De igual manera, es esencial notar y detectar aquellas frases que pueden estar justificando las acciones del agresor; todo aquello que resulte ser un atenuante ante la opinión pública debe ser desterrado del relato. Los crímenes no se cometen por amor, los celos no nublan la capacidad de discernir y la infidelidad no es justificación para ningún tipo de violencia. Para poder entender cuándo se está utilizando el lenguaje de manera que genera revictimización, nuevamente, es indispensable el enfoque de género. Si no hay un trabajo de cambio en la forma misma en que se enfocan los temas, en la perspectiva con que se analiza la realidad,, en asumir la responsabilidad en cada relato que se emite en un medio de comunicación, toda lista de consejos o manual de estilo será, meramente, referencial.
El cambio es social y cultural, con enfoque de género y con participación activa de los y las periodistas que son las voces de los medios de comunicación. El cambio no se dicta con manuales o talleres, si estos no logran sensibilizar y hacer notar la responsabilidad de construir, en conjunto, una forma de cubrir este tipo de noticias que enfrente la violencia de género.
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[1] https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/67411/a77102_spa.pdf?sequence=1
[2] Corsi, J., “La violencia hacia las mujeres como problema social. Análisis de las consecuencias y de los factores de riesgo”, Documentación de apoyo, Fundación Mujeres, 2010, p. 1.
[3] https://revistas.udc.gal/index.php/RELASO/article/view/relaso.2012.2.1.1203/g1203_pdf
[4] https://www.savethechildren.es/actualidad/que-es-revictimizacion
[5] https://www.concortv.gob.pe/concortv-medios-deben-mejorar-el-tratamiento-informativo-sobre-violencia-contra-la-mujer/
[6] https://www.calandria.org.pe/noticias/observatorio-de-medios-presenta-reporte-de-alertas-mediaticas-de-abril-a-junio/
[7] https://www.calandria.org.pe/noticias/observatorio-de-medios-presenta-reporte-de-alertas-mediaticas-de-abril-a-junio/