Mujeres indígenas y Cambio Climático. Presencia y fortaleza femenina para la adaptación
Por: Ramiro Escobar de la Cruz
Periodista
Un campo árido calcinado por el sol, una mujer cargando con sus músculos y huesos dos baldes de agua, una madre huyendo de una cruel helada fuera de tiempo que raja los campos de cultivo en los Andes. Una mujer indígena tratando de salvar sus bosques de una despiadada ola de calor. En el Perú y en todo el planeta la impronta del cambio climático avanza y son las mujeres, la mitad de nuestra especie, las que sufren más los efectos de esta peligrosa sacudida planetaria.
Al desarrollar más labores de cuidado, al dedicarse más a la agricultura, al sufrir más fuertemente el desplazamiento (por catástrofes ambientales o por guerras), están más expuestas a que el calentamiento anormal de la Tierra las golpee. Según ONU Mujeres, tras un evento climático extremo las posibilidades de morir para mujeres, niñas y niños son 14 veces más altas. Y si son indígenas y campesinas tal riesgo aumenta de modo notable, en todo el mundo.
El proyecto “Mujeres indígenas y cambio climático: Reconociendo las prácticas ancestrales y sustentables de mujeres indígenas para la adaptación al cambio climático”, promovido por el Instituto de Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IDEHPUCP) procura impulsar el reconocimiento de esa realidad. Para ello, busca “identificar y mostrar los impactos diferenciados de este fenómeno en ellas y las barreras que enfrentan para visibilizarlos”.
Es decir que se conozca y se asuma que es así. Al mismo tiempo que las mujeres indígenas complementen sus saberes ancestrales con un conocimiento más contemporáneo del fenómeno climático. Un ejemplo de saber ancestral es la ‘cosecha de agua’, que se practica en varios lugares de la sierra del país -como Junín, Ayacucho o Puno- y que es una forma de prevenir la sequía, al acumular agua de lluvia en pozos colocados hábilmente en hondonadas naturales en las alturas.
Cuando la ausencia de precipitaciones sobrevenga, de manera dramática, el agua estará allí, protegida por una pirca (muro de piedra) y hasta podrá ser dirigida a las partes más bajas. En lugares como la Comunidad Campesina de Sunimarca, ubicada en Puno y una de las sedes del proyecto, esto ha logrado paliar la escasez hídrica y mejorar la calidad de vida de los pobladores, así como la supervivencia de animales tan esenciales como las vacas, ovejas y alpacas.
El proyecto del IDEHPUCP también busca “sensibilizar a la sociedad civil y a gobiernos locales para instar a que haya un mayor involucramiento de las mujeres en las políticas subnacionales de adaptación al cambio climático”. En suma, a que no se les ningunee. Como se aprecia en las fotos siguientes, los campesinos de Puno están organizados, en rondas o en otras instancias comunitarias, y tienen derecho a participar en la administración de municipios o regiones.
También es posible hacerlo con las mujeres indígenas de la Selva Central, de las etnias Yanesha y Asháninka, que viven en la parte oriental del departamento de Junín, otra sede del proyecto. Ellas y sus comunidades sufren el cambio climático, porque, como una de ellas dice “la lluvia va, la lluvia viene”. Ya no es como antes. El río Perené a veces se seca, tiene menos agua. También puede ocurrir que hay crecidas inusuales en la Amazonía, como ocurrió en el año 2012.
En tal contexto, también ocurre que las mujeres indígenas amazónicas sufren más. Ellas son las que crían hijos, las que tienen que cultivar la poca tierra fértil que hay en la selva, las que limpian los peces que pescan los hombres, o a veces ellas mismas. Pero ante la adversidad climática han sabido responder, sacando su fuerza histórica y sus prácticas ancestrales. Hoy plasmadas en ‘El bosque de los saberes’, un territorio donde cultivan plantas con las que cuidan su vida y al bosque.
No se puede entender la lucha contra el cambio climático, y la adaptación al mismo, sin la presencia de las mujeres. Sin su sufrimiento, pero a la vez sin su protagonismo en esta ruta difícil para la Humanidad. Cultivan la tierra, cuidan a los niños y ancianos mayoritariamente, son poseedoras de una ternura personal y social que alimenta la esperanza. En Junín, en Puno y en otros departamentos del país. O en cualquier parte del mundo donde haga falta sembrar esperanza.
Yaneth Cayllahua Salinas / Fredy Omar Condori Vilca / Wilder Germán Torres Romero
Yaneth Cayllahua Salinas es comunicadora social, especialista audiovisual y de fotografía con enfoque comunitario.
Fredy Omar Condori Vilca es comunicador social y fotógrafo, con experiencia en la implementación de proyectos productivos, sociales y culturales en el altiplano peruano.
Wilder Germán es sociólogo y licenciado en la UNCP. Es director y productor de la Productora Audiovisual Interacción Films.
Ramiro Escobar de la Cruz
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Magíster en Estudios Culturales por la PUCP y Docente de nuestra casa de estudios.