El 25 de enero en el Idehpucp, se llevó a cabo el Conversatorio Integración del enfoque de Género en la enseñanza del derecho en América Latina organizado por un grupo de profesoras a través de la Facultad de Derecho de la PUCP.
Bajo una dinámica de intercambio de opiniones y discusión académica, el espacio estuvo encabezado por las docentes de la PUCP, Julissa Mantilla, LLM en Derechos Humanos de la Universidad de Londres; Marcela Huaita, egresada del Doctorado en Derecho de la PUCP; Marisol Fernández, egresada del Doctorado en Antropología de la PUCP, y Cristina Blanco, magíster en Derecho de la PUCP.
La presentación principal estuvo a cargo de la docente invitada, Isabel Cristina Jaramillo, profesora titular de la Universidad de los Andes (Colombia), doctora por la Escuela de Derecho de Harvard.
Al diálogo con los participantes, entorno a las reflexiones y aportes de las especialistas, el conversatorio dio lugar a la presentación de la Red Latinoamericana de Academico/as del Derecho (ALAS), cuyo «objetivo es promover la reforma de la enseñanza del derecho con perspectiva de género en América Latina», como indica en su sitio web oficial y como a su vez detalló Fernández. A partir de este año, la coordinación de esta red ha sido asumida por Jaramillo, quien considera fundamental fortalecer el grupo existente y extenderlo para ganar fuerza en la esmerada labor de transformar al Derecho.
Como miembro del Grupo de Investigación de Derecho y Género, la profesora Isabel Cristina Jaramillo, ha desarrollado un mapeo de tres aportes del feminismo latinoamericano a la teoría jurídica feminista. «Las feministas latinoamericanas han tenido que ganarse un espacio entre el pensamiento crítico en oposición a la idea generalizada de que el patriarcado es un problema de país desarrollado o que solamente afecta a las que ya se encuentran mejor situadas. Han tenido que construir sus ideas en un contexto de acusación y sospecha, donde oponerse al machismo termina siendo el equivalente a ser una imperialista yankee o una pequeña burquesa ingenua», indicó la profesora Jaramillo en su ponencia. Los tres aportes se resumen de la siguiente manera:
a) Feminismo solidarista: «postura que reconoce al patriarcado como una estructura de poder, pero exige entender que esta estructura no afecta a todas de la misma manera y que la tarea está en la solidaridad con las que la llevan peor», explica la investigadora. Para Jaramillo, desde esta postura el Derecho es tomado como una herramienta más dentro de la lucha para que las mujeres que están peor encuentren algún descanso, mejoría o alivio, el derecho se convierte en «una táctica de resistencia junto con otras».
b) Feminismo radical a lo latinoamericana: se desarrolla a partir del feminismo planteado por Alda Facio, jurista feminista costarricense, quien lideró una escuela de pensamiento crítico dentro del Derecho, «que exige que trabajemos constantemente para revelar el sesgo de la normatividad tanto en su enunciación, como en su aplicación. Toma a consideración su libro «Cuando el género suena, es porque cambios trae» (1992). «Facio vincula el trabajo del activismo, con el trabajo académico o teórico. El método de Facio implica un primer momento en el que se plantea un problema, una reflexión crítica sobre el género, después se estudia el Derecho, que es el momento más académico, y después hay una propuesta de acción que vuelve a ser el momento más práctico. La escuela de Facio termina ocupando lugares en las instituciones que producen y administran la normatividad sobre las mujeres, y su visibilidad es grande en estos espacios, pero es reducida en los escenarios de la academia legal», plantea la docente de la Universidad de los Andes.
c) Feminismo crítico: «trata de continuar con la línea crítica y dentro de la academia jurídica. […] Se han venido posicionando en los cánones intelectuales para exigir que en el Derecho se transforme no solamente las doctrinas, sino las estructuras de poder», puntualiza Jaramillo.
[ENTREVISTA] Isabel Cristina Jaramillo: «Debemos llegar a lugares desde donde podamos hablarle al poder»
Al término de la ponencia fue posible conversar con la profesora de la Universidad de los Andes. A continuación la entrevista realizada por Gabriela Quevedo, periodista del Idehpucp.
Para empezar a incorporar el enfoque de género en la enseñanza del Derecho, ¿hace falta reconocer cómo se compone el feminismo latinoamericano?
El feminismo latinoamericano ha estado siempre infectado por una gran desconfianza hacia el Estado, hacia las instituciones, que tiene que ver con nuestras historias de dictaduras, nuestras historias de exclusión. Las feministas vienen más de esos espacios de más marginamiento y más sospecha. Y yo diría que esa sospecha se endureció cuando las mujeres fueron expulsadas de los movimientos de derechos humanos que lideraron los hombres. Es decir, cuando sus propios compañeros de lucha volvieron los reclamos de las mujeres como de segundo nivel, poco importantes, postergables.
¿Cómo contribuye el feminismo crítico en la lucha contra prácticas soterradas en la relación alumna – profesor como lo es acoso?
Una postura del feminismo crítico podría ser criticar la definición de acoso sexual. Porque si tenemos que definir de manera cerrada el acoso sexual tenemos que ver, por ejemplo, en el caso colombiano: la noción que tenemos sobre acoso sexual, es una en la cual la víctima tiene que demostrar que se sintió intimidada o afectada psicológicamente. La víctima simplemente no puede decir esto es inaceptable y el profesor no lo debería hacer, sino que la víctima tiene que demostrar que se sintió afectada. Tiene que ser sexual en el sentido libidinoso, entonces lo que tiene que ver con discriminación, ya no cabe dentro de la noción de acoso sexual, sino que se vuelve otra cosa. Entonces el feminismo crítico podría decir, la manera en la que se sexualiza o erotiza la relación profesión – alumna/o, excede las definiciones de acoso sexual, y deberíamos ponerle atención a eso mucho más amplio en vez de concentrarnos en esas batallas muchas más chiquitas. Porque esas batallas chiquitas las únicas que vamos a ganar, no van a cambiar esas ideas más amplias.
¿Cómo aplicar las perspectivas feministas para transformar el Derecho en el ámbito profesional en sí: litigante, docente, asesora, etc.?
En un sentido si pensamos que el sexismo o el patriarcado construye el mundo en el que vivimos, nuestro ejercicio en la profesión está incluido allí. Y tendría que ser más transformador y habría algunas cosas que el feminismo nos enseñaría. Y en ese sentido, digo dos cosas: si algo hemos hecho las feministas latinoamericanas, ha sido ejercer la profesión: el litigio estratégico, la atención a víctimas, la atención legal, la incidencia en los Congresos. Y tal vez sería interesante estudiar cómo es que se ha hecho, por ejemplo qué ha querido decir para nosotros en Latinoamérica qué es hacer litigio feminista. Para tratar de entender si lo hemos hecho bien, si no, si hemos cambiado en algo la profesión, si estamos reproduciendo patrones, qué quiere decir ‘cambiar la profesión’. Cuando me pongo la camiseta del feminismo crítico, creo que tenemos más dudas sobre cuanto conocimiento tenemos, más dudas sobre cuanto una sola idea puede explicar todo lo que pasa, y entonces, por lo menos para mi, el impulso en el momento más crítico es que necesito entender más y estudiar más. Y creo que en el nivel de estudio de la profesión ese es un trabajo que no hemos hecho lo suficiente. Hemos estudiado poco la profesión en general, porque de cierta forma, todavía no entendemos cómo hemos terminado las feministas siendo abogadas. Lo otro, que creo que es importante sobre esta idea de la profesión, es que el trabajar en estas causas es agotador. Pienso que esto puede ser una razón para irnos más hacia el feminismo crítico. Y esto es agotador porque las víctimas nunca se acaba. Porque yo puedo decir: «voy a trabajar con las [personas] que están peor, pero las que están peor son muchas». Y yo puedo decir que solo voy a elevar unas conciencias, pero ese trabajo nunca termina. Y eso produce mucho cansancio. La crítica ayuda un poco a sanar eso, porque la crítica en su profundo pesimismo lo mueve a uno y lo hace pararse y preguntarse.
¿Cómo aplicar para transformar un mercado jurídico dominado por hombres? ¿Tendrían que simular otros feminismos o acaso ocultarlo para llegar a espacios de poder y desde allí por abrir la puerta o crear un nuevo mercado?
Creo que las que escalan jugando las reglas del juego muy pocas veces logran o más bien es muy difícil convencerlas que ayuden. Porque en realidad ellas creen que las reglas existen y las reglas funcionan, entonces, si ellas jugaron porque las otras van a hacer trampa. Sé que le apuntas a un problema político que se pregunta ¿cómo hacemos si es que no tenemos poder, vamos por la estrategia de la denuncia o la estrategia de la cooptación? Y allí la verdad es que pienso es que la estrategia que ha sido más efectiva ha sido la de la denuncia. La denuncia con calidad estratégica, no la denuncia de todo el tiempo estar denunciando todo. Pero, ciertamente, una denuncia estratégica encaminada a adquirir posiciones de poder desde las que una pueda hacer cosas. Porque tampoco creo que la carga tiene que ser entre las que menos poder tienen, porque en este momento en el que estoy luego del trabajo que he hecho, pensar que yo ya estoy cansada y que el trabajo duro lo tienen que hacer las más jóvenes que no tienen puestos, que no tienen seguridad, que no tiene ahorros, que tienen deudas. Porque sí yo he trabajado mucho, pero ese poder hay que usarlo. Lo tenemos que usar de manera constructiva no para hacer las mismas denuncias, ni los mismos reclamos, pero sí para construir. Hay que dar pelea por conseguir profesoras, llegar a lugares donde podamos generar un cambio, desde donde podamos hablarle al poder.