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8 de septiembre de 2020

Escribe: Andrea Carrasco (*)

El 5 de septiembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, fecha que tiene como objetivo reivindicar los derechos individuales y colectivos de las mujeres indígenas, pero también visibilizar los retos y vulneraciones que viven en carne propia debido a la desigualdad estructural y diversas formas de discriminación que se ven reforzadas por la pandemia mundial en la que estamos inmersos.

En esta nota se hará un breve repaso de la situación de las mujeres indígenas y el impacto de la pandemia por la COVID-19.

Vulneraciones a los derechos de las mujeres indígenas en las Américas

De acuerdo con el informe “Las mujeres indígenas y sus derechos humanos en las Américas[1] de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las principales vulneraciones a los derechos de las mujeres indígenas en las Américas son las siguientes:

Elaboración propia

Como señala este informe, las mujeres indígenas se encuentran en situación de riesgo respecto a la violencia basada en género, en especial la violencia sexual, y debido a los obstáculos a los que se enfrentan para acceder a justicia.

Además de estas manifestaciones concretas de vulneraciones a los derechos humanos, la CIDH advirtió que la marginación política, social y económica de las mujeres las mantiene en una situación de discriminación estructural, la cual las vuelve susceptibles a sufrir diversos actos de violencia. La discriminación que viven es producto de la intersección del género, la etnicidad y su situación de pobreza, y se erige como un remanente histórico del colonialismo.

Mujeres indígenas en el contexto de la pandemia por la COVID-19

Hasta la fecha, debido a la falta de datos desagregados y la poca o nula aplicación de pruebas de COVID-19 en zonas rurales, se desconoce los niveles reales de afectación del virus a los pueblos indígenas[2]. Sin embargo, es evidente que se encuentran en una situación de alto riesgo debido a la situación de desigualdad y precariedad preexistentes a la pandemia.

La situación de las mujeres es aún más crítica, pues, en ese caso, se intersecan tres componentes de la violencia estructural: su condición de indígena, su situación de pobreza, y la violencia basada en género. Las consecuencias de esto se manifiestan como precariedad laboral, el sometimiento a labores de cuidado debido al aislamiento social obligatorio, la deserción escolar o universitaria, la falta de medidas de atención psicosocial y legal frente a casos de violencia intrafamiliar, la ausencia de atención en salud sexual y reproductiva, entre otras formas de violencia que se exacerban por el contexto actual.

Es clara la falta de atención a los pueblos indígenas por parte del Estado a lo largo de la historia, omisión que se hace latente por la pandemia mundial y sus consecuencias diferenciadas.

En el caso peruano, según la Defensoría del Pueblo, el Estado aún no cuenta con información pública precisa, sistematizada y desagregada sobre el número de personas indígenas contagiadas. Dicha institución señaló que, de acuerdo con el Ministerio de Salud, al 19 de julio había 10 426 casos positivos en población indígena a nivel nacional, mientras que, de acuerdo con una supervisión realizada a Direcciones y/o Gerencias Regionales de Salud, había más de 6 200 personas indígenas contagiadas. Este desfase de información impide ver las dimensiones reales del problema a fin de que el Estado tome las medidas adecuadas.

Es por ello que la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú  (ONAMIAP) interpuso una demanda de amparo contra el Ministerio de Cultura y otros ministerios “por vulnerar y poner en riesgo los derechos a la vida, la integridad, la salud, la identidad étnica, la educación, a la igualdad, al derecho a la libre determinación y a la participación de los pueblos indígenas, como consecuencia de la falta de políticas y medidas adecuadas, oportunas y eficaces, con enfoque étnico cultural y de género en el marco de la pandemia COVID-19.”[3]

Reflexiones finales

Es clara la falta de atención a los pueblos indígenas por parte del Estado a lo largo de la historia, omisión que se hace latente por la pandemia mundial y sus consecuencias diferenciadas. Se hacen visibles entonces la ausencia de enfoques holísticos o integrales que consideren con especial atención la situación de las mujeres indígenas, las cuales siguen inmersas en un ciclo de violencia del cual no parece haber salida.

Frente a ello, es necesario que el Estado identifique las necesidades y afectaciones de las niñas y mujeres indígenas, no solo para asegurar una respuesta efectiva frente a la pandemia, sino también para poner en marcha acciones de recuperación, con miras a un contexto sin emergencia, en el que se pueda atender y derribar las desigualdades encarnadas en nuestro día a día, que afectan a algunos con especial empeño.


(*) Asistente académica del IDEHPUCP e integrante del Grupo de Seguimiento a las Reparaciones por Esterilizaciones Forzadas- GREF.

[1] CIDH. Las mujeres indígenas y sus derechos en las Américas. Informe temático aprobado el 17 de abril de 2017 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
[2] UNFPA. Implicaciones del COVID-19 en los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe. Resumen técnico del 28 de abril del 2020. Disponible en: https://lac.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/1-Covid-Indigenas%20%281%29.pdf
[3] ONAMIAP inicia acción judicial contra el Gobierno por poner en riesgo a los pueblos indígenas durante la pandemia del COVID-19. Disponible en: http://onamiap.org/2020/06/onamiap-inicia-accion-judicial-contra-el-gobierno-por-poner-en-riesgo-a-los-pueblos-indigenas-durante-la-pandemia-del-covid-19/