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21 de abril de 2020

Escribe: Luis Andrade Ciudad (*)

Ñuqa wasillaypim qipani”, en quechua cuzqueño. “Nuqa wayiichawmi taakuu”, en quechua ancashino. “Yo me quedo en casa”, en castellano. El mismo hashtag se ha repetido innumerables veces, en diferentes idiomas peruanos, durante las últimas semanas, como una de las estrategias centrales adoptadas por el Gobierno para frenar el avance de casos de COVID-19 y, de este modo, evitar el colapso del sistema de salud pública en medio de esta pandemia. Los mensajes destinados a los pueblos indígenas y los hablantes de lenguas originarias en afiches, cuñas radiales y microprogramas han enfatizado la necesidad del aislamiento en el hogar, siempre como la coda o parte final de cada pieza comunicativa radial o visual elaborada desde el Estado.

De entrada, dos cosas llaman la atención en esta importante iniciativa gubernamental: por un lado, la rapidez y la eficacia con que se han preparado las piezas y, por otro, la homogeneidad de los productos. Se trata de afiches en veinte lenguas y variedades, spots radiales en catorce idiomas para comunidades campesinas y nativas, microprogramas en doce lenguas y variedades, y videos en seis lenguas originarias, estos últimos preparados específicamente para pueblos indígenas de Loreto, región en que la pandemia ha cobrado ya nueve vidas.[1] El Ministerio de Cultura, a través de su Dirección de Lenguas Indígenas (DLI), ha estado a cargo de su elaboración y difusión.

La resolución ministerial en la que se enmarca la iniciativa, emitida diez días después de decretada la cuarentena a nivel nacional, sorprende también por la ambición de sus propósitos, pues las acciones previstas incluyen, entre otras, “[b]rindar facilidades para la interpretación remota en lenguas indígenas u originarias a los establecimientos de salud que lo requieran para la atención de procedimientos sanitarios” dirigidos a hablantes de estos idiomas.[2] La interpretación remota por vía telefónica en estas lenguas aún no se encuentra reglamentada en el Perú, y los y las intérpretes aún deben ser capacitados en esta modalidad de mediación, para no hablar de las carencias de infraestructura apropiada en los hospitales y postas médicas regionales. Se trata, pues, de un desafiante camino aún no transitado, pero que puede ser importante desarrollar en el futuro cercano justamente para afrontar situaciones como esta, en las que el desplazamiento físico a los centros de salud pondría en riesgo la salud y la vida de los y las intérpretes.

«Lo realmente apremiante es que los mensajes claves para la prevención lleguen con total claridad y sean efectivamente asumidos por la población»

La rapidez y la eficacia con la que se han realizado las cuñas radiales, los videos y afiches se relacionan sin duda con la experiencia ganada por el citado Ministerio en la producción, supervisión y monitoreo de traducciones e interpretaciones en idiomas originarios, como parte del mandato que está cumpliendo desde hace años para atender en su lengua materna indígena a alrededor de 4,5 millones de peruanos y peruanas, según el censo nacional del 2017. Una red de traductores e intérpretes en las diferentes lenguas originarias se encuentra ya formada a partir de los catorce cursos de capacitación impartidos por la DLI. A raíz de ello, el país cuenta con 472 profesionales capacitados, que son hablantes de 37 de las 48 lenguas originarias oficialmente reconocidas (total que no incluye, hay que decirlo, a la Lengua de Señas Peruana, oficializada en mayo del 2010). Sin duda, esta es una novedad positiva, en medio de la gravedad de la pandemia; una novedad derivada de los arreglos institucionales realizados en el aparato estatal peruano a favor del respeto por los derechos de los pueblos indígenas después de ocurrida la tragedia de Bagua en junio del 2009.

De la mano con esta efectiva producción se observa también una homogeneidad saltante en los mensajes del conjunto de piezas preparadas, y ello no solo atañe al contenido, que es bastante simple y concreto, como debe ser en circunstancias como estas, sino también a la forma. Por ejemplo, la cortina musical que acompaña al spot radial número 1, que presenta la enfermedad en sus rasgos generales, muestra los mismos sonidos de guitarra pop urbana sin recoger las  particularidades musicales específicas de los Andes o de la Amazonía. Ello no está mal en principio, si se piensa, en abstracto, en una asociación flexible entre las lenguas originarias y los sonidos de la modernidad global, pero, en este caso, los spots mencionados son los que están específicamente dirigidos a comunidades nativas y campesinas del entorno rural.

En un pronunciamiento público,[3] reconocidos investigadores de distintas disciplinas, que trabajan con diferentes pueblos y en diversas regiones de la Amazonía, han destacado la necesidad de garantizar la pertinencia cultural de la traducción en este contexto de salud tan desafiante, donde, más allá de los detalles de la forma, lo realmente apremiante es que los mensajes claves para la prevención lleguen con total claridad y sean efectivamente asumidos por la población. En dicha declaración, estos estudiosos y estudiosas han llamado a coordinar las estrategias de comunicación con las propias organizaciones indígenas “para una implementación adecuada que permita su difusión mediante las radios locales y gracias al uso de altoparlantes comunales”, por ejemplo. Desde el Ministerio se afirma, sin embargo, que tal coordinación sí ha existido, principalmente a través del Grupo de Trabajo de Políticas Indígenas; que los spots radiales efectivamente se han enviado a las emisoras más importantes de la Amazonía, y que este sector, en última instancia, ha estado hasta el momento supeditado a las directivas del Ministerio de Salud, la entidad responsable de brindar la información básica sobre la pandemia a toda la población peruana. Siendo pertinentes, las críticas deberían, pues, atender también a los desafíos de la gestión pública en medio de los apremios de una emergencia como esta.

En los últimos días se han confirmado dos casos positivos de COVID-19 en la comunidad shipibo-koniba de Puerto Bethel (Coronel Portillo, Ucayali),[4] mientras que en Loreto, una de las regiones más golpeadas, se han confirmado más de 350 casos y nueve fallecimientos en zonas urbanas,[5] y existe el temor de que la pandemia se extienda entre las comunidades indígenas, entre otras razones, por la distancia entre estas y los establecimientos de salud, así como por las carencias de salud y nutricionales de sus miembros. Ante esta perspectiva, resulta urgente redoblar esfuerzos para optimizar los esfuerzos ya desplegados por autoridades, funcionarios y funcionarias, traductores/as e intérpretes, algunos de estos últimos no solamente alineados a las acciones ministeriales, sino también efectivos productores de mensajes a través de sus cuentas de redes sociales. Entre las iniciativas de la sociedad civil, destaca la iniciativa de verificación de contenidos sobre la pandemia en dos lenguas originarias, awajún y quechua, emprendida por Ojo Público.[6] Como señalan los y las firmantes del pronunciamiento, mejorar las estrategias de difusión sobre la base de los recursos y las redes locales constituye la columna vertebral de una prevención exitosa.

En relación con el necesario aprovechamiento de estos recursos, en el marco de un proyecto de investigación sobre traducción-interpretación indígena, he podido confirmar en los últimos años el enorme potencial que tienen, por ejemplo, las acciones de las dirigentas quechuas y aimaras del sur andino para aportar a las labores de traducción e interpretación estatales, recogiendo los saberes locales y utilizando las redes comunitarias de atención y cuidado que ellas manejan desde hace décadas. Mis colegas investigadoras y yo empezamos llamándolas “traductoras”, pero ellas mismas nos enseñaron que un mejor nombre para caracterizar su labor era el de “acompañantes”. Ojalá que las próximas acciones estatales basadas en la traducción indígena para ayudar a frenar la expansión de la pandemia sepan tomar en cuenta lo que los propios líderes y lideresas indígenas pueden aportar, mediante un acompañamiento clave – aunque no sea físico, lo que es imposible en estos días – a quienes más lo necesitan, en un momento crucial para la salud de todos y todas las peruanas.

(*) Doctor en Lingüística con mención en Estudios Andinos, Pontificia Universidad Católica del Perú.