Paralelamente, y de manera sincronizada, mientras Fujimori difundía el mensaje a la Nación desde Palacio de Gobierno: “Disolver temporalmente el Congreso” , las tropas del Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina tomaban los accesos a las principales instituciones estatales intervenidas: el Poder Judicial y el Ministerio Público, entre otras.
Los medios de comunicación fueron censurados y los periodistas formaron parte del grupo de perseguidos junto con aquellas autoridades que suponían una “amenaza” para el nuevo régimen.
Además, esa misma noche varios sindicatos como la Confederación General de Trabajadores del Perú fueron víctimas de intervenciones militares planificadas. Hechos que solamente la prensa internacional pudo registrar.
Hoy, 21 años después, el ex mandatario que encabezó el denominado “autogolpe” sigue preso por los crímenes de La Cantuta, Barrios Altos y los secuestros en el SIE, esperando una gracia presidencial que permanece en suspenso hasta nuevo aviso.