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Notas informativas 10 de junio de 2025

El segundo día del XX Encuentro de Derechos Humanos de la PUCP estuvo marcado por una reflexión profunda y necesaria sobre los pilares históricos del consenso humanitario contemporáneo: la liberación del campo de concentración de Auschwitz y los juicios de Núremberg, dos momentos fundacionales de la jurisdicción universal y de desarrollos del derecho internacional hoy puestos en tensión por los embates del autoritarismo, el nacionalismo soberanista y la pérdida de cooperación global.

Las mesas del día reunieron a académicos, expertos en derecho internacional, historiadores y funcionarios de Naciones Unidas en un diálogo que se movió entre la crítica filosófica, la revisión histórica y los retos actuales del sistema internacional. Más que conmemorativas, las ponencias fueron un llamado a repensar —desde el presente— las lecciones inconclusas del siglo XX.

Auschwitz como advertencia de la modernidad

La Mesa 1, titulada “Auschwitz y la construcción del consenso ético global”, partió del reconocimiento de este campo de exterminio como un hito traumático que conmocionó a la conciencia mundial y propició la creación de normas e instituciones destinadas a impedir que se repitieran tales atrocidades. Sin embargo, el panel insistió en que ese marco ético, forjado en medio del horror, hoy enfrenta un retroceso peligroso.

Iván Hinojosa, historiador; Félix Reátegui, investigador del IDEHPUCP; Iris Rojas, representante del ACNUDH en Perú; y Miguel Giusti, filósofo y director del IDEHPUCP.

Miguel Giusti evocó las profundas críticas filosóficas al racionalismo moderno, el cual habría sido el sustrato de la barbarie. Retomando a Adorno y Lyotard, Giusti explicó que Auschwitz no fue solo una tragedia histórica, sino la manifestación del fracaso del “gran relato legitimador” de la modernidad occidental: aquel que prometía libertad y autonomía a través de la razón. En su lugar, se impuso una racionalidad instrumental que permitió organizar el exterminio como si se tratara de una operación lógica. “La tecnología y la razón nunca deberían tener como fin eliminar a las personas”, afirmó. En este sentido, Auschwitz no fue un accidente, sino una advertencia sobre los peligros de una racionalidad desligada del sufrimiento humano.

Desde otra perspectiva, la representante del ACNUDH en Perú, Iris Rojas, trazó la genealogía jurídica que permitió convertir esa conmoción ética en derecho vinculante. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), adoptada en 1948, marcó el inicio del DIDH. A partir de ella se construyó un sistema normativo con tratados generales (como el PIDCP y el PIDESC) y otros más específicos, orientados a proteger a grupos históricamente vulnerables. “El derecho internacional no se detiene”, dijo Rojas. “Pero necesita mecanismos eficaces y, sobre todo, un compromiso real de los Estados para implementar lo que han ratificado[FRRC1] ”.

El historiador Iván Hinojosa ofreció una mirada crítica sobre el lugar actual de Auschwitz en la cultura de la memoria. Según explicó, la carga simbólica del antiguo campo de exterminio no siempre tuvo la relevancia que hoy se le otorga. Durante décadas, su estudio fue desalentado tanto por la academia como por el contexto geopolítico de la Guerra Fría. La URSS entregó el campo al Estado polaco en 1947, pero sin fomentar una investigación profunda. “Auschwitz ha estado atravesado por intereses políticos”, afirmó Hinojosa, y advirtió sobre la trivialización contemporánea de su memoria. “No podemos olvidar que muchos de los crímenes quedaron impunes, y que el aprendizaje no ha sido uniforme”.

Durante la ronda de preguntas del público, surgieron cuestiones sobre los paralelismos con el presente. ¿Cómo entender el uso político de Auschwitz mientras se permite la violación de derechos humanos en lugares como Gaza? Giusti respondió que el objetivo del Encuentro era precisamente cuestionar esos consensos en crisis. Rojas recordó que los mecanismos de revisión del DIDH siguen activos, pero requieren ser conocidos y exigidos. Hinojosa, por su parte, recordó que la noción de “campo de concentración” implica reclusión y traslado, y no debe confundirse con otras formas de violencia como los bombardeos actuales.

Núremberg y la necesidad de una justicia internacional coherente

La Mesa 2, titulada “Núremberg y el reclamo de una justicia internacional”, giró en torno al impacto de los juicios que siguieron al nazismo como punto de partida de un sistema jurídico global basado en la rendición de cuentas. Sin embargo, también puso sobre la mesa los límites de este modelo ante los dilemas actuales de la geopolítica.

Gisella Hurtado, historiadora; Valeria Reyes, coordinadora del Área Académica del IDEHPUCP; Farid Kahhat, internacionalista; y Michelle Reyes, jurista.

El internacionalista Farid Kahhat inició la sesión con una advertencia conceptual: el uso del término “multipolaridad” suele ser ambiguo y equívoco. Si bien hay múltiples centros de poder, el verdadero desafío es que el orden internacional actual no puede ser gobernado eficazmente por actores estatales exclusivamente, cuando existen amenazas globales como el cambio climático o pandemias que requieren cooperación transfronteriza.

Kahhat criticó la hipocresía de algunas potencias que promueven los derechos humanos, pero no suspenden la venta de armas a países acusados de crímenes de guerra. “El orden será peor para todos si los soberanistas se imponen”, alertó. Recordó que la pandemia del COVID-19 fue letal no tanto por el virus, sino por la falta de cooperación internacional, y lo mismo puede decirse del fracaso en enfrentar la crisis climática.

La historiadora Gisella Hurtado recuperó el sentido histórico y ético de Núremberg. Explicó que estos juicios marcaron una ruptura decisiva: por primera vez, los crímenes cometidos dentro de un Estado fueron considerados de interés internacional, y se estableció que hay derechos que ningún Estado puede violar, ni siquiera bajo el amparo de la soberanía. “Núremberg representa un nuevo paradigma donde la dignidad humana se vuelve el centro de la arquitectura jurídica global”, señaló.

Recordar estos procesos no debe limitarse al pasado, añadió, sino convertirse en una herramienta crítica para leer el presente. “¿Qué condiciones hicieron posible la barbarie? ¿Se han desactivado? ¿O las hemos reproducido bajo nuevas formas?”, se preguntó. Hacer memoria no es solo una obligación con el pasado, sino una condición para evitar su repetición.

Finalmente, la jurista Michelle Reyes destacó que los principios fundacionales de Núremberg siguen vigentes: la no inmunidad de altos mandos, la responsabilidad individual frente a crímenes internacionales y el reconocimiento de las víctimas como actores del proceso judicial. No obstante, señaló que la justicia internacional enfrenta hoy múltiples desafíos: desde su selectividad —¿a quién se persigue y a quién no?— hasta el financiamiento insuficiente por parte de los Estados. “Las críticas suelen dirigirse a la Corte Penal Internacional, pero deberíamos mirar también a los Estados que obstaculizan su labor”, afirmó.

La jornada del 3 de junio dejó en claro que Auschwitz y Núremberg no son solo capítulos cerrados del siglo XX. Son espejos incómodos que devuelven preguntas urgentes sobre el presente: ¿Qué hemos aprendido realmente? ¿Cómo sostenemos un orden global justo si los Estados más poderosos eluden sus obligaciones? ¿Cómo enfrentar un mundo fragmentado sin perder el horizonte ético que alguna vez se prometió como común?

Lejos del derrotismo, el Encuentro ofreció un espacio para recuperar la memoria. No como conmemoración pasiva, sino como herramienta crítica, pedagógica y política.