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28 de noviembre de 2023

Por Miriam Tovar (*) y Gonzalo Ugarte (**)

En 1994, Naciones Unidas designó el 25 de noviembre de cada año como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Un día como aquel, pero de 1960, las tres hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) fueron asesinadas por agentes de la dictadura de Rafael Trujillo, quien llevaba casi treinta años como presidente de facto de la República Dominicana  [1]. A pesar de las constantes amenazas del gobierno, las tres hermanas mantuvieron un marcado activismo opositor por casi diez años. La lucha de las “Mariposas”, como eran conocidas, se centró en la eliminación de la discriminación contra la mujer en su país, que había sufrido significativos retrocesos bajo la dictadura de Trujillo, luego de que este último instrumentalizara y confrontara al movimiento feminista [2].

De acuerdo con la definición establecida en la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, esta se conceptualiza como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.» [3]. La importancia de esta especificidad radica en la constatación de que la violencia contra la mujer ha manifestado su presencia de manera ubicua, abarcando diversos entornos y naciones [4]

Además, es fundamental resaltar que, aunque se reconoce la existencia de violencia contra niños y hombres, la atención centrada en la violencia hacia las mujeres no implica minimizar otras formas de violencia. No obstante, es crucial señalar que ciertos tipos de violencia, especialmente aquellas de índole sexual y las perpetradas por la pareja, afectan de manera desproporcionada a las mujeres, con una preocupante inclinación que indica que, en la mayoría de los casos, las víctimas son mujeres y los perpetradores son mayoritariamente hombres [4]

La persistencia de este problema se refleja en cifras concretas y alarmantes a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o sexual, mayormente perpetrada por su pareja íntima [5]. Por otro lado, según ONU Mujeres, al menos 45,000 mujeres fueron asesinadas intencionalmente en 2021, todas estas a manos de sus parejas íntimas o familiares [6]. Las motivaciones detrás de estos asesinatos, como se mencionó antes, se basan en el incumplimiento de los roles asignados a las mujeres, ya sea por un estado activo de disidencia o por el simple hecho de no ajustarse de forma exacta a las expectativas de los perpetradores.

Las diversas formas de violencia contra la mujer que ocurren en el Perú alcanzan cifras inaceptables. De acuerdo con el Portal Estadístico del Programa Nacional Aurora, en los primeros nueve meses del 2023 se han registrado 122 casos con características de feminicidio en el Perú, así como 192 tentativas de este delito. Sumado a ello, otras manifestaciones de violencia contra la mujer registran datos inauditos: en el Perú, cada 41 minutos ocurre una violación sexual, cada 17 minutos un acto de violencia sexual y cada 8 minutos un acto de violencia física. Se estima que la frecuencia es mucho mayor, pues los datos mencionados solamente toman en cuenta las denuncias hechas de manera oficial [7].

En el plano internacional, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará) son tratados fundamentales que abordan la eliminación de la violencia de género. En el contexto peruano, la Ley N.º 30364 es una legislación clave que establece medidas integrales para prevenir, sancionar y erradicar la violencia de género, así como para proteger a las víctimas. Además, la implementación de la Política Nacional de Igualdad de Género en Perú tiene como objetivo mejorar la eficacia y calidad de la actuación en todos los niveles gubernamentales y en la administración pública, trabajando hacia la garantía de los derechos humanos de las mujeres en condiciones de igualdad y sin discriminación.

La persistencia de la violencia contra la mujer, así como sus devastadoras consecuencias, hacen indispensable la existencia de instrumentos de derecho internacional y nacional que se centren en combatir este tipo de violencia. Su importancia no solo radica en que reconocen la violencia de género como una violación específica de derechos humanos, sino que establecen mecanismos específicos para responsabilizar a los perpetradores y garantizar recursos legales y de apoyo para las víctimas. No obstante, la efectividad final de este marco jurídico solo se alcanzará si estas políticas se concretan en un llamado colectivo a la acción, alcanzando el cambio de actitudes culturales arraigadas en el comportamiento de la sociedad.

(*) Miembro del área académica del Área Académica y de Investigaciones del IDEHPUCP.

(**) Integrante del Área Académica y de Investigaciones del IDEHPUCP.


[1] Sobre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. UNESCO. https://www.unesco.org/es/days/elimination-violence-against-women

[2] Zeller, Neici; “El Sufragio como Propaganda: Feminismo y Trujillismo en República Dominicana, 1930-1945”. Historia Regional. Sección Historia. ISP Nº 3, Villa Constitución, Año XXXVI, N.º 49, mayo-agosto 2023, pp. 1-10,

[3] Naciones Unidas. (1993). Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. https://www.ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/declaration-elimination-violence-against-women

[4] García-Moreno, C., Guedes, A., & Knerr, W. (2013). Comprender y abordar la violencia contra las mujeres. https://oig.cepal.org/sites/default/files/20184_panorama.pdf 

[7] Portal Estadístico del Programa Nacional Aurora. https://portalestadistico.aurora.gob.pe/formas-de-la-violencia-2023/