Por Paola Miranda y Gonzalo Ugarte (*)
Tras años de negociaciones, el pasado 22 de septiembre los Estados miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobaron el Pacto para el Futuro[1] en el marco de la Cumbre del Futuro. Se trata de una declaración internacional histórica que busca reforzar la cooperación internacional entre los Estados para abordar los mayores retos que afronta la humanidad en los tiempos actuales y los del futuro. En palabras del presidente de la Asamblea General, el Pacto para el Futuro “sentará las bases de un orden mundial sostenible, justo y pacífico, para todos los pueblos y naciones”. Sin perjuicio de lo anterior, es preciso mencionar que este documento no constituye un tratado vinculante para los Estados, pero constituye compromisos para la mejora de la gobernanza global.
El Pacto para el Futuro contiene 53 acciones enmarcadas en cinco líneas temáticas: el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad internacionales, la ciencia y la tecnología, la juventud y las generaciones futuras y la transformación digital[2]. Entre los principales compromisos establecidos en este documento, se destaca impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el cambio climático; escuchar a los jóvenes e incluirlos en las tomas de decisiones a nivel nacional e internacional; construir alianzas entre autoridades, sector privado y sociedad civil; proteger a todos los civiles en los conflictos armados y priorizar reformas dentro del Consejo de Seguridad. Junto con la aprobación del Pacto, se adoptaron dos anexos: el Pacto Digital Global y la Declaración sobre las Generaciones Futuras.
El Pacto Digital Global, a través de sus cinco objetivos, se propone ser un marco mundial inclusivo para superar las diferencias en materia digital, de datos y de innovación, centrado en el ser humano, basado en los derechos humanos universales y que permita alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Asimismo, es de suma importancia destacar que este documento representa el primer acuerdo global que establece las bases para la regulación internacional de la IA, buscando garantizar su uso responsable y fomentar la cooperación internacional en relación tanto a las capacidades de la IA como a las amenazas a la seguridad. Además, los Estados se han comprometido a crear un panel científico internacional independiente y multidisciplinar sobre la IA con representación geográfica con el objetivo de evaluar los efectos, riesgos y oportunidades de las iniciativas y redes de investigación en distintos niveles[3].
Por su parte, la Declaración sobre las Generaciones Futuras establece en su preámbulo que las generaciones futuras son todas aquellas generaciones que aún no existen, las cuales heredarán este planeta, y reconoce que las acciones e inacciones de las generaciones actuales tienen un efecto multiplicador intergeneracional, por lo que las generaciones presentes deben actuar con responsabilidad para salvaguardar sus propias necesidades y las de las generaciones futuras. Bajo esa lógica, los Estados han establecido 13 compromisos y nueve acciones, dentro de las cuales cabe destacar la propuesta de que el Secretario General nombre a un relator o relatora especial para las Generaciones Futuras a fin de facilitar la aplicación de la presente Declaración, también subraya la importancia de proteger el medio ambiente, promover la equidad intergeneracional y la participación de la infancia y las juventudes en las tomas de decisiones.
A manera de conclusión, los compromisos derivados del Pacto para el Futuro y sus anexos representan un paso significativo hacia la construcción de un mundo más equitativo, sostenible y consciente de los desafíos que enfrentan tanto las generaciones actuales como las que eventualmente podrían enfrentar las generaciones futuras. El enfoque en áreas como la IA y la participación juvenil refleja una respuesta a las demandas de nuestro tiempo y la necesidad de adaptar la gobernanza global a un mundo en constante cambio. Sin embargo, es cuestionable que las estructuras de poder actuales, que han fallado en abordar las crisis globales de manera efectiva, sean las mismas encargadas de implementar estos compromisos que, finalmente, dependerán de la voluntad política de los Estados para adoptar medidas concretas. En ese sentido, nos quedan las preguntas sobre cómo se logrará una transformación profunda y duradera como propone el Pacto, y si acaso, los Estados y demás partes interesadas están verdaderamente dispuestas a asumir el costo de un cambio estructural.
(*) Miembros del Área Académica y de Investigaciones del IDEHPUCP
[1] Los pormenores de la decisión pueden consultarse en el siguiente enlace: https://es.euronews.com/2024/09/23/la-asamblea-general-de-la-onu-adopta-el-pacto-para-el-futuro-para-enfrentar-los-desafios-g
[2] El Pacto para el Futuro puede encontrarse en el siguiente enlace: https://documents.un.org/doc/undoc/ltd/n24/252/92/pdf/n2425292.pdf
[3] Ver párrafo 56 a)