Por Iris Jave
En las recientes elecciones chilenas, la migración -especialmente la venezolana- ha sido un tema central. En su discusión ha habido narrativas dominantes que la asocian con la delincuencia y la criminalidad, las que han sido impulsadas básicamente por los candidatos de la derecha política que demandan mayor seguridad, control e incluso, expulsión[1]. La percepción de inseguridad en Chile ha crecido y se ha consolidado como una de las principales preocupaciones públicas, aun cuando no siempre corresponde de manera directa con las tasas efectivas de victimización. Esta percepción no puede reducirse al registro objetivo del delito, pues constituye un “entramado de representaciones, emociones y acciones” que articula dimensiones emocionales, cognitivas y evaluativas del modo en que las personas interpretan su entorno (Dammert 2024). Desde esta perspectiva, el temor al delito se configura no solo a partir de experiencias personales, sino también mediante narrativas mediáticas, discursos políticos y niveles fluctuantes de confianza institucional.
Ello explica por qué se sitúa como la agenda principal de Chile para las élites políticas, tanto para los actores electorales como para los medios de comunicación. La población migrante en Chile representa solo el 8.8% de la población total del país, lo que equivale a 1,6 millones de personas (Instituto Nacional de Estadísticas, 2024); la mayor parte procede de Venezuela (38,0%), seguidos de Perú (13,6%), Colombia (10,9%), Haití (9,8%), Bolivia (9,4%) y Argentina (4,3%).
El proceso electoral chileno puede leerse como un espejo para la región de América Latina, que este año trae cambios de gobierno en Bolivia, Honduras y Chile -en diciembre se realiza la segunda vuelta-, mientras que el año 2026 se prevé elecciones generales en Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil. Aunque los contextos políticos son diferentes, hay una agenda común en las campañas electorales que trasciende la coyuntura: las narrativas sobre migración y su permanente afán de vincularla a la criminalidad y las economías ilegales.
En Perú, la mayor parte de la población migrante es venezolana –esta suma más de 1,6 millones (OIM 2024)[2]— y las narrativas son similares en el sentido de asociar a la población venezolana con la delincuencia. Esta narrativa encuentra eco en la población porque en nuestro caso los índices de criminalidad se han expandido y tejido redes institucionales que sitúan entre la informalidad y la formalidad, los delitos de crimen organizado como extorsiones, homicidios, robos y secuestro, entre otros, se han convertido en una amenaza en la vida cotidiana de la ciudadanía.
Los medios funcionan como sistemas institucionalizados que desarrollan contenidos sobre la base de los valores culturales y los marcos de interpretación que defienden. Su rol no se limita a producir información, sino que además definen cómo circula esa información dando paso a una configuración de relaciones sociales (Thompson 1998). La ecología política de los medios permite así moldear la manera en que los individuos perciben, analizan y debaten colectivamente sus entornos, reforzando o cuestionando narrativas dominantes. Así, a la tradicional construcción de percepciones se ha sumado factores operativos que intervienen en la construcción de realidades dominantes o paralelas, como la desinformación, las eco chambers -solo se escucha o lee con lo que se está de acuerdo- o la construcción de narrativas, como una estrategia para legitimar o responder ciertos discursos en determinadas contingencias políticas.
Desde la perspectiva de Molly Andrews (2014), las narrativas constituyen marcos mediante los cuales las personas otorgan sentido a sus experiencias y construyen identidades en diálogo con contextos sociopolíticos. Esta comprensión resulta útil para analizar las narrativas producidas por los medios de comunicación dado que configuran activamente significados, seleccionando ciertos episodios, voces y encuadres que orientan la interpretación pública de la realidad. Como las narrativas individuales que describe Andrews, las narrativas mediáticas son situadas, relacionales y moralmente cargadas: expresan valores, jerarquías y disputas que influyen en cómo se entienden fenómenos sociales como la violencia, la protesta o la memoria del pasado.
Estudios recientes de percepción sobre la migración venezolana en Perú muestran la construcción de una narrativa en la cobertura periodística que representa a la población migrante como responsable de crímenes como el robo, el tráfico ilícito de drogas o la trata de personas, y donde se incluye representaciones de mujeres como víctimas de trata de personas, violencia de género o asaltos, como infractoras de normas administrativas migratorias, o como trabajadoras dedicadas a la prostitución, sin ningún respaldo en evidencia empírica[3].
En este escenario, se vuelve imprescindible promover narrativas más complejas, equilibradas y basadas en evidencia que permitan comprender la migración como un fenómeno social, económico y humano, y no únicamente como un problema de seguridad. Frente a un clima regional donde la inseguridad se convierte en capital político y donde la información circula en entornos fragmentados y polarizados, recuperar enfoques y narrativas que reconozcan la diversidad, las trayectorias y las contribuciones de las personas migrantes es fundamental para fortalecer democracias más inclusivas. Comprender cómo se construyen y disputan estas narrativas no solo ayuda a desmontar prejuicios, sino que además abre la posibilidad de imaginar sociedades donde la convivencia y la justicia prevalezcan frente al temor y la desinformación.
Andrews, M. (2014). Narrative imagination and everyday life. Oxford University Press.
Dammert, L. (2024). Mano dura y erosión democrática en América Latina: Informe de contexto – Chile. FLACSO Chile.
https://flacsochile.org/wp-content/uploads/Informe-de-Contexto-Chile.pdf
Instituto Nacional de Estadísticas. (2024). Estimación de la población extranjera residente en Chile 2024. Gobierno de Chile.
Thompson, J. B. (1998). Los media y la modernidad: Una teoría de los medios de comunicación. Paidós.
[1] https://elpais.com/chile/2025-10-29/kast-busca-que-los-extranjeros-irregulares-colaboren-en-su-billete-de-vuelta-a-su-pais-de-origen.html
[2] International Organization for Migration (IOM). (2024). Venezuelan refugees and migrants in Peru: Latest estimates and regional overview.
https://www.iom.int
[3] Ver: IDEHPUCP. (2023). Diagnóstico situacional de la representación de las mujeres refugiadas y migrantes en medios de comunicación y redes sociales en el Perú. Lima: Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú.



