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Análisis 5 de noviembre de 2024

Por Mariella Villasante (*) con la colaboración de Raúl Greenwich (**)

(En la foto: Exhumaciones en la comunidad de Tahuantinsuyo. Raúl Greenwich [con sombrero]. Cortesía de Hermías Delgado, agosto de 2024)

Los días 18 y 19 de agosto de 1993 tuvo lugar una terrible masacre en la comunidad nomatsiguenga de Tahuantinsuyo, situada en el valle de Tsiriari de la provincia de Mazamari (Satipo, Junín). Durante esos días fallecieron de muerte violenta 72 personas; 21 eran nomatsiguenga y 51 eran colonos andinos de los poblados de Monterrico —donde también viven Nomatsiguenga—, Sol de Oro, Camavari, Santa Isabel, Unión Cubaro, San Francisco de Ubaro y Pueblo Libre. 56 eran adultos y 16 eran niños, a 14 de los cuales se les mutiló las orejas. En Tahuantinsuyo murió el 25% de la población, que ascendía a 72 personas; fueron asesinados 9 adultos y 12 niños, a quienes se les cortó la lengua y las orejas. Las mutilaciones fueron frecuentes en estas masacres, para “volver inertes aquellos que se teme tanto como enemigos” según la antropóloga Françoise Héritier (De la violence, 1996: 14, en Villasante 2019: 424). Las mutilaciones se realizan también para causar un terrible dolor a los familiares. Estos hechos sangrientos en la selva central — que prueban la magnitud real de la guerra interna, más allá de los discursos que la niegan —, han sido evocados en textos anteriores (Villasante 2014[1], 2020[2] y 2022[3]), y en mis libros sobre la guerra en los territorios de los Ashaninka y Nomatsiguenga (2019[4] y 2022[5]).

En esta breve nota se recuerdan en primer lugar los hechos acaecidos en 1993, que fueron objeto de una investigación en profundidad de parte de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (2003). Luego se exponen los notables avances realizados en la exhumación de los fallecidos en Tahuantinsuyo, a partir de una entrevista con Raúl Greenwich, arqueólogo forense de la Dirección de Registro e Investigación Forense (DRIF) de la oficina de Huancayo, a quien agradezco por esta nueva colaboración. Es importante en efecto destacar el trabajo que realiza esta sección del DRIF, de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DGBPD) del MINJUS, que se viene ocupando de la búsqueda de personas desaparecidas en la selva central durante la guerra interna desde 2019.

Las masacres en el valle de Tsiriari y los trabajos realizados por la DRIF desde 2019

De acuerdo con la CVR (Tomo VII: 496 y sq), los atacantes fueron entre 150 y 300 hombres, mujeres y niños, que arrasaron los ocho poblados, agrediendo con armas blancas, con palos y con piedras a quienes encontraron, mutilando a muchos (cortes de orejas, de lenguas) y violando a muchas mujeres. También robaron todo lo que pudieron: animales, enseres de las casas, ropas, zapatos. Es decir, como diría el arqueólogo de la prehistoria Lawrence Keeley [War before Civilization, 1996], se comportaron como una horda prehistórica que agrede en multitud con armas rusticas a los “enemigos”, sin hacer distinciones entre hombres, mujeres, ancianos y niños, con objetivos alimenticios y de robo de bienes de subsistencia. Todo parece indicar en efecto que las masacres y los pillajes fueron realizados por familias hambrientas bajo la dirección de algunos hombres que, probablemente, no eran senderistas, sino simplemente gente desesperada de los poblados vecinos que perdió toda conciencia moral y ética y se lanzó a matar en forma indiscriminada. Los ataques en multitud fueron frecuentes en Ruanda, donde los Hutus masacraron cerca de 800,000 Tutsi, sus parientes en 1994 (Villasante 2019: 402-429; 2022: 223-228).

En 2012 entrevisté a un joven sobreviviente de la masacre de Tahuantinsuyo, Hermías Delgado Inga, que tenía 8 años cuando acaeció la masacre de su familia y ahora es profesor bilingüe en el distrito de Río Tambo. Estuvimos en su comunidad en 2014 y allá él me mostro la fosa común situada a la entrada, donde los militares habían ordenado enterrar los cuerpos de las personas fallecidas sin realizar ninguna ceremonia ritual tradicional[6].

En noviembre de 2019, Hermías y yo acompañamos la primera visita del equipo de la DGBPD que llegaba de la oficina de Huancayo. Se realizó una reunión con los miembros de la comunidad y se les explicó que debían manifestar la voluntad de rescatar los restos de sus familiares para darles un entierro digno (Villasante 2020). Como bien remarca Jairo Rivas (2024[7]). Esta visión humanitaria es central en los trabajos de la DGBPD del Perú y de otros países que han sufrido de violencias y de desapariciones de personas.

La pandemia retrasó la agenda de la primera fase de trabajo prevista en los distritos de Río Negro, Satipo y Mazamari, en el marco del Plan Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas al 2030. La segunda fase está prevista en los distritos de Pangoa y Río Tambo (Villasante 2022).

Áreas de intervención de la DGBPD de la Oficina regional de Junín
(Informe de la DGBPD de Junín, diciembre de 2020: 3)

Las investigaciones se retomaron en abril de 2021 con la participación de Raúl Greenwich, nuevo analista de arqueología forense de la oficina de Huancayo. En la entrevista que tuvimos en 2022, él me indicó que se realizaron dos visitas, una en abril y otra en setiembre. Se ha constatado que hay 21 muertos en Tahuantinsuyo, como figura en el Informe Final de la CVR, pero que una niña [Hilda Shumpate Ingade 10 años en 1993] ha sido enterrada en el cementerio de Mazamari junto con otras víctimas de las masacres. Asimismo, con la información dada por un testigo de los hechos se determinó que hay tres fosas donde se han enterrado por separado los hombres, las mujeres y los 12 niños. En setiembre de 2022, los pobladores y el equipo de la DGBPD acordaron que el proceso continuaría hasta la exhumación y el entierro digno de los fallecidos.

Avances realizados en la exhumación de los fallecidos en Tahuantinsuyo

En octubre de 2024, durante mi trabajo de campo anual en Satipo, entrevisté al arqueólogo forense Raúl Greenwich (Dirección de Registro e Investigación Forense, DRIF/DGBPD), uno de los miembros del equipo que se ha ocupado de las exhumaciones en la comunidad de Tahuantinsuyo.

— Raúl ¿podría sintetizar los trabajos realizados este año en la comunidad de Tahuantinsuyo?

En mayo de 2024, en un esfuerzo conjunto entre la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DGBPD), el DRIF, el Equipo Forense Especializado (EFE) y la Fiscalía Penal Supranacional Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad del Distrito Fiscal de Selva Central, se llevó a cabo la exhumación de los restos de las víctimas de la masacre de la comunidad nomatsiguenga de Tahuantinsuyo de agosto de 1993.

— ¿Cómo se llevó a cabo la diligencia que tuvo lugar a partir de mayo de este año?

La diligencia se llevó a cabo en dos etapas debido a que en la primera etapa no se pudo encontrar la fosa de mujeres. La primera etapa transcurrió del 13 al 24 de mayo de 2024. De parte de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas participamos Celinda Salas (trabajadora social de la Dirección de Atención y Acompañamiento) y yo. También participó Luis Rueda Curimania, del Equipo Forense Especializado. De parte de la Fiscalía Penal Supranacional Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad del Distrito Fiscal de Selva Central, participaron los fiscales provinciales adjuntos Elver Alcides Cerrón, Magali Sotomayor y Paolo Imán, así como también Rosmery Thalía Villanueva y Deymer Del Pozo, asistentes en función fiscal, y María Inés Robles, asistente administrativa. En esta primera diligencia también participó el profesor Emiliano Paitán Valladolid, quien fue testigo de los hechos y sobreviviente de la masacre. ,

— ¿Cuántos restos mortales se han recuperado?

Como resultado de esta primera diligencia, se exhumaron de la fosa de hombres los restos de 7 individuos; también se ubicaron dos fosas con los restos de los niños y se recuperaron, entre las dos fosas, un total de restos de 5 niños, así mismo se recuperaron los restos de 2 hombres en una fosa de 2 personas. En total, en esta diligencia se logró recuperar 14 víctimas de las 20 mapeadas del caso, quedando para una próxima diligencia la recuperación de los restos del niño faltante y de las 5 mujeres de la fosa de mujeres.

Celinda Salas llevó a cabo el apoyo material y logístico correspondiente a los familiares de las víctimas. En las comunidades nativas la participación en el proceso de exhumación es muy diferente a como se suele dar entre los colonos por ello Celinda tuvo el buen criterio de respetar los usos y costumbres de los pobladores de la comunidad. A diferencia de los colonos andinos, que suelen participar activamente del proceso de exhumación acompañando la recuperación de los restos al borde la fosa, los pobladores de Tahuantinsuyo prefieren llevar a cabo sus actividades diarias en lugar de visitar los trabajos. Además, debido al respeto que tienen por la muerte y el temor a enfermarse, las mujeres embarazadas y los niños evitaron acercarse a la fosa.

Equipo de la DGBPD Sede Junín en la primera etapa de la diligencia de exhumación en Tahuantinsuyo

Luego, el 15 de junio de 2024 realicé una nueva diligencia de inspección, verificación y registro de sitio de entierro en la comunidad de Tahuantinsuyo para determinar, junto con nuevos testigos, la posible ubicación de la fosa de mujeres. En dicha diligencia se establecieron dos áreas donde posiblemente estaría la fosa de mujeres.   

— ¿Se ha descubierto la fosa de mujeres?

Sí, la segunda etapa de la diligencia, que se llevó a cabo del 19 al 23 de agosto de 2024, tuvo el objetivo de recuperar los restos de la fosa de mujeres. Estuve presente en esta diligencia, en la que participaron Luis Rueda Curimania (EFE), así como los fiscales adjuntos Elver Alcides Cerrón Valverde y Paolo Alexis Imán Tello, de parte de la Fiscalía Penal Supranacional Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad del Distrito Fiscal de Selva Central.

Además, participaron Hermías Delgado Inga y su tía Juana Inga Mahuanca (fallecida en agosto de 2024), quienes fueron testigos directos de los hechos y sobrevivientes de la masacre. Como resultado de esta segunda diligencia se recuperaron los restos de 4 mujeres de la fosa de mujeres, y se exploraron, aunque sin resultados, otras zonas adyacentes para buscar los cuerpos faltantes.

Segunda etapa de la diligencia de exhumación en Tahuantinsuyo. Hermías Delgado [de pie con buzo azul]

— ¿Cuántos restos se recuperaron finalmente?

Entre las dos diligencias se lograron recuperar los restos de 18 personas de las 20 mapeadas para este caso, es decir 9 hombres, 5 niños y 4 mujeres. Habría una mujer y un niño que no han sido recuperados probablemente porque los restos se han deteriorado a tal punto que la recuperación de algún vestigio sería imposible. En esta etapa también se tomaron muestras de sangre a los familiares de las víctimas con el propósito de obtener su ADN para que pueda ayudar al proceso de identificación. En ambas etapas se contó con el apoyo constante de la Municipalidad Distrital de Mazamari, que nos brindó las carpas y una de las camionetas para el traslado del personal obrero.

Raúl Greenwich realiza la toma de muestras de sangre para obtención de perfiles genéticos [ADN]

— ¿Cuáles son las próximas etapas de la investigación?

Después de la recuperación de los restos, que se han dejado en un local de la municipalidad de Satipo, la siguiente etapa consiste en el análisis antropológico legal de los mismos con fines de identificación de los restos mortales. Esa etapa se llevará a cabo cuando el fiscal a cargo del caso y en coordinación con el Equipo Forense Especializado determine la fecha. Esperamos que ello se realice antes de fin de año. El compromiso de la fiscalía es entregar los restos mortales el 18 de agosto de 2025.

Por otro lado, los familiares de las víctimas han solicitado que les ayudemos a construir un cementerio en el mismo lugar. Debo notar que sus reacciones durante el proceso de exhumación han sido particulares: algunos no estuvieron presentes, otros pasaban de vez en cuando, los padres no querían que los niños se acercaran, ninguno se quedaba mucho tiempo y hubo quienes lloraron a lo lejos.

Reflexiones finales

• Los avances en las exhumaciones de las personas fallecidas en la comunidad de Tahuantinsuyo han sido muy importantes a pesar de los problemas estructurales del Estado peruano desde 2001. Hay que destacar que los avances se deben a la intensa labor de los miembros de los equipos de la DGBPD, de la Dirección de Registro e Investigación Forense (DRIF), del EFE, y de la Fiscalía Penal Supranacional Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad del Distrito Fiscal de Selva Central. En ese marco agradezco a Raúl Greenwich por su disponibilidad, por su dedicación altruista al trabajo de recuperación de restos mortales de los peruanos fallecidos durante la guerra interna y por la excelente entrevista que me ha brindado La tarea pendiente todavía es muy grande, pues en los distritos de Río Tambo y de Pangoa hay zonas donde se encuentran miles de restos de los Ashaninka y Nomatsiguenga fallecidos en los campos totalitarios senderistas. Jairo Rivas, director de la DRIF/MINJUS, sostiene que se debería crear una oficina en Satipo con dos personas residentes para organizar correctamente esta segunda fase de las investigaciones forenses en la selva central, que representan un gran desafío laboral y humano (comunicación personal en Lima, 8 de octubre de 2024).

• La realidad de la extrema violencia sufrida en los territorios de la selva central —y en otros epicentros de la guerra como Ayacucho, Huancavelica y Alto Huallaga— aparece de manera clara cuando se explicitan los avances realizados en la búsqueda de las personas desaparecidas y sobre todo en las exhumaciones. Ante las evidencias óseas de las masacres perpetradas por senderistas, por las fuerzas del orden, por ronderos y por gente ordinaria los discursos negacionistas que se rehúsan a aceptar la extrema violencia de la guerra peruana resultan desenmascarados.

• Aceptar que sufrimos una guerra interna y una guerra civil*** en los epicentros del conflicto sería el primer paso para empezar a comprender por qué el país atraviesa por crisis políticas constantes desde 2001, cuando se eligió el gobierno del presidente Alejandro Toledo, quien no hizo nada para promover el Informe Final de la CVR a nivel nacional, y no adoptó ninguna recomendación de la CVR para restructurar totalmente nuestras instituciones después de la huida de Fujimori al Japón y el fin de la guerra interna. He abordado estos temas en mi último libro, Violencia política en el Perú 1980-2000. Sendero Luminoso contra el Estado y la sociedad (Villasante 2024[8]). Después de Toledo, todos los gobiernos han optado por la misma estrategia de silencio y de negacionismo, como si veinte años de conflicto armado, de enfrentamientos, de masacres y de caos institucional nunca hubieran existido.

(*) Doctora en antropología, investigadora asociada al IDEHPUCP.

(**) Bioarqueólogo, Analista de la Dirección de Registro e Investigación Forense [DRIF] en la sede Junín (Huancayo) desde abril de 2022. Director del Proyecto Académico de Investigación Bioarqueológico e Historiográfico Pizarro [PAIBHFP] y director del Departamento de Investigaciones Arqueológicas y Bioantropológicas en la Basílica Catedral de Lima desde el año 2007. Ha trabajado con el Equipo Peruano de Antropología de Forense (EPAF) durante los años 2007-2009.


[1] Villasante, 2014, La masacre del valle de Tsiriari y de la comunidad nomatsiguenga de Tahuantinsuyo, Boletín del IDEHPUCP, https://idehpucp.pucp.edu.pe/boletin-eventos/la-masacre-del-valle-de-tsiriari-y-de-la-comunidad-nomatsiguenga-de-tahuantinsuyo-satipo-5074/

[2] Villasante 2020, Los avances en la búsqueda de personas desaparecidas durante la guerra interna en Satipo. El caso de la comunidad nomatsiguenga de Tahuantinsuyo, Revista Ideele, https://www.revistaideele.com/2023/01/10/los-avances-en-la-busqueda-de-personas-desaparecidas-durante-la-guerra-interna-en-satipo-el-caso-de-la-comunidad-nomatsiguenga-de-tahuantinsuyo/

[3] Villasante 2022, Retorno a la comunidad nomatsiguenga de Tahuantinsuyo y visita de la DGBPD del MINJUS, Boletín del IDEHPUCP, https://idehpucp.pucp.edu.pe/boletin-eventos/retorno-a-la-comunidad-nomatsiguenga-de-tahuantinsuyo-y-visita-de-la-direccion-general-de-personas-desaparecidas-del-minjus-20837/

[4] Villasante 2019, Violencia política en la selva central del Perú. Los campos totalitarios senderistas y las secuelas de la guerra interna entre los Ashaninka y Nomatsiguenga. Estudio de antropología de la violencia, Prefacio de Salomón Lerner, Lima: Tarea. Auspicios de COMISEDH, Unión Europea-Perú y Pan para el mundo.

[5] Villasante 2022, La guerra interna entre los Ashaninka y Nomatsiguenga de la selva central del Perú, 1980-2000. Estudio de antropología de la violencia y Muestra fotográfica, Prefacio de Salomón Lerner, Lima: Tarea. Auspicios del Instituto Riva-Agüero-PUCP y de IDL.

[6] En la tradición ashaninka y nomatsiguenga los muertos eran enterrados en los cerros aledaños, lejos de los poblados para evitar las visitas de los espíritus que habían pasado a otra dimensión cósmica. Ver mis entrevistas a Hermías Delgado en mis libros: Villasante 2019: 411-429; y 2022: 223-228.

[7] Jairo Rivas, El giro humanitario en la búsqueda de los desaparecidos en América Latina: el caso del Perú, Revista del Instituto Riva-Agüero-PUCP, 2024, Vol. 9, n°1: 207-235. https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/revistaira/article/view/29450/26626

*** La denominación «guerra civil» pertenece a la autora de este escrito, mas no es compartida por nuestro Instituto.