Iris Jave, investigadora del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IDEHPUCP), participará como ponente en el XX Encuentro Cátedra Internacional Martín-Baró, organizado por la Universidad Javeriana de Cali, Colombia, uno de los espacios más relevantes de reflexión académica y política en torno a la psicología social y comunitaria en América Latina. En su participación, que tendrá lugar el jueves 6 de noviembre, presentará la ponencia titulada “Agencias políticas de las víctimas”. En ella abordará los procesos de organización, memoria y acción política desarrollados por colectivos de víctimas del conflicto armado interno en el Perú.
La Cátedra Libre Ignacio Martín-Baró es una organización autónoma y sin fines de lucro dedicada a la investigación, implicación y acompañamiento psicosocial y psicopolítico frente a problemas de violencia política y familiar. Inspirada en el legado del jesuita y psicólogo social Ignacio Martín-Baró, asesinado en 1989 en El Salvador, esta cátedra promueve la difusión del pensamiento psicológico latinoamericano y el diseño de proyectos sociales y comunitarios orientados a mejorar la salud psicológica y el buen vivir de las personas y comunidades afectadas por la violencia y la exclusión.
Una reflexión sobre memoria, exclusión y ciudadanía
En el texto preparado para el evento, Iris Jave propone una lectura crítica sobre el Perú como escenario paradigmático de exclusión histórica y desigualdad estructural, donde persiste la brecha entre la inclusión formal y la exclusión efectiva de los pueblos indígenas y de las víctimas del conflicto armado interno (1980–2000).
En él detalla que, a pesar de que el 26 % de la población peruana se autoidentifica como indígena, su presencia en los espacios de decisión sigue siendo reducida. Según datos de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), entre 2006 y 2018, solo el 6 % de los regidores provinciales y consejeros regionales electos fueron indígenas, muy por debajo del 15 % exigido por la ley de cuotas. Este déficit de representación refleja, como señala la autora, una herencia colonial de la subordinación (Cotler, 2005), que naturaliza las jerarquías étnico-raciales y limita el acceso al poder político.
A ello se suma el legado del conflicto armado interno que, entre 1980 y 2000, dejó más de 69 mil víctimas entre asesinados y desaparecidos, de las cuales el 75 % tenía como lengua materna el quechua y procedía de zonas rurales. Las regiones andinas y amazónicas —especialmente Ayacucho y la Selva Central— fueron las más golpeadas por la violencia, configurando un mapa de sufrimiento que aún marca la memoria colectiva.
En este contexto de exclusión y violencia, el trabajo de Iris Jave identifica la emergencia de nuevos sujetos colectivos que han resignificado su condición de víctimas al transformarse en actoras políticas de cambio y memoria. Su investigación se centra en tres organizaciones emblemáticas:
- La Asociación Nacional de Familiares Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP), conformada principalmente por mujeres quechuas de Ayacucho, pioneras en la búsqueda de sus familiares desaparecidos.
- La Asociación Nacional de Familiares de Asesinados, Desaparecidos, Ejecutados Extrajudicialmente, Desplazados y Torturados (ANFADET-Casos CIDH), integrada por descendientes de víctimas y con fuerte presencia en Lima.
- La Organización de Mujeres Indígenas Amazónicas Asháninkas de la Selva Central (OMIAASEC), que articula la lucha de mujeres amazónicas por la justicia y el reconocimiento de los crímenes cometidos contra su pueblo.
Estas organizaciones han desarrollado repertorios de acción política que combinan la memoria, la afectividad y la identidad étnica. Sus estrategias van desde la realización de rituales conmemorativos y espacios de memoria, hasta el litigio estratégico y la incidencia internacional, visibilizando sus demandas ante organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Desde esta perspectiva, la autora plantea que la agencia política de las víctimas no se limita a los canales institucionales de participación, sino que se expande hacia espacios donde los afectos, las materialidades y las emociones se vuelven dimensiones centrales para comprender “lo político”. Esta lectura —inspirada en los aportes de autoras como Sara Ahmed, Judith Butler y Didier Fassin— cuestiona la idea de la víctima como sujeto pasivo y propone entenderla como un sujeto de acción y transformación.
Un aspecto destacado de la ponencia es su enfoque de interseccionalidad, que visibiliza cómo las mujeres rurales e indígenas han asumido roles fundamentales en los procesos de memoria y justicia. A pesar de que el analfabetismo femenino en el Perú sigue siendo más alto que el masculino —7,5 % frente a 2,7 % en 2022—, muchas de estas mujeres han liderado organizaciones, aprendido a gestionar proyectos, dialogar con autoridades y representar a sus comunidades en espacios nacionales e internacionales.
Su liderazgo, basado en la experiencia del duelo, el cuidado y la resistencia, ha permitido construir formas colectivas de reparación simbólica y política, ampliando los horizontes de la participación ciudadana. Como señala Jave, estas mujeres “han transformado el dolor en acción”, convirtiéndose en agentes políticas de memoria y justicia.
Un diálogo regional sobre justicia y memoria
La intervención de Iris Jave en la Cátedra Martín-Baró se inscribe en un momento clave de la región, donde diversos países de América Latina —como Colombia, Guatemala y México— enfrentan el desafío de reconocer las voces de las víctimas y fortalecer la participación de los sectores históricamente excluidos.
Su ponencia aporta una reflexión desde la experiencia peruana sobre cómo las víctimas organizadas disputan los sentidos de la democracia, amplían los márgenes de lo político y abren caminos para una ciudadanía más inclusiva, intercultural y sensible a la memoria. Su trabajo no sólo da cuenta de las heridas que aún atraviesan al país, sino también de las formas de esperanza y agencia que emergen desde las propias víctimas como protagonistas de la reconstrucción democrática.



