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Análisis 18 de marzo de 2025

Hace más de dos siglos, el Perú alcanzó su independencia del dominio español, lo que marcó el inicio de una enorme transformación en el sistema de gobierno. Se pasó de un régimen de virreinato a un régimen republicano y se erigió un nuevo orden político en torno al principio de la soberanía popular, una visión liberal que desmantelaba las estructuras del Antiguo Régimen. Esta remoción repercutió, naturalmente, en la esfera social, económica y cultural. En esta reflexión, nos enfocaremos en la primera.

En el ámbito social, uno de los principales cambios fue la transición de súbditos a ciudadanos. Sin embargo, surge una pregunta importante: ¿cómo aprendieron los nuevos ciudadanos a ejercer su rol en la república? Los pocos estudios sobre la educación peruana en los albores de la república, demuestran el interés de la élite política por difundir la cultura cívica a través de la instrucción que en teoría debía ser democratizada. La educación fue vista como el mecanismo ideal para enseñar sobre los derechos y deberes cívicos, así como sobre el funcionamiento de las nuevas instituciones. Además, los centros educativos eran considerados fuentes de formación para los futuros funcionarios públicos.

Sin embargo, a pesar de la importancia que la educación tenía en la naciente república, los primeros años de independencia se caracterizaron por una cruenta pugna caudillista y una inestabilidad generalizada impidieron llevar a la práctica los ideales educativos. En consecuencia, se erigió un sistema educativo a partir de los restos del del Antiguo Régimen. La educación siguió estando bajo la administración del clero, lo que permitió que prevaleciera el enfoque religioso y tradicional, caracterizado principalmente por la enseñanza a través de la catequesis y la evangelización de los estudiantes. Pero, además, se prolongó su naturaleza excluyente y elitista. Evidentemente, esto generó una contradicción de naturaleza política, dado que se esperaba la universalización, imposición y difusión del enfoque cívico.

Esta situación fue exacerbada por la falta de recursos para crear más centros de instrucción, así como la inexistencia de preceptores y docentes, la corrupción enquistada y el desinterés de las familias en llevar a sus hijos a estudiar. No fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando las arcas nacionales permitieron una mayor inversión en los servicios públicos, que se democratizó, reorganizó y reglamentó el aparato educativo con un enfoque cívico que se incentivó con la reforma del plan de estudios y la creación y proliferación de manuales escolares sobre política. De esta manera, el sistema educativo comenzó a alinearse, aunque de forma parcial, con las necesidades del nuevo orden político, aunque cabe mencionar la ausencia de un discurso cohesionador en la educación en los primeros años de la república. La historiografía sostiene que recién tras el fracaso de la Guerra del Pacífico se alentó un enfoque nacionalista.

Hoy, a más de 200 años, la educación ha adoptado nuevas funciones. Sin embargo, en el contexto político actual, mantiene la de formar ciudadanos comprometidos con el bienestar común. Pero, ¿cómo está el sistema educativo hoy en comparación con el siglo XIX?

Aunque el sistema educativo ha experimentado transformaciones a lo largo de la historia, aún existen similitudes con los desafíos del pasado. En ambos casos, la educación quedó relegada en la agenda nacional. Actualmente, como indica Hugo Díaz[1], asesor educativo de la Fundación Telefónica, la educación en el Perú sigue sin ser vista como una prioridad dentro de los grandes proyectos nacionales. Díaz tomó como ejemplo el caso del megapuerto de Chancay, una obra de gran envergadura que transformará el comercio en la región, pero que no ha contemplado una estrategia educativa alineada a sus necesidades. Es decir, si bien no existe una cruenta pugna caudillista como en el siglo XIX, hoy la clase política parece centrarse en otros asuntos. Prueba de ello son los desalentadores resultados de las evaluaciones internacionales a nuestros estudiantes.

El Perú aún mantiene la sombría herencia colonial que desnaturaliza la igualdad concedida por la República. En el siglo XIX, la inclusión de las clases menos privilegiadas en el sistema educativo se vio frenada por la crisis generalizada y la persistencia de un sistema educativo tradicional, profundamente vinculado a la Iglesia. La educación de calidad sigue estando restringida. Como indica, Alfred Draxl[2] director ejecutivo de CIDEL, las comunidades rurales tienen como desafío la falta de infraestructura educativa adecuada, la escasez de docentes calificados, la dispersión de las escuelas, el limitado acceso a internet y la corrupción. El día de hoy, aunque se han logrado avances, la brecha de calidad entre las instituciones educativas urbanas y rurales sigue siendo significativa. Draxl indica que para el 2021 “más de 3 millones de peruanos que viven en áreas rurales no han terminado la escuela y cerca del 80 % de los estudiantes rurales no comprenden realmente lo que leen”.

En suma, a pesar de las reformas del siglo XX que buscaron reivindicar la figura de los pueblos indígenas, aún persisten desafíos en la visibilización y revaloración de sus culturas, y la promoción del desarrollo de estas comunidades desde sus propias perspectivas. Susana Frisancho[3], profesora del Departamento de Psicología PUCP, sostiene que los últimos intentos de ofrecer una educación intercultural a los pueblos indígenas siguen estando sesgados el paquete de creencias que tienen muchos de los formadores y docentes encargados de llevar a cabo los procesos educativos.

Este contraste es preocupante ya que, a pesar de haber transcurrido más de dos siglos, la educación sigue enfrentando problemas cuya raíz se encuentra en los primeros años de la República. ¿Cómo promover una cultura cívica que abarque a todos los ciudadanos del Perú cuando la calidad y el alcance del sistema educativo siguen siendo limitados?

La educación siempre ha tenido vital importancia para nuestra sociedad. Su vínculo con nuestro sistema de gobierno la convierte en un pilar fundamental para el fortalecimiento de la responsabilidad ciudadana. Por ello, tal como se buscó en los primeros años de la independencia, es crucial seguir promoviendo la cultura cívica en las aulas. Esta difusión es esencial para defender los valores democráticos que hoy enfrentan amenazas provenientes de regímenes autoritarios. Pero, para lograrlo es necesario luchar por una educación de calidad para todos, donde los jóvenes puedan formarse no solo para su realización personal, sino también para contribuir al avance del país, con la esperanza de lograr un Perú más igualitario y justo para todos. Superar estos desafíos requiere un compromiso real del Estado y la sociedad, para que la educación sea el motor de un país más justo y democrático

(*) Asistente del Centro de Documentación del IDEHPUCP.


[1] Inicio del año escolar 2025: ¿están los docentes y estudiantes del Perú listos para la era digital? https://www.infobae.com/peru/2025/02/07/inicio-del-ano-escolar-2025-estan-los-docentes-y-estudiantes-del-peru-listos-para-la-era-digital/