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Notas informativas 4 de junio de 2024

El último lunes 3 de junio se realizó en las instalaciones del IDEHPUCP el conversatorio “La cuestión de los derechos de los niños: Comfort women (mujeres de consuelo)” a cargo de Ñusta Carranza, investigadora y docente asociada en la School of Public and International Affairs from Baltimore University y el internacionalista Farid Kahhat, docente de Relaciones Internacionales en la Academia Diplomática del Perú y en la PUCP.

Durante su exposición, Ñusta Carranza dio a conocer que el concepto de mujeres de consuelo (comfort women) nació entre 1932 y 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, y fue un sistema de esclavización y explotación sexual controlada por el gobierno y la milicia japonesa. Se trata del mayor caso de esclavización sexual en la historia, pues esta operación creó el sistema de mayor participación forzada de mujeres y niñas en la historia mundial. El primer lugar llamado “Puesto de consuelo” se estableció en Shangai en 1932, y albergó a cientos de miles de mujeres victimizadas desde los 12 años y de distintas procedencias. Había japonesas, taiwanesas, indonesias, filipinas, chinas y, en mayor número, coreanas. Los puestos de consuelo se establecieron a lo largo de los territorios en los que se desarrolló la guerra. 

Con el fin de la guerra los puestos de consuelo también dejaron de funcionar y las mujeres fueron liberadas. Sin embargo, la mayoría de ellas apostaron por guardar silencio y no denunciar lo sucedido por temor a las represalias que las normas sociales patriarcales de la época imponían. Muchas de ellas que habían sido llevadas de un país a otro optaron por quedarse a vivir en el país en el que habían sido explotadas. El silencio se mantuvo hasta la década de 1990, cuando el apoyo de activistas y académicos animó a muchas de ellas a levantar la voz y denunciar lo que durante la guerra había sucedido.

Sin embargo, a pesar de que estamos frente a casos de explotación sexual, no han faltado académicos que consideren que las mujeres de consuelo no fueron obligadas a prostituirse, sino que “sabían muy bien lo que iban a hacer y accedieron”. Al respecto el profesor Farid Kahhat consideró que esta visión es bastante estrecha y que es absurdo el solo hecho de considerar que mujeres y niñas firmarían libremente y con consentimiento pleno un contrato de explotación sexual que incluía condiciones de maltrato, largas jornadas laborales, vivir en un país distinto al suyo que probablemente haya colonizado su patria y en un contexto de guerra. “Se trata de situaciones en las que las personas no tenían más opción que someterse a la voluntad de su opresor”, explicó.

Dijo Kahhat que dentro de los estudios de conflictos armados se analiza cómo la violencia sexual se usa como arma de guerra entre sociedades patriarcales. Se presume que en toda sociedad patriarcal es labor de los hombres proteger a los vulnerables de la familia no solo económicamente sino también de actos violentos. Si no lo hacen, es que han fracasado como hombres y como sociedad. Por ello las mujeres de consuelo guardan silencio: porque es la única forma de no ser condenadas al ostracismo, pues la explotación sexual que sufrieron le recuerda a la sociedad que ha fallado en su labor patriarcal de protegerlas.

Fue inevitable asociar este tema con lo sucedido en nuestro país en el conflicto armado interno. Escuchar la voz de las mujeres víctimas de violencia sexual es una tarea aún pendiente en más de una sociedad.

Mire aquí el conversatorio completo: