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Notas informativas 25 de septiembre de 2024

Más de 20 excancilleres y 15 destacados defensores de derechos humanos de América Latina —entre ellos, la doctora Elizabeth Salmón, exdirectora de IDEHPUCP y relatora de Naciones Unidas sobre Corea del Norte— han firmado una carta abierta dirigida al Secretario General de la ONU, António Guterres. En ella denuncian la conducta de Rusia en Ucrania y piden acciones concretas para proteger a los civiles. Los firmantes subrayan que los ataques sistemáticos de Rusia están violando gravemente la Carta de las Naciones Unidas y los principios del Derecho Internacional Humanitario, e instan a la ONU a suspender a Rusia de la Asamblea General si no asume sus responsabilidades internacionales.

A continuación, se presenta la carta en su totalidad:


Estimado Sr. Secretario General de las Naciones Unidas,

Mientras le escribimos, los civiles están siendo sistemáticamente atacados y asesinados por la Federación Rusa en toda Ucrania. Somos un grupo de latinoamericanos y ucranianos que conjuntamente deseamos alzar nuestra voz en contra esta monstruosa violación de la Carta de las Naciones Unidas por parte de un miembro permanente del Consejo de Seguridad.

Noche tras noche, misiles y bombas llueven sobre las ciudades ucranianas sin otro propósito que matar y aterrorizar a la población. Según el último informe de la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre Ucrania (marzo de 2024), «los ataques con armas explosivas en zonas pobladas siguen siendo la principal causa de muerte y lesiones entre la población civil en Ucrania». Las cifras de la Comisión muestran que el 84% de las 10.582 muertes de civiles en Ucrania (a 15 de febrero de 2024) se deben a este tipo de ataques. No se trata de una coincidencia, sino de la prueba de un patrón de conducta criminal.

Los ejemplos abundan. En un solo ataque a una cafetería de Hroza, en octubre de 2023, murieron 59 personas, entre ellas 36 mujeres. El informe sobre la masacre de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos afirma que «el ACNUDH tiene motivos razonables para creer que no había personal militar ni ningún otro objetivo militar legítimo presente en la recepción en el café que siguió al funeral celebrado en el cementerio a las afueras del pueblo o en sus proximidades».

En otro atentado perpetrado en junio del año pasado en Kramatorsk (del que algunos fuimos testigos), una pizzería fue destruida por un misil Iskander, matando a 13 personas, entre ellas la gran escritora Victoria Amelina, e hiriendo a 64. Una semana después, mientras Victoria era velada en su ciudad natal, Lviv, a más de 1.000 km del frente, un misil ruso alcanzó un edificio residencial cercano, matando a 10 personas e hiriendo a 48.

Semana tras semana, Ucrania sufre ataques tan salvajes. Hace poco, otro misil Iskander impactó en un hotel de Kramatorsk, matando a un miembro de un equipo de Reuters e hiriendo gravemente a otras personas. Según cifras del ACNUDH, julio y agosto han sido los meses más mortíferos en dos años. De ahí la urgencia.

El hecho de que hayan muerto civiles en prácticamente todos los óblast de Ucrania, como muestran los mapas de la OACDH, demuestra también que los ataques tienen poco que ver con la conducción de las hostilidades militares. Más bien, son parte integrante de una campaña para aterrorizar a toda la población de Ucrania.

Tampoco se salvan los bienes civiles. Se destruyen hospitales, incluidos los infantiles, como ocurrió en Dnipro y Kiev; se incendian bibliotecas e imprentas, como ocurrió en Kherson y Kharkov (Rusia ha destruido 138 bibliotecas, según el Ministerio de Cultura de Ucrania); un gran centro comercial es arrasado en pleno día por una bomba teledirigida, como ocurrió en Kharkiv en mayo. Truth Hounds, una organización que documenta crímenes de guerra, estableció que la bomba de este ataque estaba «integrada en el kit de guiado y planeo con sistemas de navegación inercial y por satélite».

A veces los ataques se repiten inmediatamente, en lo que se conoce como táctica del “doble toque”, destinada a causar el máximo daño. El ACNUDH documentó en su último informe sobre Ucrania «cinco casos en los que municiones de alta precisión alcanzaron el mismo lugar u objetivo… dos veces en un breve intervalo de tiempo, causando la muerte o lesiones a trabajadores de emergencias, agentes de policía, paramédicos y otros primeros intervinientes civiles que ayudaron a las víctimas del primer impacto».

Es fácil ver una pauta y detectar una política en todos estos ataques, en consonancia con la definición de crímenes de lesa humanidad del Estatuto de Roma: un crimen cometido «como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, con conocimiento de dicho ataque».

Pero lo que estamos presenciando en Ucrania va más allá de la comisión de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Es el desprecio absoluto de los Convenios de Ginebra y sus Protocolos Adicionales, que durante tanto tiempo han proporcionado a los civiles la única protección en tiempos de guerra y son una de las grandes conquistas de la humanidad.

La estrategia de la Federación Rusa de atacar y matar deliberadamente a civiles en Ucrania amenaza con convertir todo el edificio del Derecho Internacional Humanitario en una cáscara vacía, con consecuencias mucho más allá de Ucrania.

Es cierto, señor secretario, que la corrosión del DIH comenzó mucho antes de la invasión a gran escala de Ucrania. Los estudiosos la sitúan en la conducción por parte de Estados Unidos de la llamada “guerra contra el terror”.

También es cierto que se están cometiendo crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad atroces en otros lugares, como sabemos por las imágenes de Gaza que vemos con incredulidad en nuestras pantallas de televisión. Y luego están los crímenes de guerra que no podemos ver, como en Sudán.

Todos deben ser condenados con firmeza. Ignorar ciertas violaciones mientras se denuncian otras por preferencias geopolíticas contribuye a debilitar la protección de los civiles. Los dobles raseros son dobles raseros, independientemente de la ideología.

Como latinoamericanos, esto nos afecta especialmente. América Latina contribuyó significativamente a la introducción de la prohibición del uso de la fuerza del artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas y a muchos otros avances del derecho internacional y de los derechos humanos, como la codificación del delito de desaparición forzada en el Estatuto de Roma. Después de haber sufrido tanto nosotros mismos, creemos que las normas no deben aplicarse de forma selectiva.

Pero también es cierto que la Federación Rusa presenta un caso especial, porque es miembro permanente del Consejo de Seguridad y, como tal, todos los miembros de las Naciones Unidas le han confiado la «responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales», según la Carta de la ONU. La Carta también establece que «en el desempeño de estas funciones, el Consejo de Seguridad actuará de acuerdo con los Propósitos y Principios de las Naciones Unidas» (art. 24).

América Latina lleva mucho tiempo llamando la atención sobre la pesada carga de responsabilidad que conlleva ser miembro permanente. En 1945, en San Francisco, durante la conferencia fundacional de la ONU, el ministro de Asuntos Exteriores y futuro presidente de Colombia, Alberto Lleras, votó en contra de la concesión del derecho de veto (ningún otro país lo hizo, excepto Cuba) y señaló que otorgar el derecho de veto a los miembros permanentes constituía «una prueba exorbitante de confianza por parte de los demás países asociados a la Organización de las Naciones Unidas».

Exorbitante, sin duda. Es esta confianza de la comunidad de naciones la que la Federación Rusa ha traicionado ampliamente. Por lo tanto, le rogamos que transmita este mensaje al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General, y que pida al presidente de la Asamblea que considere si la Federación Rusa no debería ser suspendida de la Asamblea, como lo fue Sudáfrica en 1974, hasta que se comporte de forma coherente con sus responsabilidades en virtud de la Carta y con las expectativas de los Estados miembros.

Sinceramente,

Antonia Urrejola
Exministra de Asuntos Exteriores de Chile
Expresidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Oleksandra Matviichuk
Presidenta del Centro para las Libertades Civiles (Kiev)
Premio Nobel de la Paz

Diego García-Sayán
Exministro de Asuntos Exteriores de Perú
Expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos

Claudio Grossman (Chile)
Expresidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
Expresidente del Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas
Ganador del Premio Nelson Mandela

Jorge Castañeda
Exministro de Asuntos Exteriores de México

Oleksandr Pavlichenko
Director Ejecutivo, Ukrainian Helsinki Human Rights Union (Kyiv)

Noemí Sanín
Exministra de Asuntos Exteriores de Colombia

Juan E. Méndez (Argentina)
Exrelator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura

Celso Lafer
Exministro de Asuntos Exteriores de Brasil

Dmytro Koval
Codirector ejecutivo de Truth Hounds (Kiev)

Eduardo Stein
Exministro de Asuntos Exteriores de Guatemala
Exvicepresidente de Guatemala

Julissa Mantilla (Perú)
Exvicepresidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Gustavo Fernández
Exministro de Asuntos Exteriores de Bolivia

Olena Kravchenko
ICO «Medio Ambiente, Personas y Derecho» (Lviv)

Didier Opertti
Exministro de Asuntos Exteriores de Uruguay

José Miguel Vivanco (Chile)
Exdirector Ejecutivo de la División de las Américas de Human Rights Watch

Erika Mouynes
Exministra de Asuntos Exteriores de Panamá

Nataliya Gumenyuk
Fundadora, Laboratorio de Periodismo de Interés Público (Kiev)

Guillermo Fernández de Soto
Exministro de Asuntos Exteriores de Colombia

Víctor E. Abramovich (Argentina)
Exvicepresidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Alejandro Foxley
Exministro de Asuntos Exteriores de Chile

Olga Aivazovska
Presidenta de la Red Civil OPORA (Kiev)

José Antonio García Belaunde
Exministro de Asuntos Exteriores de Perú

Catalina Botero (Colombia)
Exrelatora Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

René Castro
Exministro de Asuntos Exteriores de Costa Rica

Olena Rozvadovska
Cofundadora de Voices of Childen (Kiev)

Carolina Barco
Exministra de Asuntos Exteriores de Colombia

Flávia Piovesan (Brasil)
Exvicepresidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Juan Carlos Holguín
Exministro de Asuntos Exteriores de Ecuador

Alyona Getmanchuk
Fundadora y Directora de New Europa Center (Kiev)

Mariano Fernández
Exministro de Asuntos Exteriores de Chile

Elizabeth Salmón (Perú)
Relatora Especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en la República Popular Democrática de Corea

Eda Rivas
Exministra de Asuntos Exteriores de Perú

Eugen Zakharov
Director Kharkiv Human Rights Protection Group (Kharkiv)

Alfredo Moreno
Exministro de Asuntos Exteriores de Chile

Ignacio Álvarez (Venezuela)
Exrelator Especial de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Gert Rosenthal
Ex Ministro de Asuntos Exteriores de Guatemala

Mykhailo Zhernakov
Cofundador y Director de la Fundación DEJURE (Kiev)

Ignacio Walker
Exministro de Asuntos Exteriores de Chile

José Ugaz (Perú)
Exfiscal Ad-hoc del Estado
Expresidente de Transparencia Internacional

Manuel González
Exministro de Asuntos Exteriores de Costa Rica

Kateryna Cherepakha
Presidenta de la OSC «La Strada-Ukraine» (Kiev)

Rubens Ricupero
Exministro de Finanzas de Brasil
Exsecretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo

Eduardo Bertoni (Argentina)
Exrelator Especial de Libertad de Expresión, Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Sergio Jaramillo
Ex Alto Comisionado para la Paz de Colombia
¡Aguanta Ucrania!

Halia Chyzhyk
Directora Ejecutiva, Sociedad Raphael Lemkin (Kiev)

Iván Orozco (Colombia)
Profesor Emérito de Ciencia Política y Derechos Humanos, Universidad Nacional de Colombia; Universidad de los Andes

Kateryna Busol
Profesora, Universidad Nacional de Kyiv-Mohyla (Kiev); Crimean Institute for Strategic Studies

Clara Sandoval Villalba (Colombia)
Profesora de Derecho de los Derechos Humanos, Universidad de Essex; Directora de Programas, Global Global Survivors Fund

Tetyana Teren
Directora del Centro Ucraniano de PEN Internacional (Kiev)

Roberto Gargarella (Argentina)
Profesor, Teoría Constitucional Universidad Torcuato di Tella

Olha Sahaidak
Cofundadora, Dofa fund: cultural networking (Ucrania)

René Urueña (Colombia)
Profesor de Derecho Internacional Universidad de Los Andes

Demyan Om Dyakiv-Slavitski
Fundador, Cultural Hub (Kiev)

Volodymyr Yermolenko
Redactor jefe, Ukraineworld.org

Catalina Gómez (Colombia)
Corresponsal de guerra, Ucrania

Olexiy Haran
Profesor de Política Comparada Universidad de Kyiv-Academia Mohyla; Fundación Iniciativas Democráticas

Héctor Abad Faciolince (Colombia)
Escritor; ¡Aguanta Ucrania!