A menudo, las intervenciones frente a la violencia que existe en América Latina y El Caribe se basan en programas transferidos de Estados Unidos o Europa, cuyos contextos son sensiblemente distintos a los nuestros. Por poner un ejemplo, América Latina y el Caribe enfrentan las tasas de homicidios más altas del mundo, la mayor cantidad de víctimas son jóvenes varones, y el medio más utilizado son las armas de fuego. En este contexto, es urgente y evidente la necesidad de desarrollar políticas públicas efectivas para reducir la violencia letal; sin embargo, se han implementado relativamente pocos programas de prevención de homicidios y se ha evaluado de manera rigurosa la efectividad de solo una parte de ellos.
Este es el panorama que motiva el trabajo que ha realizado el Laboratorio de Análisis de la Violencia (LAV) de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro en el marco de su línea de investigación enfocada en la evaluación de programas de prevención de homicidios. El documento, titulado “¿Qué funciona para reducir homicidios en América Latina y El Caribe? Una revisión sistemática de las evaluaciones de impacto”, es una revisión sistemática sobre el impacto de las intervenciones implementadas en América Latina y el Caribe, que ofrece un enfoque crítico y basado en la evidencia. Su propósito es identificar qué intervenciones han demostrado que funcionan, cuáles no funcionan, qué otras son promisorias, contraproducentes o no cuentan con resultados concluyentes. Además, se abordan los desafíos metodológicos encontrados en la evaluación de estos programas. Así, se busca informar el debate público, contribuir a la formulación de intervenciones más eficaces para reducir homicidios y fomentar la producción de evidencias rigurosas.
Para la realización de este trabajo se revisaron repositorios científicos y se llevaron a cabo búsquedas manuales en Google y consultas con expertos para relevar estudios no publicados. En total se identificaron y analizaron 65 evaluaciones, 42 de ellas provenientes de Brasil, 10 de Colombia y 5 de México, con una menor representación de otros países. Estas 65 evaluaciones analizaron 39 programas, clasificados en 23 tipos de intervención y agrupados en 11 estrategias diferentes (ver tabla).
Los resultados de la investigación subrayan la necesidad de contar con evidencias más sólidas sobre los programas de prevención y reducción de homicidios en América Latina y el Caribe, pues persiste una importante brecha en la consolidación de evidencia robusta que permita medir con precisión el impacto de estas políticas en la región.
El documento final ―una guía dirigida a los tomadores de decisiones de la región que deseen participar en programas de prevención de homicidios― pone de relieve la importancia de examinar de manera crítica las evaluaciones disponibles, y de llevar a cabo más y mejores evaluaciones. Así, se podrá enriquecer el debate público y fomentar la adopción de políticas más eficaces, eficientes y ajustadas a las realidades locales.