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Notas informativas 7 de octubre de 2025

Por: Kathy Subirana Abanto (*)

Hay un problema cuando un/a periodista protagoniza una noticia. La idea de ejercer esta profesión ―hermosa, contradictoria, privilegiada, adictiva y etcétera― es recoger información para reportar hechos, exponer la verdad, contar historias. Protagonizar la noticia, entonces ―salvo excepciones―, no es lo natural ni lo deseable. Sobre todo cuando el titular de esa noticia da cuenta, por ejemplo, de que más de 200 periodistas han sido asesinados en Gaza[1].

Pero no tenemos que ir tan lejos para preocuparnos por la situación de la prensa. El pasado 1 de octubre se celebró en el Perú, como cada año desde 1953, el Día del Periodista. La Asociación Nacional de Periodistas (ANP) tuvo el acierto de elegir este lema a propósito de la efeméride: “¡Nada que celebrar! ¡Todo por reivindicar!”. Sí, todo.

Son tiempos difíciles para el periodismo por más de una razón. Por un lado, los modelos de negocio de los medios de comunicación tradicionales ―y aun los no tradicionales― tienen problemas para subsistir con la solvencia de antaño, y el ejercicio de la profesión es cada vez más precarizado o, visto de otra forma, privilegiado. Por otro lado, y esto es lo más preocupante, en nuestro país se viven tiempos difíciles para la libertad de expresión, pilar fundamental del ejercicio periodístico.

Las tensiones entre el poder y el periodismo que se le enfrenta son naturales. Lo que no es natural es que estas se materialicen en más de 200 ataques a periodistas y medios de comunicación en la primera mitad del 2025, como ha documentado la ANP. Aquí se cuentan los asesinatos de Gastón Medina, quien fuera director de noticias de Cadena Sur, en Ica; y Raúl Celis, presentador del matutino Hora Zero de Radio Karibeña, en Iquitos, por supuesto, pero también las amenazas de muerte, las denuncias a periodistas en general y las denuncias y el hostigamiento de parte de representantes del Estado en particular.

El reporte de la ANP puede desglosarse de la siguiente manera:

Tipo de agresiónCasos registrados
Hostigamiento y amenazas80
Agresiones físicas o verbales60
Discursos estigmatizantes40
Trabas a la cobertura informativa15
Intimidaciones judiciales10
PL restrictivos6
Total211

Sí, todo eso se configura como agresión. No se trata de caprichos o engreimientos ―que también los hay, no se puede negar― de personas acostumbradas a trabajar buscando información que luego se hará pública. Se trata de situaciones que ponen en riesgo el ejercicio de múltiples derechos reconocidos en nuestra constitución. A modo de recordatorio, repasemos.

La Constitución Política del Perú ampara el ejercicio del periodismo en su artículo 2, en distintos apartados:

  • El número cuatro garantiza las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento alguno, bajo las responsabilidades de ley.
  • El número cinco faculta a cualquier ciudadano/a solicitar sin expresión de causa la información que requiera y a recibirla de cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedido. Se exceptúan las informaciones que afectan la intimidad personal y las que expresamente se excluyan por ley o por razones de seguridad nacional.
  • El número 10 confirma el derecho al secreto y a la inviolabilidad de sus comunicaciones y documentos privados. Las comunicaciones, telecomunicaciones o sus instrumentos sólo pueden ser abiertos, incautados, interceptados o intervenidos por mandamiento motivado del juez, con las garantías previstas en la ley. Se guarda secreto de los asuntos ajenos al hecho que motiva su examen.
  • El número 18 habla del derecho a mantener reserva sobre sus convicciones políticas, filosóficas, religiosas o de cualquier otra índole, así como a guardar el secreto profesional.

Vista la teoría, veamos algunos ejemplos de cómo se violan estos derechos en la práctica:

Reporteros sin fronteras da cuenta que solo en septiembre de 2025, ocho periodistas de investigación fueron sometidos a seguimiento, procesos judiciales y solicitudes de interceptación de sus comunicaciones por parte de agentes de la policía, altos funcionarios del Estado y figuras políticas, en represalia por su trabajo.

La Procuraduría Anticorrupción, en un ejercicio de ironía, al parecer, ha solicitado el levantamiento del secreto de las comunicaciones de dos periodistas cuyo trabajo reveló casos de corrupción. Y la policía anunció que denunciará a una periodista por acoso, entendiendo como acoso la insistencia de la periodista por obtener la respuesta de servidores públicos, miembros de una institución del Estado sobre un asunto de interés público. Así de coherente.

Aquí podemos añadir el pedido a diversos periodistas de revelar sus fuentes y algo que es especialmente grave: que una autoridad capitalina haya dicho, en un evento público, que hay que cargarse a un periodista. En ese sentido, es bueno recordar que el principio nueve de la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, señala que “[e]l asesinato, secuestro, intimidación, amenaza a los comunicadores sociales, así como la destrucción material de los medios de comunicación, viola los derechos fundamentales de las personas y coarta severamente la libertad de expresión. Es deber de los Estados prevenir e investigar estos hechos, sancionar a sus autores y asegurar a las víctimas una reparación adecuada”.

Casos de hostigamiento a periodistas no faltan, lamentablemente. De agresiones físicas, tampoco. El Informe Sombra 2024, elaborado por la Asociación Voces del Sur, da cuenta de que el Estado es el principal agresor de periodistas en América Latina. La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa RSF 2025 ubica al Perú en el puesto 130 de 180 países, y da cuenta que el país ha retrocedido 53 posiciones desde 2022. Además, el último informe de la SIP sobre la libertad de prensa en América Latina ―Informe de Chapultepec― da cuenta que el Perú ha caído en el índice de libertad de expresión, pasando del puesto 12 al 16 de 22 en el ranking regional, con un incremento de restricciones a las libertades de prensa.

Y ya, para rematar, la visita de una misión de la SIP a nuestro país en marzo dio cuenta que la situación de la libertad de expresión en el Perú era más preocupante de lo que se tenía en el radar (sic). Entonces se dio a conocer un preocupante informe donde se concluye que el Poder Ejecutivo ha sido uno de los actores más perjudiciales para la libertad de prensa al adoptar un discurso beligerante hacia los medios y descalificar numerosas investigaciones que han tocado temas sensibles.

Nada que celebrar. Y todo por reivindicar.

01/10/25 Protesta ANP por el Día del Periodista y la coyuntura. © Victor Idrogo / Icónica

Sí, estamos en una época en la que cualquier persona, sin el más mínimo criterio, se pone al frente de una pantalla y confunde ―adrede o por ignorancia― la información con la opinión y se hace llamar periodista o apela a la libertad de expresión. Una época en la que se lanzan mentiras porque hay plataformas como las redes sociales que aseguran una exposición pública. Y porque, al parecer, el ciberespacio aguanta todo, especialmente fake news que responden a intereses creados. No podemos engañarnos: se viene una campaña electoral de terror, entre políticos que lanzan afirmaciones mentirosas y espacios comunicacionales que las replican sin filtro ni criterio.

Sin embargo, creo que no todo está perdido. Si me permiten una pequeña confesión, este Día del Periodista recordé con mucho cariño a un buen amigo, Jaime Chincha, quien, en una de nuestras últimas conversaciones, me dijo “no sé hacer otra cosa que ser periodista”. Y, como Jaime, somos legión. El panorama es complejo, desolador, precarizado y peligroso, pero confío en que, como dice Paola Ugaz, la respuesta será más y mejor periodismo. Esa lista inacabada de periodistas hostigados, querellados, agredidos, es la muestra de ello. Creo que lo importante de ser periodista no es parecer infalible, ser líder de opinión o sentirse la persona elegida para cambiar el mundo. Creo que lo más importante es ser conscientes de nuestro privilegio de relatar la historia, comprometernos a hablar con la verdad, apostar por lo que es justo y ser lo más honestos/as posibles con esas convicciones.

(*) Responsable de prensa del IDEHPUCP


[1] Según los datos de RSF, más de 210 periodistas han sido asesinados por el ejército israelí en la Franja de Gaza en 23 meses de operaciones militares de Israel. https://rsf.org/es/m%C3%A1s-de-210-periodistas-asesinados-en-gaza-rsf-y-avaaz-llaman-los-medios-de-todo-el-mundo-una