Ir al contenido principal Ir al menú principal Ir al pie de página
Entrevistas 25 de mayo de 2021

Por: Juan Takehara (*)

Mientras el Ejecutivo se ha propuesto vacunar a más de cuatro millones de peruanos para el mes de julio, todavía existen algunas dudas sobre el proceso de vacunación. Para saber si la estrategia que se viene desarrollando es la adecuada y conocer qué retos se deben vencer en el sistema de salud pública tras la pandemia, conversamos con Ángela Uyen, especialista en enfermedades infecciosas y asesora de políticas de salud de Médicos Sin Fronteras.

A la fecha ya se tiene vacunados a más de 900 mil peruanos con la segunda dosis y se ha iniciado un plan para pacientes con comorbilidades. ¿Cómo ha visto esta última estrategia?

En general, la vacunación en el Perú se está llevando de una buena manera. Han llegado muchas vacunas de las esperadas y conforme arribe un mayor número se estará ampliando a más poblaciones prioritarias. Comenzamos con profesionales de salud, mayores de 80 y 70 años y personas con comorbilidades. Esto lo veo de manera muy positiva. Lo que se debe tener en cuenta es que se existe un limitado espacio para maniobrar en cuanto a la adquisición de vacunas pues esto depende de un mercado global y no realmente del Estado peruano. Se irá avanzando de acuerdo a la llegada de las vacunas al cierre de los contratos. El acuerdo ya está, pero eso no quiere decir que todas vayan a llegar al mismo tiempo. Vemos que el plan se realiza por partes y por ahora no tenemos todas las fechas específicas de llegada. Lo que es importante recalcar es que seguimos viendo inequidad en relación con algunas regiones y en comparación con la capital. Sin duda, Lima y la costa son regiones donde es más fácil distribuir la vacuna porque tienen una mejor logística y los profesionales de la salud están siendo más capacitados. Hay que buscar equidad en cuanto a las regiones e identificar las barreras de acceso para llegar a poblaciones vulnerables como grupos indígenas y adultos mayores de las zonas rurales en sierra y selva.

¿Destaca algunas lecciones aprendidas?

Una lección aprendida es cuán importante es la comunicación y la confianza en la vacuna. Si bien en el Perú no hemos encontrado una alta renuencia a la vacunación, la vamos a ir enfrentando conforme lleguemos a otras poblaciones. No he visto tampoco desde el inicio una campaña de comunicación fuerte y clara en información y educación.  Deberían tener en cuenta el canal de comunicación que se va a usar, los mensajes que se quiere enviar, el lenguaje con el que se quiere llegar, los actores que se va a utilizar. Todavía falta que lleguen hasta el último rincón con mensajes adaptados. Veo que hay todavía muchas preguntas básicas entre la población, todavía hay desconfianza y miedos que no han sido resueltos. Esto seguirá siendo una tarea pendiente.

«Las medidas de control deben mantenerse hasta que alcancemos altas tasas de vacunación con el esquema que sea necesario.»

Chile y Argentina vienen vacunando a mayor velocidad, pero vemos nuevamente picos de contagios y muertes. ¿Es porque se está vacunando por edades y no por vulnerabilidades o quienes tienen mayor exposición diaria?

Lo que está pasando en Chile es importante que lo veamos como una lección que tiene que aprenderse. En primer lugar, la vacunación por sí sola a bajas tasas no va a acabar con la epidemia. Nosotros tenemos que alcanzar altas tasas de vacunación. Chile, a pesar de que lo ha hecho de manera acelerada, aún no llega a la mitad de su población y eso es clave porque la OMS nos dice que para tener inmunidad de rebaño necesitas vacunar a un mínimo del 70% de la población. Todavía están bastante lejos. Recordemos que ninguna de las vacunas tiene un 100% de efectividad, por eso tenemos que vacunar a gran parte de la población. Por otro lado, las medidas de control deben mantenerse hasta que alcancemos altas tasas de vacunación con el esquema que sea necesario. Si es un esquema de dos dosis, tengo que tener ambas dosis a una alta tasa de vacunados antes que se pueda relajar la distancia social, la mascarilla y la ventilación. No se puede ni se debe suavizar ninguna de estas medidas hasta que alcancemos tasas altas. Esto se ha visto en muchos países, cuando inician su plan masivo de vacunación ya empiezan a relajar medidas y esto obviamente tienen un efecto en un mayor número de casos. Éstas son también las lecciones aprendidas que debemos empezar a tener en cuenta.

¿Qué cree que cambiará tras la experiencia de esta pandemia en el sistema de salud?

Definitivamente va a haber un cambio en la arquitectura de la salud global. Es un hecho que necesitamos a la OMS más que nunca. Se necesita dos cosas fuertes: gobernanza y liderazgo. Eso nos ha quedado claro. Espero que haya y que se refuerce el sistema de salud sobre todo a nivel primario. Que el oxígeno pase a ser como el agua o la electricidad cuando se diseñe una estructura global. Espero que se dé mucha más importancia al desarrollo de los recursos humanos en salud, que se abran más plazas de residencia, que se haga incidencia en la enseñanza de cuidado crítico de pacientes, que también se desarrolle la infraestructura necesaria para el desarrollo biológico, tanto de medicamentos y de vacunas en el país. Que se tenga en cuenta finalmente que la salud pública deba ser reforzada y que no enfrente barreras de acceso como la económica.

Se ha planteado que el sector privado en algún momento tome la posta de la distribución de vacunas, ya sea a través de las cadenas de farmacias o centros de salud privada. ¿Lo ve beneficioso o inadecuado?

No creo que sea malo en realidad. Es algo positivo. Se necesita acciones intersectoriales que se planteen mecanismos de cooperación público-privada que permitan mayor acceso a las vacunas; eso me parece no solo ideal, sino necesario. El sector público no va a poder ir a todos los lugares al mismo tiempo, sobre todo luego de vacunar a los grupos vulnerables. El próximo año me imagino que la vacuna para el Covid-19 pasará a ser uno de los tantos medicamentos disponibles en las farmacias privadas. Ahora, en una pandemia, se puede buscar una cooperación entre lo público y lo privado, pero asegurando que eso de ninguna manera se convierta en una barrera para el acceso a la vacuna. La gratuidad debe ser mantenida por sobre todo. Hay acuerdos muy interesantes de participación público-privada, entre ellos lo que se da en Estados Unidos con las cadenas de farmacias privadas. Pero son vacunas compradas por el Estado, es decir, no hay un cobro por la vacuna. Tenemos otros ejemplos más allá del sistema de salud como los acuerdos con Uber que trasladan a las personas de lugares lejanos a sus centros de vacunación. Yo creo que se debe buscar mecanismos que generen un marco de operación beneficioso para todos.

(*) Integrante del área de Comunicaciones IDEHPUCP.