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Entrevistas 6 de abril de 2021

A una semana de las elecciones generales, mientras se mantiene un empate técnico en los primeros lugares y un elevado porcentaje de votos indecisos según los últimos sondeos de opinión, conversamos con el doctor Eduardo Dargent, especialista en Ciencia Política, sobre el actual escenario de incertidumbre, sobre la abundancia de candidatos y sobre cómo se podría prevenir una situación semejante en el futuro.

La persona que aún no ha decidido su voto, ¿mayormente es por escepticismo o simple desinterés en todo lo que ocurre? 

Aunque no soy un experto en encuestas, vemos algunas tendencias: decisiones tardías, ausencias de fidelidades políticas claras, ausencia de identificaciones partidarias. Creo que a eso se suma esta vez el tema de la pandemia. El desinterés y el poco entusiasmo tal vez llegan por el enorme rechazo y desconfianza por lo que se vivió con Lava Jato y con la propia vacunación de Vizcarra. La gente está esperando hasta el final, pero está esperando sin entusiasmo. Vemos que los porcentajes de apoyo a los candidatos son bajísimos. En el mejor de los casos, los candidatos que generan un poquito de entusiasmo han logrado ilusionar al 5% o 6% de los votos. Pero, en general, no hay nadie que destaque para una buena cantidad de la población.

Este récord de candidatos presidenciales que nos ha tocado no parece ayudar a elegir una propuesta con cuidado. ¿Es posible pensar en algún mecanismo que permita tener en las próximas elecciones una lista corta de candidatos que podamos procesar?

Es muy difícil. Venimos de un tiempo en que era muy complicado inscribir partidos y, aun así, tuvimos todos los que tuvimos. Lo que se ha hecho ahora [en reforma política] es útil; se va a eliminar un montón de partidos, sin embargo, se han reducido un poco los requisitos para inscribirlos porque lo anterior era excesivo. Esperemos que eso haga más razonable el asunto. Si bien antes era difícil la inscripción, perderla luego era muy complicado. Ahora sí será más fácil digamos “limpiar” el sistema de muchos partidos de manera que queden probablemente, ocho o nueve, mientras que los nuevos que se quieran formar tendrán que hacer un esfuerzo. Más importante que el que haya muchos o pocos, es que sean partidos más viables. Es decir, puedes tener muchas opciones en la lista – en otros países presentan muchos partidos en la listas – pero lo que importa es cuáles son los viables. La gente que cree que puede ser presidente debería comenzar a verse más bien como parte de una alianza. Comenzar a formar coaliciones. Si no el resultado es que izquierda, derecha o centro terminan mal representados en el congreso con políticos que no tienen una atadura ideológica ni al presidente ni al tipo del voto presidencial. Se arman y rearman bancadas y el resultado es un congreso que ya no representa a nadie. Como ya hemos llegado al fondo de lo que es una mala representación, partida, fragmentada y sin fidelidad al tipo de votante que eligió esa opción, lo que se ve mucho es que no hay ningún rumbo ideológico. La derecha de PPK, en su momento, tenía cinco o seis personas que votaban en forma distinta a lo que buscaba este partido, vemos que APP y Acción Popular van para cualquier lado. Tal vez a la izquierda le vaya un poco mejor en elegir a sus candidatos. Uno esperaría que para las siguientes elecciones se vean más alianzas. Que esto quede como una gran lección de lo tonto que es lanzar candidaturas minúsculas a la espera de que pueda dar un salto y llegar a la presidencia. La idea es tener propuestas viables, no importa el número de candidatos, sino que tengan una aceptación inicial por encima de 4% o 5%.

«Creo que lo más importante hacia adelante es tener una sociedad civil que ayude a mirar, a empujar a los partidos a organizarse más para que no haya tantos, y para que los que se parecen entre sí intenten juntarse un poco»

¿Cómo se viene analizando la coyuntura desde la academia y qué oportunidades para reforzar el sistema democrático han detectado? 

Creo que lo mejor que puede hacer la academia es mirar y entender bien y sobre eso pensar propuestas. Por ejemplo, hemos debido analizar más a los partidos de derecha, en especial la derecha dura. Al fujimorismo debimos estudiarlo más. Me parece que investigamos las cosas que nos gustan desde una academia que suele ser más democrática y defensora de los derechos humanos. Hay cosas importantes que mirar, que conocer y que entender en la forma de cómo se da el voto, para después construir propuestas. Es muy importante que se haya avanzado en el control del dinero en campaña, que se haya limitado la publicidad electoral como se ha hecho ahora. Imagínate cómo hubiese sido esta campaña si los candidatos gastaran todo el dinero que tienen en ellas. Si ya de por sí el manejo en medir la inversión en redes es complicado, cómo sería la propaganda en televisión abierta. Sí se han hecho cosas, pero creo que lo más importante hacia adelante es tener una sociedad civil que ayude a mirar, a empujar a los partidos a organizarse más para que no haya tantos, y para que los que se parecen entre sí intenten juntarse un poco. Eso no garantiza tampoco que haya un sistema bonito y maravilloso, pero al menos que se vea un poco más de orden y previsibilidad, y mirar más al mediano plazo. La sociedad civil puede ayudar mucho en vigilar lo que hace la política. Se debe fiscalizar, pero también promover el debate de ideas y de encuentros donde los que tengan mayores opciones, en vez de estar pensando en ser presidentes, piensen en ser parte de una alianza más amplia. Hay que mirar diversas cosas con más cuidado. Por ejemplo, sobre lo absurdo que es el sistema de tachas por el cual pasamos de un método que buscaba transparencia a uno en el que te retiran de la competencia si no es adecuada la información que entregas. La academia puede ayudar muchísimo a mirar y construir a partir de lo que se viene haciendo en otros países, o analizando cuestiones como la vacancia o disolución del Congreso por el presidente. Si bien son fenómenos de interpretación abierta, se debe entender en qué parte estamos haciendo el ridículo y estamos actuando con interpretaciones completamente ajenas al uso adecuado de estos mecanismos en sociedades democráticas. Esto es algo que se pudo hacer antes. Algunos comentamos al inicio del periodo que era importante discutir mucho más el tema de la vacancia presidencial porque los supuestos no eran claros, pero lamentablemente a veces vemos los problemas cuando ya han explotado. Debemos mirar más las experiencias comparadas, y hacer que los políticos entiendan que no se puede dar una vacancia por un estornudo o porque el presidente utilizó el vehículo oficial de forma inadecuada, o en un ministerio se compró mal. Todo eso se debe discutir más para tener recursos cuando se deba enfrentar a interpelaciones absurdas.

Finalmente, ¿qué papel vienen cumpliendo los medios de comunicación en el debate político?

Creo que una de las grandes promesas de la transición era tener mejores medios y sin embargo los actuales son muy débiles y limitados. A veces digo, un poco en broma, que los medios están más despolitizados ahora que en la época de Montesinos, cuando veías dos o tres programas de televisión abierta con periodistas como Hildebrandt o en su momento con Beto Ortiz, que presentó el video Kouri-Montesinos. Ahora la televisión abierta está muy limitada, vemos noticieros que pasan más hechos policiales que discusión política, o los dominicales que terminan en denuncias y entrevistas cortas. Lo que está faltando en los medios es hablar más de política, como en otros países, con cierta regularidad, a ciertas horas, con entrevistas largas. Hacen falta programas con unidades de investigación, pues me parece que eso se ha debilitado en medios escritos. En el análisis político nos va un poquito mejor en la prensa radial. También vemos medios que siguen siendo muy limeños en el sentido que muestran poco de lo que pasa en las regiones. Es una agenda pendiente y grande que actualmente nos hace más vulnerables frente a las fake news que recorren las redes. No hay nada en cadena abierta que discuta las cosas y que confronte el absurdo en decir que puedes hacer vacunas en el Perú o que se gasta miles de millones de soles en consultorías. La información seria y veraz sobre esos temas, para que tenga un real impacto, debe ser difundida por canales más grandes.

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