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Nacional 24 de julio de 2019

Reproducimos la columna de Cécile Blouin sobre las historias de migrantes en Perú.


Historias de convivencia compartidas sobre un lienzo

Ayer pintamos. Con Andrés, William, Natacha, Gabriel, Ingrid y más personas de aquí y de allá. De Perú y de Venezuela. De San Juan de Lurigancho, Cercado de Lima, Chorrillos, Pucallpa, Huancayo y tantos otros lugares. Algunos niños, otros ya no tanto. Todos con historias de convivencia compartidas sobre un lienzo.

Nos tocó dibujar para representar estas historias. Y así aparecieron en el papel banderas peruana y venezolana, niños y niñas, corazones y casas. Dibujos que traducen las historias de encuentros entre personas que provienen de lugares distintos y que ahora comparten un mismo entorno.

Para tener empatía, esta capacidad (muchas veces olvidada) de ponernos en los zapatos del otro, necesitamos reconocer al otro. Y para ello nos tocó escucharnos. Y es así que Natacha nos contó cómo ha salido con su madre y hermana por la falta de alimentos, trabajo y medicamentos. William contó cómo llegó “abriendo camino” para sus familiares que espera traer pronto al país. Otras personas nos contaron cómo ahora con 40 soles sus familiares en Venezuela pueden sobrevivir dos días cuando hace un mes alcanzaba para una semana. Ingrid contó cómo ella también había migrado, siendo niña, desde la selva y cómo sufrió discriminación en la capital. Y muchas personas contaron cómo han sentido que el Perú le ha abierto los brazos. Conocer nuestras historias es el primer paso para empezar nuevas historias de convivencia que parten de la empatía.

Esta empatía es lo que necesitamos hoy más que nunca. De acuerdo al último reporte global del Acnur, Perú es el segundo país en recibir más solicitudes de asilo a nivel mundial, justo detrás de Estados Unidos. Es así que el país andino pasó de recibir 4,400 solicitudes en 2016 a más de 270,000 en lo que va del 2019. Estas cifras hablan por sí sola: Perú es un país receptor de personas que buscan protección internacional. Y seguramente uno de los países menos acostumbrados a ello. Por ello, necesitamos construir nuevas historias desde la empatía. Mañana espero volver a pintar con más personas que quieren contar historias de convivencia.