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Nacional 7 de abril de 2020

Compartimos la columna realizada por  Marcela Huaita, abogada e investigadora asociada del IDEHPUCP,  publicada por  PuntoEdu.


Además de ver abruptamente cambiada sus rutinas, las mujeres se ven obligadas a compartir el espacio (24/7) con los demás miembros de la familia que reclaman atención»

No ha pasado desapercibido el hecho de que la medida de la cuarentena por sexos ha evidenciado un comportamiento distinto de hombres y mujeres. Las mujeres salimos más en todos los distritos y niveles socioeconómicos.

Este comportamiento se ha relacionado con la responsabilidad social de «las compras».  Por supuesto, está la necesidad urgente de alimentar a la familia, lo que podría explicar el comportamiento en algunos casos de hogares liderados por mujeres y en zonas empobrecidas donde no hay capacidad de guardar productos perecibles. Pero no parece ser el caso de otras zonas urbanas.

De otro lado, las mujeres tienen un largo récord de ser compradoras masivas, no solo de alimentos sino de diferentes productos para toda la familia –algo muy relacionado con sus labores de cuidado–, hecho que es sabido por las empresas cuando hacen sus estudios de marketing. Pero en un contexto de pandemia, en el que hay que pensar dos veces para salir de la casa, en zonas donde el poder adquisitivo es mayor y hay posibilidad de guardar productos perecibles, no parece haber correspondencia con la mayor presencia de las mujeres en las calles.

Lamentablemente, las salidas al mercado que pueden significar un ‘tiempo libre’ para las mujeres suponen un riesgo exponencial para sus vidas».

En nuestra opinión, esta salida casi masiva de mujeres a la calle es influida también por dos fenómenos adicionales. Por un lado, el reflejo de la depresión y la ansiedad que las mujeres pueden estar enfrentando, y que ha sido estudiado en el caso de mujeres compradoras compulsivas1.  De otro lado, estaría reflejando el hartazgo de las mujeres al estar en la casa «invadidas» por los otros miembros de la familia, lo que guarda estrecha relación con la situación de tensión y violencia que las familias estamos viviendo al interior del espacio doméstico.

Las mujeres normalmente pueden organizar el uso de su tiempo. Aún con horarios extendidos, sobrecarga de trabajo y jornadas flexibles, tienen una rutina organizada en el hogar. Además de ver abruptamente cambiada esta rutina, se ven obligadas a compartir el espacio (24/7) con los demás miembros de la familia que reclaman atención y seguramente también expresan sus propias frustraciones.

Los hombres, por el contrario, tradicionalmente han asociado el espacio doméstico con inacción y descanso»

Los hombres, por el contrario, tradicionalmente han asociado el espacio doméstico con inacción y descanso, por lo que seguramente, aunque «colaboren» en casa y tengan también un nivel alto de estrés por la cuestión laboral, no buscan en el supermercado un espacio de distracción y supuesto tiempo libre, que pareciera que las mujeres sí están buscando.

Lamentablemente, las salidas al mercado que pueden significar un «tiempo libre» para las mujeres suponen un riesgo exponencial para sus vidas.